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“Se dice rápido, pero es mucho tiempo”

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Jornada académica en torno al investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales.

Cincuenta años se dicen rápido, pero es mucho tiempo. Llegué en 1965 a estudiar la licenciatura en Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, a partir de ahí no salí de la Universidad”, recordó Carlos Martínez Assad, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales, días antes de ser homenajeado por la institución con una jornada académica titulada Mil y Un Caminos, Una Sola Vocación.

El evento pretende no sólo realizar un homenaje a la trayectoria como docente e investigador de Assad, sino además ofrecer un panorama de las distintas áreas que ha tocado con su trabajo. Para el doctor en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de la Universidad de París, Francia, este tipo de tributos son difíciles de procesar porque “como me decía Carlos Monsiváis, cuando hablan de mí siento que hablan de otra persona. Al final lo que permite es sentir que no fue en vano el trabajo realizado”, comentó entre risas.

Nació en Amatitán, Jalisco, en 1946 y, de acuerdo con sus palabras, tuvo “una infancia bastante movida, porque como hijo de funcionario público me eduqué en varios estados de la República: Jalisco, Guanajuato, Hidalgo, hasta llegar a Ciudad de México. Fue un recorrido amplio que me ha permitido en mis trabajos tener claridad sobre la diversidad del país, sobre los problemas de las regiones de México y la idiosincrasia de la gente de ciertos lugares”.

Tuvo la ventaja de ser hijo de padre mexicano y madre de origen libanés. “Crecí en la idea de que México era sólo una parte del mundo, había otros lugares, otras posibilidades. Crecí con una idea más cosmopolita por estar en contacto con los familiares que nos visitaban desde Líbano. Fue una influencia que he manifestado en las investigaciones que he realizado”.

Siempre le interesó leer. “A casa llegaban dos publicaciones muy particulares: el diario La Prensa y la revista Selecciones. Las devoraba, me interesaban mucho aunque no sé por qué, pues a mis compañeros de la misma edad no les importaban”.

Los resúmenes literarios de la revista Selecciones lo acercaron a la literatura universal, además de que sus artículos sobre sucesos acontecidos alrededor del mundo “abrieron un poco el camino a la sociología”. Y clásicos como Los miserables, de Víctor Hugo, las novelas de León Tolstói y Julio Verne se convirtieron en sus libros favoritos de la infancia.

Llegada a la UNAM

Durante su adolescencia estaba convencido de estudiar sociología y que el mejor lugar para hacerlo era la UNAM. En 1965 realizó el examen de admisión junto a cientos de estudiantes. “Es el sitio en que he pasado más tiempo de mi vida”, afirmó. “Mantengo muy buenos recuerdos. Tuve como profesores a personas muy distinguidas: Francisco López Cámara, Pablo González Cassanova, Rodolfo Stavenhagen, Ricardo Pozas Arciniega, Adolfo Sánchez Vázquez, Abelardo Villegas, entre otros. Fue una suerte haber pasado por las aulas”.

Sólo se ausentó para realizar sus estudios de doctorado en Francia, donde asistió a las conferencias de Jean Paul Sartre, Louis Althusser y Nicos Poulantzas, o a los cursos de su director de estudios Alain Touraine. Sus enseñanzas le permitieron entender cuál era la dinámica de los movimientos sociales y, aseveró, le han auxiliado mucho en todos estos años.

El también documentalista –dirigió Tabasco, entre el agua y el fuego (2004) y Los libaneses en el cine mexicano (2006), además de hacer la investigación y selección de materiales de La historia en la mirada (2011)– consideró que a lo largo de su trayectoria siempre le ha dado importancia a la opinión de los jóvenes y esto le ha permitido mantenerse vigente como investigador.

“Estoy muy dispuesto a estar abierto, no encerrarme en el cubículo, nunca lo he hecho, ni cuando fui director del Instituto de Investigaciones Sociales. He realizado libros, en ocasiones, con personas muy jóvenes. Sigo frecuentando y dándole importancia a las opiniones de los estudiantes.”

—¿Tiene un mensaje para ellos?

—Que se preparen mucho. Estamos en un mundo cambiante, con un ritmo vertiginoso, problemas por todas partes. Los desafíos que impone el conocimiento tenemos que asumirlos. Deben dedicar el tiempo necesario a leer, a conocer esa enorme producción que nos han legado y tener las herramientas para interpretar el mundo moderno. No hagan caso a quienes dicen que la educación no es importante, sigue siendo el instrumento más válido para salir adelante. Lo sintetizo en: leer, leer, leer y aprender todo lo que se nos ofrezca en el camino.

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