Por Gabriel Gamar
Hay verdades que duelen como dardos
que se clavan en las paredes de la conciencia,
el dolor se extiende por el alma
dejando un rastro de remordimientos.
A veces uno busca verdades a medias
que nos hagan sentir a gusto con nuestros pecados,
y vivimos así para no lastimarnos
o para no hacer sufrir al que tenemos a lado.
Las verdades se deben decir en su momento,
ni antes ni después para no causar daños,
pero si una verdad no se dice a tiempo
más valdrá callarla para siempre.
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