Se presenta cuando presenciamos algo insólito que capta poderosamente la atención
Qué es?
El asombro es ese sentimiento que tenemos ante algo grandioso que desafía nuestra comprensión del mundo, como mirar millones de estrellas en el cielo nocturno o maravillarnos con el nacimiento de un niño. Cuando las personas experimentan esta emoción, suelen usar expresiones de admiración, sorpresa o trascendencia.
Constituye una experiencia consciente cuando presenciamos algo insólito que capta poderosamente nuestra atención y, a un mismo tiempo, rebasa nuestro entendimiento. Por lo tanto, se trata de una vivencia difícil de conceptualizar. A diferencia de otras emociones que arroban nuestros sentidos como el miedo, con el asombro no percibimos un peligro inmediato.
Existen tres dimensiones de asombro: la cognitiva, que se refiere a la incapacidad de comprensión, acompañada por confusión y cuestionamientos; la sensorial, que se manifiesta en una completa atención, física y mental sobre el objeto que la causa, y la espiritual, que rebasa lo que consideramos místico en nuestra realidad y nos conduce a menudo a otra emoción intensa: la admiración.
A la vez, se clasifica en dos tipos: el contemplativo y el inquisitivo. El primero, por la impresión que nos causa, nos cautiva y deja hechizados, sin habla. El segundo, no sólo nos encanta, sino que llena nuestra mente de preguntas. Sin embargo, es necesario diferenciarlo de la curiosidad, que es mucho más efímera, interroga un suceso y poco después se desvanece y se traslada a otro objeto.
En el asombro inquisitivo, aquello que lo causa cuestiona profundamente nuestro marco de entendimiento, reta nuestra comprensión, revela nuestra “ignorancia” y limitaciones, y por lo mismo resulta más hondo y duradero.
El filósofo escocés Adam Smith detalla una serie de atributos para que un objeto o evento produzca asombro o sorpresa. Dichos elementos deben ser nuevos, singulares, extraordinarios, raros, inesperados, con los cuales se está poco o nada familiarizado. “Nos sentimos sorprendidos ante aquellas cosas que a menudo hemos visto, pero que menos que nadie esperábamos encontrar en el lugar en que las encontramos…”.
Con esas palabras, Smith establece una clara relación entre la sorpresa y lo inesperado. El asombro es, entonces, la emoción o pasión producida cuando la mente permanece en estado de incertidumbre con respecto a cómo reducir el concepto de algo completamente nuevo y singular, en una clase existente de ideas ya agrupadas que se asemejan la una a la otra.
¿Cómo se identifica y manifiesta?
El de tipo contemplativo se presenta con un silencio ante lo misterioso; mientras que el inquisitivo se revela con preguntas que buscan llenar nuestra falta de información. Esto es lo que impulsa a las personas a indagar ciertos fenómenos a los que se enfrenta.
¿Y cómo podemos identificarlo? Cuando algo escapa a nuestro entendimiento o de nuestros sistemas interpretativos, sabemos entonces que estamos experimentando asombro. Esto nos lleva en muchas ocasiones a prestar atención al mundo que conocemos y termina con una mejor comprensión de nuestra realidad.
El asombro suele expresarse en nuestra gestualidad con la elevación interna de las cejas, ojos y boca muy abiertos, con la quijada ligeramente caída. Las personas sorprendidas también suelen mover la cabeza hacia adelante e inhalan visiblemente. Pero sonreír es poco común en este estado.
Conocimiento y verdad
En el proyecto interdisciplinario “El poder del asombro: la instrumentalización de la admiración, el asombro y la sorpresa en los discursos del saber, el poder y el arte”, de la Fundación Nacional Suiza de Ciencias (SNSF Sinergia, por sus siglas en inglés), encontramos que, si la estética, la retórica y la poética investigan y conceptualizan la producción artificial del asombro en el triple sentido de admiración, deslumbramiento y sorpresa, estas emociones estrechamente relacionadas también se ponen en funcionamiento en una gama mucho más amplia de actividades humanas. Suelen buscarse, gestionarse y cuestionarse, por ejemplo, en política, pedagogía y educación, polemología, ecología, seguridad, ciencia (popular), publicidad y medios de comunicación, pero también entran en juego en aspectos de persuasión, manipulación y entretenimiento.
Señalan que es posible trazar la trayectoria de la comprensión aristotélica del asombro como el comienzo de la filosofía y el conocimiento hasta bien entrado el siglo XX, y también que el influyente concepto platónico del asombro como medio para vislumbrar ideas eternas se puede encontrar tanto en discursos epistémicos como religiosos y poéticos.
