El dengue es una enfermedad con evolución clínica que puede manifestarse desde un malestar general hasta un cuadro grave, como el dengue hemorrágico.
Dicho padecimiento es causado por un virus transmitido al ser humano por la picadura de la hembra del mosquito Aedes aegypti, que tiene cuatro serotipos: 1, 2, 3 y 4; la infección por cualquiera de éstos deja inmunidad de por vida contra ese serotipo en particular.
El virus produce infecciones que, en su mayoría, son asintomáticas o subclínicas, pero en algunos casos pueden ser graves. La enfermedad tiene tres fases: febril, de tres a siete días; crítica, otros tres a siete días (en la que se pueden presentar petequias en cara y equimosis en las extremidades, así como escape de plasma), y fase de recuperación, con duración de entre 24 y 48 horas después de la fase crítica. Los niños tienen un mayor riesgo de desarrollar la fase crítica.
Se han realizado diversos estudios de impacto económico de la enfermedad. En Tailandia (1980) el costo de atención por dengue hemorrágico fue de 6.8 millones de dólares, mientras que la epidemia de 1981 en Cuba tuvo un costo estimado de 103 millones de dólares. En nuestro país no se tienen estudios de impacto económico.
La presencia de casos de dengue en México está dada por las condiciones sociales y económicas que han cambiado al paso de los años, como el crecimiento de zonas urbanas y costeras; el desarrollo de puertos industriales, con el consecuente aumento de los grupos poblacionales en zonas propicias de desarrollo del vector; el incremento de artículos manufacturados, en su mayoría desechables: botellas, frascos, llantas, latas, etcétera, que son objetos en donde hay reproducción del mosquito. Cabe mencionar que, en tres décadas, la producción de botellas desechables creció 4.4 veces y 6.2 veces la de llantas, por lo que se considera que el dengue se ha agravado por la ausencia de políticas ambientales.
La magnitud del problema es tal que cuenta con notificación epidemiológica para su vigilancia y control. No obstante, el cuadro clínico frecuentemente es confundido con otras infecciones virales, y para detectarlo se requiere de una prueba de laboratorio. Sin embargo, muchos sectores sociales consideran que el cuadro clásico de dengue es automedicable, no amerita atención médica y puede manejarse en casa, ya que lo conocen como “trancazo” “quebradora” o “quebrantahuesos”. Es por ello que en nuestro país hay un subregistro de la enfermedad.
En México hay un reporte semanal del Sistema de Vigilancia Epidemiológica. En la semana 30 del 2023 hubo 7,295 casos confirmados que, en comparación con los de la misma semana de 2022 (2,518), tuvo un incremento del 183 %; el 73 % de ellos corresponden a Quintana Roo, Veracruz, Yucatán y Puebla, el Estado de México reporta tres y Ciudad de México ninguno. Respecto de los decesos, se reportan 13 casos de muerte por esta causa en la nación. (SINAVE/DGE/SALUD/Sistema Especial de Vigilancia Epidemiológica de Dengue con información al 31 de julio de 2023).
La notificación de casos obliga a instrumentar medidas de detección, a fin de controlar la transmisión. En décadas pasadas se instrumentó un programa sanitario con movilización de personal técnico, que verificaba la descacharización para eliminar los reservorios del mosquito. Incluso se llegaba a aplicar larvicida en los domicilios para liberarlos de criaderos, lo que reducía al mínimo la participación de la comunidad, dejando la responsabilidad de la higiene de la vivienda al sector salud. La comunidad no considera una necesidad apremiante controlar al vector y, consecuentemente, al dengue, ya que le da más importancia a otras necesidades y padecimientos, como los crónicos-degenerativos.
Durante mucho tiempo la enfermería en salud pública desarrolló actividades de educación para la salud en el tema de la erradicación de los reservorios y la aplicación de mosquiteros en las viviendas, proporcionando información sobre los datos del padecimiento en las comunidades y las familias. Actualmente esto no ocurre. Pero el incremento de casos vuelve apremiante retomar dichas acciones, así como la capacitación y actualización del personal de salud, tanto en manejo de datos clínicos, pruebas de laboratorio y notificación.
También debe promoverse la participación de la comunidad como estrategia de control en las localidades de riesgo y en la realización de campañas de limpieza y descacharización de las viviendas. Actualmente se cuenta con la Guía para la participación comunitaria para la prevención y control del dengue, denominada Guía-patio-limpio, por parte de la Secretaría de Salud, de fácil acceso a la población.