Elvira García
El director de bandas y orquestas Patricio Méndez Garrido fue nombrado titular del Conservatorio Nacional de Música (CNM) el 15 de agosto del 2022.
El mismo día de su designación, surgieron protestas al interior de esa institución musical.
Mujeres estudiantes y ex alumnas colgaron “tendederos” con cartas que testimonian, con lujo de detalles, presunto acoso sexual y violencia verbal machista de la que han sido víctimas por parte de Méndez Garrido, quien desde 2006 imparte clases en el CNM.
Lucina Jiménez, titular del INBAL, dio posesión a Méndez Garrido, sin tal vez escuchar a la comunidad del Conservatorio la cual se inclinaba mayoritariamente por otro candidato; de la cuarteta de aspirantes que desde marzo presentó sus planes de trabajo, el músico Alejandro Moreno fue quien resultó con mayor número de votos al interior del CNM, institución que desde marzo de este año inició la etapa de auscultación y presentación de proyectos.
Hay un rechazo a Patricio Méndez Garrido como titular del CNM por parte de alumnado y profesores que consideran a Méndez sin el nivel académico, ni de trayectoria musical para dirigir y mejorar los planes de estudio de la institución.
En su discurso de toma de posesión, Méndez Garrido dijo que tendrá una dirección de puertas abiertas, un lugar común que no quiere decir gran cosa.
Señaló que privilegiará “un diálogo horizontal, de escucha asertiva con la comunidad y con los trabajadores del Conservatorio”.
Pero ¿cómo puede ofrecer una escucha asertiva y un diálogo horizontal alguien que, según testimonios de sus alumnas, no sabe enseñar y “si no entendemos algo, nos grita y ofende diciéndonos que estaríamos mejor vendiendo pepitas”? Méndez Garrido presume haber hecho una maestría en Educación en la Universidad Interamericana para el Desarrollo; sin embargo, parece no haber aprendido mucho acerca de cómo guiar a su alumnado con gentileza y buenos modos. Gritos, humillaciones y ofensas son su pedagogía, misma que quizás aprendió de su padre, músico también, quien -a decir del propio Méndez- tenía como método de enseñanza “que la letra con sangre entra”.
Patricio Méndez se inició como clarinetista del Quinteto de Alientos Madera Eduardo Matos, allá por 1996. En 1998, fue director fundador de la banda sinfónica de la entonces Escuela de Música de la UNAM. Él dice haber estudiado en Italia, sin indicar en qué institución; lo que es cierto es que en la ciudad de Messina, dirigió en 2017 la Banda Sinfónica de Militello. Ha participado como director huésped en bandas sinfónicas de Buenos Aires, Argentina, y de la banda de Santiago de Compostela. En 2006, por un breve lapso, fue director fundador de la orquesta Sinfónica de Tlaxcala. Desde 2011 y hasta hoy, dirige grupos orquestales en el municipio de Tlalnepantla, Estado de México. Por corto período del 2020, fue director artístico de la Orquesta Filarmónica de Pachuca.
En el Conservatorio Nacional de Música imparte las materias de armonía y contrapunto. Es un hombre dedicado a buscar, o a crear, oportunidades de ascenso musical y social. En alguna entrevista, él mismo reconoce que “ando moviéndome por todos lados”. Así pues, ese movimiento continuo le trajo ya, hoy, ser el titular del Conservatorio.
No son criticables las inquietudes de Méndez Garrido por brillar más. Lo imperdonable es que el INBAL y la Secretaría de Cultura hayan pasado por alto las múltiples voces que refieren que en el CNM “no es un maestro popular ni respetado”.
Entre alumnado y profesorado prevalece un sentimiento de “imposición”. Y yo agregaría, de abandono o desinterés por mejorar la calidad pedagógica de las carreras que se dictan en el CNM. Ya de por sí, la que fuera la mejor institución de enseñanza musical en el país hasta hace algunos años, ha caído en decadencia y se ha llenado de burocracia. Aquel Conservatorio, creado en 1866, y que ha sido dirigido por ilustres músicos como Carlos Chávez, José Rolón, Blas Galindo, Víctor Urbán y María Teresa Rodríguez, hoy languidece ante la escasa y opaca trayectoria de su flamante titular, Patricio Méndez Garrido y su cuestionable comportamiento personal frente a su alumnado, específicamente entre las mujeres.
Y, si el río suena es porque agua lleva, ¿por qué las autoridades culturales no han querido tomar por ciertas las versiones de acoso y abuso sexual que rodean la imagen de Patricio Méndez Garrido? ¿Qué más es necesario para que se nos crea a las mujeres cuando protestamos por acoso sexual? Más ofensivo todavía es que las dos damas que otorgaron y avalaron su nombramiento: Lucina Jiménez y Alejandra Frausto, no quieran solidarizarse con esas otras féminas que denuncian esos abusos.
Hace poco más de un año, el historiador Pedro Salmerón fue designado por el presidente López Obrador como embajador de México en Panamá. Al hacerse pública la noticia, explotó una protesta generalizada. Salieron a relucir decenas de acusaciones en su contra, por presunto acoso y abuso sexual hacia sus alumnas y colegas. Fue tal la manifestación en contra de tal nombramiento, que las autoridades de Panamá rechazaron a Salmerón como embajador de México en su país. Ojo, no fue el presidente López Obrador quien se retractó, pese a darse cuenta del negro historial que precedía a su candidato, tan cercano a su señora esposa.
En el caso de Patricio Méndez Garrido, ¿guardará silencio el presidente Andrés Manuel López Obrador? Guardar silencio ante acusaciones tan graves, es también una forma de complicidad y de corrupción.
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