Convertirse en un “fantasma” para la pareja ocasiona daños emocionales y sentimientos negativos a largo plazo.
Un día las notificaciones no paran de sonar, al otro han desaparecido por completo y la persona de interés ha eliminado de tajo toda vía de comunicación. Esa relación que parecía prometedora, se ha convertido sin aviso de por medio en una fuente de tristeza y depresión.
Esta acción se conoce actualmente como ghosteo, una adaptación del anglicismo ghosting que hace referencia a convertirse en “fantasma”. Así lo explicó Claudia Ivethe Jaen Cortés, académica de la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la Facultad de Psicología:
“Es una estrategia que utilizan tanto hombres como mujeres. Cuando uno tiene una relación, ya sea virtual o cara a cara, a través de las redes sociales, mensajes de texto o llamadas, puede romper con la pareja; en el ghosteo, al terminar una relación en la que se compartían afectos e intimidad, de pronto uno de los miembros bloquea a la otra persona, no responde sus mensajes ni llamadas sin dar explicaciones.”
La especialista apuntó que el término se ha popularizado entre las generaciones más jóvenes –y aquellas que no lo son– gracias al acceso casi universal a medios electrónicos de comunicación. En México se calcula, según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, que más de 90 millones de personas utilizan un teléfono inteligente, el equivalente a 78.3 por ciento de la población. Mientras que en el ámbito mundial 5,320 millones de personas usan uno de estos dispositivos, según el informe Digital 2022 April Global Statshot publicado por la plataforma Hootsuite.
“Hemos encontrado en investigaciones que la mayoría de las parejas actualmente se comunican a través de los medios electrónicos, es una forma de interacción que antes no sucedía”, subrayó.
Y añadió: “Eso ha generado que haya nuevas maneras de vincularse; es una interacción que se conoce como no cara a cara. Ahora hay estrategias novedosas, tanto para involucrarse como nuevas aplicaciones para buscar pareja. Esto también ha traído consecuencias negativas, como es el caso de la violencia que se ejerce a través de medios electrónicos y las redes sociales”.
Consecuencias
Jaen Cortés argumentó que el fenómeno no es nuevo, anteriormente también se podía desaparecer de la vida de alguien al concluir una relación. Sin embargo, esta agresión emocional aparece de manera más constante en redes sociales.
“Ahora es una práctica bastante común, dado que casi todas las personas tenemos acceso a un smartphone. De acuerdo con las investigaciones empíricas que hemos realizado, las prevalencias actualmente oscilan entre 13 y 30 por ciento entre quienes lo han padecido. Es una manera agresiva de finalizar una relación de pareja. Esto puede ocasionar daños emocionales a la otra parte”, señaló.
Actualmente, prosiguió la académica, las relaciones de pareja se están transformando y el compromiso en una relación ha tomado diferentes matices: “las razones por las cuales se mantenían las relaciones de pareja han cambiado; antes era por cuestiones económicas, posición social, estatus, presión cultural, etcétera, hoy en día, todos estos patrones están modificándose. La cultura ha hecho que la forma de vincularnos sea distinta, incluso los divorcios han aumentado de manera abrupta”.
“Por eso, esta técnica del ghosteo es más frecuente, lo cual ocasiona daño emocional y emociones negativas: tristeza, culpa, dolor, depresión, ansiedad, dificultad para volverse a relacionar, desconfianza y, por supuesto, afecta la autoestima”, afirmó.
Responsabilidad afectiva
Para la experta las parejas más jóvenes tienen que ser responsables afectivamente, pues es sencillo ejercer violencia emocional mediante las redes sociales sin notarlo.
“Al aplicarlo (el ghosting) hay diferencias entre hombres y mujeres: ellos, en mayor proporción, lo realizan en las apps específicas para conseguir citas, como Tinder; ellas, lo hacen con mayor frecuencia en redes sociales –Facebook o WhatsApp–. De ahí que actualmente se hable mucho del término responsabilidad afectiva”, precisó la universitaria.
Alertó que también se puede caer en el monitoreo excesivo –“vigilar el paradero de la pareja, qué hace, acechar, revisar su celular, su actividad en redes, se conoce actualmente con otro término anglosajón: stalkear”– y de control –“la pareja te presiona para publicar ciertas cosas, eliminar información, enviar tu geolocalización o fotografías de con quién estás”.
Además, complementó, se da la “vigilancia cibernética, que consiste en crear cuentas falsas para revisar a la pareja. O el acoso sexual, que es presionar para tener actividad sexual a través del teléfono celular, mandar fotografías o material pornográfico sin el consentimiento de la otra parte de la pareja. Y se presenta la violencia psicológica: crear apodos, enviar agresiones o mensajes que lastimen los sentimientos de la pareja. Debemos practicar estrategias de buen trato, establecer límites y decirle a la otra parte qué se espera de la relación, cuáles son nuestras necesidades afectivas, económicas, sexuales”.