Hace exactamente un año y con el título de “El campo, oficio del hombre…” anunciamos el medio siglo del Rancho San Martín. Decía: en el rancho trabajan mi yerno, Alejandro Aguirre Aguirre, mi hija Magdalena y el hijo menor de ambos, Sebastián. Los tres ingenieros agrónomos en distintas especialidades.
Hace muchos años, cuando conocí San Martín, propiedad de mi consuegro Antonio Aguirre, también ingeniero agrícola, se dedicaba a defender a los productores de cebada maltera. Maltratados por los compradores, las cerveceras, concentró el producto en los amplios patios del rancho, donde se asoleaba hasta que quedaba seca totalmente y de allí, al poblado de Grajales.
Antonio ejercía su profesión como un apostolado. Decía que el agrónomo es un hombre libre, generador de riqueza; se veía casi como un enviado divino, en lo que no le faltaba razón porque en sus fundos campiranos a los jornaleros se les pagaba o se les paga, supongo, el salario de ley y las prestaciones debidas.
Cuando las cerveceras insistieron en recibir directamente el producto, el mercado se desorganizó. Los pequeños productores de Tlaxcala y de Hidalgo, con producción de menos de cinco toneladas tenían que alquilar un camión al que hacían esperar para que el dueño de la mercancía, desesperado, ofreciera mordida para que le recibieran su producto.
He visto los extraños caminos por los que caminan los mercados agrícolas. No soy experto ni me he interesado en conocer procesos de producción y comercialización. Por ejemplo, me consta que cuando hay exceso de lluvia la papa se raya, o sea le salen franjas oscuras en la cáscara.
El producto conserva sus propiedades, pero los intermediarios se agarran de tal circunstancia para bajarle el precio. En San Martín se optó por convocar a los propios trabajadores para que cosechen a su favor;sacan las papas y se la llevan a sus casas, gratis.
Por cuestiones del mercado las siembras van variando, hoy no se siembra papa, pero sí el brócoli que dejó de venderse a la empresa Don José de la familia Fox, cuando intentaron robarse la producción adquirida. Tiempos de campaña presidencial del Alto Vacío, por lo que hubo rectificación y pago.
No es cuento. Recibida de conformidad la carga en San Cristóbal, a la hora de pagar informaron que el producto había llegado tan húmedo que lo echaron al drenaje de la población. Imposible, se les respondió, porque se hubiese tapado el sistema de aguas de San Pancho.
San Martín ha sido pionero para la experimentación de cultivos. Hoy cosechan los frutos que genéricamente llaman “berries” y que cubren durante su gestación con una manta casi a nivel de surco. De este proceso está encargado Sebastian, quien acaba de hacer un viaje a Holanda relacionado con su negocio.
Por su parte Magdalena elabora deshidratados que son vendidos en tiendas de conveniencia como sustitutos ventajosos de las papas fritas y otros alimentos dañinos.
Y Alejandro en viajes a diversas universidades, norte, centro y sur del país imparte seminarios especializados en temas agropecuarios, y cuida la marcha correcta de la empresa familiar.
Hasta allí lo publicado hace exactamente un año. La nota se ilustraba con una panorámica resaltando el verdor del campo. Hoy, la visión es otra.
Sin conocer las causas, recibí la foto que adjunto donde se observa el terrible incendio que asuela los sembradíos de fresa, principalmente. Todo este jueves han combatido el fuego, auxiliados por sus vecinos y por pobladores de los pequeños poblados circunvecinos.
No es primera ocasión que sucede una conflagración de esta naturaleza, aunque generalmente no ataca los sembradíos sino las zonas boscosas y las planicies con arbustos secos.
En los casos anteriores, que me constan, bajan de los montes cercanos los pobladores cuando detectan el fuego, que combaten con ramas, mangueras y trascavos. Es, más o menos, lo que me consta, a las ocho de la noche me reportan que el incendio está incontrolable. Espero que en unas cuantas horas lo declaren extinto.
De la pérdida económica, no sé, pero seguro que se repondrán en poco tiempo. Son luchadores naturales y lo que sería una desgracia para el común, para ellos es simple incidente que van a superar… sin quejas.
carlos_ferreyra_carrasco@hotma
Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.