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Las redes, un riesgo a la ética del periodismo; urge regularlas: Pedro Antonio Camacho Marín

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*Pasamos de la prensa de la censura a la prensa del escándalo

Pedro Antonio Camacho Marín es un periodista de compromisos. Tanto en el ejercicio periodístico como en su vida personal es un férreo defensor de la ética, la moral, el lenguaje, la democracia y modernización de su país, México. Lo ha sido en el ejercicio profesional en medios privados y en el sector público, siempre con eficiencia y honradez a toda prueba. Su trayectoria data desde la década de los setentas impulsado por sus familiares, entre ellos su padre español republicano conocido como Pemale; su esposa y colega la veracruzana (cordobesa) Blanca Sevilla, de gran recuerdo; su gran familia toda. Pedro es  egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con una gran tesis que denota profundo conocimiento de los medios de comunicación y de esta profesión de aprendizaje, como del mismo Pedro, interminable.

He aquí la entrevista y algunas de sus aportaciones a la cultura.

Por Carlos Alberto Duayhe

Sus mensajes repentinos en Facebook:

 “Tan es así, que…” dice mucha gente. Mal dicho. Nada puede “tan ser”. Lo correcto es decir”es tan así, que…” Y otra forma correcta seria: “tanto es así, que…”

-Pedro ¿Cómo iniciaste tu carrera periodística?

-Comencé como reportero en la Dirección General de Información y Relaciones Publicas (hoy de Comunicación Social) de la UNAM, en 1967, al tiempo que cursaba el primer semestre de Periodismo y Comunicación Colectiva.  De ahí pasé a El Heraldo de México en 1969, como reportero de guardia.

No se dice “habemos personas”. El verbo haber solo tiene plural cuando es verbo auxiliar y, cuando es así, el plural correcto de la primera persona es hemos, no “habemos”. La palabra “habemos” no existe. “Habemus” es en latín y significa tenemos.

-¿De quién o de quiénes aprendiste y los llevas contigo?

-Entre mis muchos maestros y compañeros fundamentales están Salvador González Pérez, Joaquín López Dóriga, Leopoldo Mendívil Echevarría, Carlos Figueroa Sandoval y José J. Castellanos López. Admiro a muchos verdaderos periodistas: Leopoldo Mendívil, Raymundo Riva Palacio, Joaquín López-Dóriga, Jorge Ramos. De la vieja guardia, Ángel Trinidad Ferreira, Carlos Figueroa Sandoval, José Pagés Llergo y otros.

La esperanza, queridos amigos, está en que surja un líder auténtico, como lo fueron Clouthier y, en su momento, el mismo López, y que ese nuevo líder natural capitalice este despertar social. Las elecciones próximas tienen que ser ganadas por una entidad nueva, como lo fue Morena en su momento. Las alianzas entre los partidos que existen no sirven ni servirán. Los partidos actuales, tampoco. Hace falta potenciar el movimiento social que empezó ayer y que reclama con urgencia un líder. No sé quién, pero no es Anaya, no es Fox, no es Calderón, no es Alejandro Moreno, no es Peña Nieto ni es Monreal. Mucho menos las “corcholatas”. Tiene que ser un nuevo hombre, capaz de hacer una nueva política.

-¿Que recuerdas en  tu gran carrera profesional? 

-Muchas experiencias. Destacan entrevistas exclusivas a Kjell Eugenio Laugerud García, presidente de Guatemala; Daniel Ortega, líder revolucionario nicaragüense; coberturas extensas sobre las visitas de Juan Pablo II a México; las giras electorales de Luis Echeverría y José López Portillo y varias reuniones interparlamentarias México-EU; entre muchas otras.

Por alguna causa difícil de comprender, mucha gente supone que “autoestima” es una palabra de género masculino: “el autoestima”, dicen. No es así, se trata de un vocablo de género femenino. Es “la autoestima”.

-Pedro, y con estos cambios a la digitalización ¿cómo los ves?

-El periodismo digital tiene que profesionalizarse cada vez más y blindarse para evitar oportunistas que no  periodistas, pero se hacen pasar por tales. El panorama es difícil y a largo plazo, pero es indispensable el acoplamiento a los nuevos medios, que deben ser sujetos de rigor profesional.

