No se debe caer en la demonización del sobrepeso y privilegiar la delgadez, afirma investigadora de la Facultad de Psicología.
Es común que a las personas con sobrepeso se les asocie con la falta de autocontrol, indisciplina, flojera, pasividad o que son inseguras.
Hoy en día una de las discriminaciones aceptadas y normalizadas por la sociedad es el rechazo a las personas con cuerpos grandes, la gordofobia.
A decir de Ana Celia Chapa Romero, profesora e investigadora de la Facultad de Psicología, ese concepto se define como aquellos estereotipos sociales, negativos y prejuicios hacia personas con sobrepeso que pueden ir acompañadas de distintos tipos de violencia: física; psicológica; económica; barreras de tipo ambiental, por ejemplo, espacios diseñados solamente para determinados tipos de cuerpos delgados generalmente en el transporte público, o las barreras sociales, “las personas obesas o con sobrepeso tienen una tasa de desempleo mayor”, afirmó.
Algunos datos
Según cifras de la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017, en el país 20.2 por ciento de la población de 18 años o más declaró haber sido discriminada en ese año. Los motivos principales: la forma de vestir o el arreglo personal, el peso o estatura, la edad y las creencias religiosas.
Respecto a cómo y el porqué de la discriminación, se obtuvo por respuesta en primer lugar el sobrepeso (10.7 por ciento) y consecutivamente: la forma de vestir (9.7 por ciento), el color de piel (5.6 por ciento), la edad (5.2 por ciento) y por su imagen (5.2 por ciento).
En ese sentido, la discriminación por características físicas se da hacia quienes en su apariencia física no se apegan al modelo esperado o aceptado, es decir, de piel blanca, rasgos afilados, cuerpo delgado, alto y de proporciones perfectas. Pero esto no siempre fue así, la doctora Chapa Romero refirió que un cuerpo grande era más valorado en los tiempos de la posguerra o en otras culturas.
La especialista dijo que hay diferentes formas de explicar el estigma que viven las personas con sobrepeso, ya que no solamente se está hablando de una talla o de un peso o de una dimensión corporal, sino de profundas implicaciones que tienen que ver con construcciones sociales.
En ese contexto, mencionó que es común que a las personas con sobrepeso se les asocie con valores morales como la falta de autocontrol, indisciplina, flojera, pasividad o que son inseguras.
Sin embargo, hay factores ambientales y culturales que causan el sobrepeso. “Las largas jornadas de trabajo actuales impiden que las personas puedan tener actividad física y se han vuelto más sedentarios, así como el acceso a ciertos alimentos que son considerados saludables y a veces son de mayor costo; las personas tienden a consumir más carbohidratos porque les otorgan energía para muchas horas del día y su costo es menor en comparación con el precio de una ensalada”.
Por otro lado, comentó que muchas veces se define a las personas con sobrepeso como que son poco saludables, y si bien hay una mayor prevalencia de que presenten ciertas enfermedades, si no cuentan con salud mental o emocional no se puede hablar de salud ya que ésta es integral, van de la mano. “No tienen una vida saludable no porque no quieran, es un problema de justicia social y de quienes tienen acceso a ciertos espacios para hacer ejercicio, por ejemplo”.
Asimismo, acotó que el discurso biomédico centrado en el gasto público que generan el sobrepeso, la obesidad y otros padecimientos que puede acarrear, tendría que ampliarse, “hay violencia que ejerce el personal médico en las personas con sobrepeso juzgándolas, discriminándolas y eso hace que ellas no quieran regresar a recibir atención médica y que tengan un menor cuidado de su salud”.
Enfatizó que no es que se promuevan estilos de vida poco saludables, sino que no se caiga en la demonización del sobrepeso y se privilegie la delgadez; más bien tiene que ver con analizar el tipo de alimentación a la que se tienen acceso y en aceptar la diversidad de cuerpos, “no necesariamente un cuerpo con algunos kilos de más es un cuerpo enfermo”.
Si se cambia este discurso de que los cuerpos obesos son cuerpos enfermos, sería más factible que las personas se acerquen y puedan tener consultas médicas; “hay que empezar a hacer críticas a ciertas prácticas que no porque las haya habido siempre quiere decir que no tuvieran repercusiones en las personas”.
De acuerdo con Chapa Romero, hay un discurso totalizador que parece indicar que solamente ciertos tipos de cuerpos son merecedores de atención y cariño, y cuando se alcance ese tipo de cuerpo y esas medidas su vida cambiará, como si todo estuviera en el peso y se someten a dietas que tienen repercusiones importantes.
Para la especialista, se tiene que ir más allá que únicamente monitorear cuerpos y ponerlos a dieta, “esto tiene que ir acompañado de otras políticas que abogan por la justicia social”.
Hay un discurso que parece indicar que solamente ciertos tipos de cuerpos son merecedores de atención y cariño.
Impacto a la salud y emocional
Ana Paula Molina, psicóloga, y Kika Pérez –como le gusta que la llamen–, quien es artista visual, no se conocen, pero tienen en común que, por medio de sus profesiones, promueven la aceptación y diversidad corporal.
Las dos saben que el sobrepeso causa un daño a las personas que va más allá de la predisposición a presentar problemas de salud: el emocional, ocasionado por una especie de repulsión hacia quienes sufren exceso de peso y la exigencia, sobre todo a las mujeres, de estar delgadas.
Ana Pau vivió desde niña las burlas, los chistes, los señalamientos por tener un cuerpo grande, su vida se medía en pasar de una dieta a otra y de frasco en frasco de pastillas para bajar de peso, “el estigma de peso y la gordofobia afectan nuestra salud; siempre fui una niña de un cuerpo grande y eso impacta, hay un estigma alrededor, eres la última persona a la que eligen en los equipos”, afirmó.
A partir de sus vivencias y gracias a su formación como psicóloga, más allá de victimizarse creó un blog para transmitir a más personas que se puede ser saludable en el cuerpo que se tenga sin tener que modificarlo, “existe la salud en todas las tallas, escucho muchas historias de cirugías bariátricas, por ejemplo, que afectan la salud de las personas en lugar de mejorarla, muchas narrativas de “yo era saludable, pero gorda, y ahora no soy saludable, pero soy delgada”.
Kika también fue segregada y vivió reprimida; sin embargo, encontró en la fotografía un espacio para reconciliarse con su cuerpo. “Siempre es muy fácil juzgar un cuerpo, por su complexión. Tú dices está delgado, está sano, no sabes qué está pasando dentro de ese cuerpo. Está gordo, está enfermo, es juzgar al otro”, reflexionó.
A través de la fotografía de autor se identificó con otras personas que se sentían como ella; “comencé a observar mi cuerpo desde otro lugar y la verdad es que ha sido un caminar muy difícil, muy duro, pero también muy satisfactorio”, concluyó.