Por una parte, el tema de la verdad por la vía del asombro mira a la instrumentalización de esta emoción para adquirir y promover el conocimiento y establecer su pertinencia. Por otra parte, examina las afirmaciones de verdad que consideran al asombro como un enfoque ingenuo o intuitivo del mundo que, sin embargo, puede otorgar acceso a una verdad superior. Dependiendo de los diversos puntos de vista críticos posibles, la comprensión última por la vía de asombrarse o maravillarse se encuentra en contradicción con las formas ilustradas, cognitivas, racionales o tecnocráticas de tratar con el mundo.
De esta manera, el asombro conecta patrones culturales, intereses religiosos, científicos o políticos y modelos explicativos, tanto con una esencia antropológica como con una verdad de la experiencia, de manera legitimadora y afirmativa.
Termina con una mejor comprensión de la realidad.
Utilidad
La función del asombro es razonar sobre los nuevos estímulos, con los cuales tenemos poca o ninguna familiaridad, e integrarlos con ideas de cierta semejanza que se han procesado antes. Ello a menudo requerirá ajustarse a nuestros marcos conceptuales previos.
Como ya hemos señalado, el asombro se puede gestionar, procurar y promover, con gran efectividad, porque es una invaluable herramienta para captar la atención y alcanzar objetivos educativos, de persuasión y manipulación.
Dcher Keltner y Jonathan Haidt, en su estudio Approaching awe, a moral, spiritual, and aesthetic emotion (2003), propusieron una explicación evolutiva para el asombro. Sugirieron que la emoción actual de asombro se originó a partir de sentimientos de asombro primordial, una respuesta instintiva que los individuos de bajo perfil sentían en presencia de otros más poderosos y de alto estatus, que habría sido adaptativa al reforzar las jerarquías sociales.
Este asombro primordial ocurrió sólo cuando la persona de alto estatus tenía características grandiosas (en tamaño, fama, autoridad o prestigio), que requerían que el individuo inferior se involucrara en la acomodación piagetiana (cambiar la representación mental del mundo de uno para acomodar la nueva experiencia).
Los autores proponen que este sobrecogimiento primordial luego se generalizó a cualquier estímulo que requiera acomodación. Estos estímulos aún incluyen estar en presencia de otra persona más poderosa (el prototípico asombro primordial), pero también experiencias espirituales, grandes escenarios naturales, fuerzas y/o desastres naturales, obras producto del ser humano, tales como la música o la experiencia de comprender una gran teoría científica.
Keltner y Haidt proponen que el asombro tiene connotaciones tanto positivas como negativas, y que hay cinco características adicionales que influyen en la experiencia de la emoción: amenaza, belleza, habilidad, virtud y lo sobrenatural.
Ejemplos
Las siguientes son algunas situaciones en las que llegamos a experimentar esta emoción:
- El poder y contundencia del relámpago y el trueno en medio de una tormenta.
- La belleza y perfección de una experiencia estética: escuchar música, observar danza, pintura o al entrar a un espacio arquitectónico.
- Presenciar el número de un mago o ilusionista que hace desaparecer y aparecer a una persona ante nuestros ojos.
- Cuando un niño ve emerger un polluelo de su cascarón.
- Observar a una efigie de piedra o de madera ‘milagrosamente’ manar sangre o lágrimas.
- Ver un inesperado remate a gol que traza una trayectoria ‘imposible’.
Referencias culturales
Citas
“Hay todo tipo de preguntas interesantes que provienen del conocimiento de la ciencia, que sólo suman a la emoción, el misterio y el asombro ante una flor. Sólo suman. No entiendo cómo pudieran restar”. Richard Feynman, en ¿Qué te importa lo que piensen los demás? (1988).
“Dos cosas llenan la mente de maravilla y asombro cada vez mayores cuanto más a menudo e intensamente se siente atraída hacia ellas el pensamiento: el cielo estrellado sobre mi cabeza y la ley moral en mi interior”. Immanuel Kant, en Crítica de la razón práctica (1788).
“El asombro es más que una emoción; es una forma de comprensión, una penetración en un significado más grande que nosotros mismos. El principio del asombro es maravillarse, y el principio de la sabiduría es el asombro. El asombro es una intuición de la dignidad de todas las cosas, una comprensión de que las cosas no sólo son lo que son, sino que también representan, aunque sea remotamente, algo supremo”. Abraham Joshua Heschel, en ¿Quién es el hombre? (1965), cap. 5
Literatura
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Series
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