Es erróneo decir «de sobremanera» porque se trata de un adverbio. Equivale a decir «de mucho». Lo correcto es omitir la preposición «de». Ocurre lo mismo con el adverbio «antaño». Es erróneo decir «en antaño», que equivaldría a «en antes».

-¿Y en cuanto a las redes sociales?

-Las redes sociales me parecen excelentes herramientas modernas que, sin embargo, tienen el peligro de ser aprovechadas con fines ajenos a la ética del periodismo. De ahí la necesidad de regularlas y distinguir las redes personales de las profesionales, siempre con respeto a la libertad de expresión, pero evitando el engaño por falsos profesionales.

Cuando se habla de barriles diarios de petróleo, o de ganancias de, por ejemplo, mil pesos diarios, se comete un error. No existen los barriles diarios ni los pesos diarios. Existe la producción diaria, existen las ganancias diarias, pero los barriles y los pesos, en sí mismos, no tienen temporalidad.

La tendencia de muchos periodistas a contagiarse del lenguaje de las “fuentes” que cubren hace que escriban y digan pleonasmos y errores ya casi imperceptibles a fuerza de repetirlos. Es el caso de quien “sale libre bajo fianza”. Nadie “sale preso” y tampoco queda “libre bajo una fianza”, sino mediante ella.

Comunicado del IFAI en 2013
El periodista Pedro Antonio Camacho Marín fue nombrado Director General de Comunicación Social y Difusión (DGCSyD) del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI), por acuerdo de su Órgano de Gobierno y a propuesta del Comisionado Presidente, Gerardo Laveaga.

Camacho Marín cuenta con amplia experiencia en el periodismo, en comunicación social y en la academia.

Es licenciado en Ciencias de la Comunicación, por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y cursó dos especialidades –en Comunicación y Desarrollo Humano y en Comunicación y Dinámica Social– en la Universidad Panamericana.

Además, posee estudios en Alta Dirección de Empresa, por el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), y fue coordinador de Especialidades en Comunicación en la Universidad Panamericana (1986- 1990).

En el servicio público ha ocupado, entre otros, los cargos de Coordinador General de Comunicación y Cultura del Agua, en la Comisión Nacional del Agua; Director General de Comunicación Social, en el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa; Coordinador General de Comunicación y Proyectos, en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, y Director General de Comunicación Social, en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (2005-2007).

Como profesional del periodismo, fue Director Editorial de Notimex (2004-2005), Subdirector General Editorial y columnista de El Heraldo de México (1990-2003), Jefe de Información Nacional, Jefe de Redacción y Subdirector de El Sol de México, y, en sus inicios (1969-1980), reportero de política, redactor de la columna “Café Político”, Jefe de Información Política, y Coordinador General de Redacción, de El Heraldo de México.

En 1997 y 1999 obtuvo el Premio de Periodismo que otorga el Club de Periodistas, en las categorías de Columna y Dirección Editorial, respectivamente.

Reportear hoy el arte, el oficio, el negocio del periodismo

Tesina que para obtener el título de Licenciado en Ciencias de la comunicación presenta: Pedro Antonio Camacho Marín. 

UNAM 

(Tesis imperdible. Aquí sólo se reproducen las conclusiones de Pedro)

CONCLUSIONES 

En la etapa final del trabajo del reportero, que es la redacción, se ponen en juego todos los factores que reflejan la seriedad, la formación ética, el profesionalismo, la capacidad y el compromiso del redactor, aplicados a una nota periodística. 

Es decir, las aptitudes y  las  cualidades.  Considero  que  de  una  afortunada  conjugación  de  conocimientos  académicos y vocación germinarán, al paso del tiempo, reporteros con el perfil que esta profesión exige en México: con un estilo periodístico claro, agudo y original, con plena conciencia de su responsabilidad y con un alto sentido ético de su trabajo.  

Es,  a  todas  luces,  un  perfil  ajeno  a  la  medianía  y  al  chambismo,  a  la  redacción  estropajosa de las muletillas y los lugares comunes, a la búsqueda afanosa de hacerse notar  mediante  el  uso  de  vocablos  tan  eufemísticos  como  desagradables  al  lector,  mediante una manera arbitraria y rebuscada de escribir o de hablar ante los micrófonos de  un  medio  electrónico.  Pero  no  hay  recetas.  

