El pasado 10 de enero hallaron muerto a un bebé de tres meses en un bote de
basura del penal de San Miguel en el estado de Puebla. Inexplicablemente un reo
de este penal encontró el cuerpo sin vida del niño Tadeo tirado en la basura entre
los desechos.
De inmediato surgieron muchas preguntas: ¿Quién es el niño? ¿Quiénes son sus
padres? ¿Cómo llegó al penal? ¿Por qué razón lo introdujeron al penal? ¿De qué
murió el bebé?
Los medios de comunicación levantaron la voz y no quitaron el dedo del renglón
exigiendo una explicación lógica, pero fue el gobernador de Puebla Miguel
Barbosa quien trató de callar las voces que exigían justicia y castigo a los
responsables.
El propio presidente de la República Andrés Manuel López Obrador culpó al
neoliberalismo del pasado de la descomposición social por la que estamos
atravesando.
Los padres de Tadeo comenzaron a sospechar que se trataba de su hijo recién
sepultado en un panteón de Iztapalapa, quien había fallecido por una complicación
intestinal. Una incisión en el abdomen y el brazalete del hospital con su nombre
fue la clave para que los padres del pequeño comprobaran que se trataba de su
hijito.
Los delincuentes recorrieron 140 kilómetros por dos horas para trasladar al
bebé del cementerio de Iztapalapa al penal de San Miguel, sin que nadie viera
nada y sin que hubiera un retén que los detuviera.
Gracias a la presión mediática el gobernador de Puebla tomó la decisión de cesar
al secretario de Seguridad Pública y al subsecretario encargado del sistema
penitenciario del estado. Es lo menos que debía hacer. A la fecha se han detenido
a 21 personas por su presunta participación en el ingreso de Tadeo al penal. Entre
los detenidos está el encargado de despacho del reclusorio con supervisores y
custodios bajo sospecha.
Muchas cosas increíbles suceden en las cárceles mexicanas, es un secreto a
voces la corrupción y los malos tratos que se dan en los centros penitenciarios del
país, pero nunca se había registrado un hecho insólito como éste.
URGEN CAMBIOS EN LOS RECLUSORIOS
Es urgente que se haga algo por cambiar el sistema penitenciario de raíz y por
supuesto establecer un sistema de vigilancia efectivo en los cementerios de los
municipios, donde seguramente éste no sea un caso aislado, puesto que hay una
total falta de control en las necrópolis donde impera la corrupción, pues ahí se
venden desde espacios ya ocupados hasta la tierra a granel.
Entre los detenidos también deberán comparecer los trabajadores del panteón de
Iztapalapa de donde se exhumó el cuerpo del niño Tadeo. La violencia ha
rebasado los límites y afecta no nada más a quienes se involucran en los cárteles
sino también a la sociedad civil.
El gobierno tanto estatal como el federal, debería tomar cartas en el asunto de
escuchar las denuncias de la sociedad, para acabar con este clima de corrupción
e impunidad que tanto presume el gobierno federal.
Es un hecho que en las cárceles se ve de todo, que desde ahí operan los cárteles
y también bandas delincuenciales que tienen el control de extorsiones telefónicas,
tráfico de drogas, sicarios y hasta redes de prostitución.
Mientras tanto, a más de dos semanas del horrendo hallazgo aún hay preguntas
sin responder. ¿Se utilizó el cuerpo de Tadeo para introducir droga o para realizar
alguna clase de rito como se ha especulado?
Por cierto, el significado del nombre Tadeo es “hombre de pecho robusto o
valiente”. Fortaleza que es lo que necesitan sus padres para soportar los dos
entierros de su pequeño hijo.
Es poeta, redactor y fotógrafo originario de Puebla, radicado en Coatzacoalcos, Veracruz. Ha escrito varios libros de poesía y narrativa como Archivo de Sueños, Corazón de Metal y El Lugar Común, así como el poema Viajar es Regresar.