El  periodismo  es  tarea  viva,  tarea  humana y cambiante que no admite fórmulas rígidas. El secreto está en el empeño de cada quien; en la decisión firme de servir, antes que lograr el lucimiento personal; en la mezcla   cotidiana,   permanente,   de   amor   por   el   trabajo,   compromiso,   cualidades   personales y perfeccionamiento profesional constante. 

Al final y por contraste, no se puede dejar de lado el tema de las nuevas tecnologías y su incidencia en el periodismo, en una metamorfosis que he experimentado de manera directa  y  no  sin  cierto  desencanto:  los  jóvenes  pueden  llegar  a  creer  que  ciertas  herramientas informáticas y de cómputo son capaces de suplir la falta de preparación, la escasez de conocimiento y la carencia de compromiso y de profesionalismo. 

Todo lo dicho a lo largo de estas páginas nos evidencia que hay problemas, carencias, deficiencias  en  casi  todos  o  en  muchos  periodistas  y,  sin  que  tengamos  todavía  una  solución  inmediata  y  efectiva  al  respecto,  ya  desde  hace  tiempo  estamos  frente  a  un  nuevo reto, que implica el desarrollo de nuevas competencias cognitivas, intelectuales, profesionales,  etcétera,  para  desempeñarnos  en  lo  que  se  ha  llamado,  en  clara oposición al periodismo tradicional, ciberperiodismo o periodismo digital. 

Mi experiencia me indica que, como siempre, la preparación y la profesionalización de los nuevos periodistas va rezagada. Vamos aprendiendo sobre la práctica y se trabaja por  intuición  y  con  sobrada  inteligencia,  pero  en  medio  de  una  gran  carencia  de  conocimiento  conceptual  y  metodológico  del  lenguaje  del  nuevo  medio.  

Ejemplos  hay  muchos, algunos peores que otros.  Esta nueva modalidad puede entenderse como un periodismo cuyo principal medio de investigación,  elaboración  y  sobre  todo  difusión  de  la  información,  es  el  ciberespacio,  con la Internet como núcleo. El ciberperiodismo ha recibido múltiples denominaciones: periodismo electrónico,  periodismo  multimedia,  periodismo  en  línea  y,  sobre  todo,  periodismo  digital.  

Sin  embargo,  todas  estas  expresiones  terminan  por  ser  ambiguas,  pues aluden también a otras variantes audiovisuales del periodismo. Seguramente por eso, cada vez más investigadores y profesionales prefieren llamarle ciberperiodismo. Las tan publicitadas Nuevas Tecnologías de Información y de la Comunicación y el aun joven ciberperiodismo han traído consigo cambios notorios en la forma de transmitir las ideas  y  de  generar  noticias.  

Ya  no  se  trata  sólo  de  emitir  una  información,  ahora  es  necesario crear canales que permitan que el usuario pueda ser parte de los contenidos e incluso hacer esos contenidos. Se  sabe  que  uno  de  los  objetivos  principales  del  periodismo  es  informar,  y  en  ese  sentido resulta indispensable tener presente a quién van dirigidos los contenidos. 

En el ciberperiodismo, ese punto es mucho más amplio y difícil de precisar que en los medios tradicionales, pues la información cada vez llega a más personas de diferentes niveles socioculturales, y no sólo en el ámbito local sino a cualquier lugar del planeta.

 Además, me parece también indispensable cuidar más los contenidos y aprovechar las características  de  esta  nueva  manera  de  hacer  periodismo,  tales  como  el  recurso  del  hipertexto,  la  interactividad,  las  posibilidades  multimediáticas,  el  asincronismo  y  la memoria virtual. 

Y  aunque  en  cualquiera  de  los  medios  escritos  la  claridad  es  un  punto  clave,  en  los  contenidos  de  la  Internet  (también  llamada  Red  o  Web)  hace  falta  un  cuidado  mayor.  La  idea  es  manejar  una  especie  de  lenguaje  universal  claro,  espontáneo,  sencillo,  fresco  y  llamativo,  pero  sin  olvidar  que  el  periodismo  es  tarea  viva,  humana  y  cambiante, que no admite fórmulas rígidas; que si bien no hay recetas, lo que un buen periodista nunca debe abandonar es su ética profesional y personal, ni la firme decisión de  servir  antes  que  convertirse  en  estrella  del  micrófono,  la  cámara  o  la  pluma;  ni  tampoco  el  esfuerzo  por  lograr  una  sólida  y  delicada  mezcla  de  amor  por  el  trabajo,  compromiso y profesionalización constante.

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