Ricardo Del Muro / Austral
“Vamos a poner de pie a Acapulco. ¡Me canso ganso”, afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador con una de sus ya conocidas frases triunfalistas en la conferencia mañanera del lunes, pero todos sabemos que la reconstrucción será una tarea larga, difícil y costosa que heredará la sucesora en la Presidencia de la República y en donde la acción de la sociedad civil será fundamental para que la
rehabilitación no se limite a la zona hotelera, sino que también atienda a las colonias marginadas y se restablezca la seguridad en esta ciudad que alguna vez fue la “perla del Pacífico”.
Reconstruir Acapulco llevará no menos de cinco años y dicen que costará por lo menos 270 mil millones de pesos, pero más allá de reactivar la zona hotelera, será uno de los principales retos que tendrán el gobierno y los empresarios mexicanos, obligados a superar sus diferencias ideológicas, si es que quieren recobrar el esplendor que antaño tuvo este centro vacacional.
Todavía no se han cuantificado los daños que causó el huracán Otis; militares y socorristas levantan escombros y reparten despensas a los sobrevivientes y aumenta el número de víctimas (45 fallecidos y 47 desaparecidos, hasta el lunes), pero también, en medio de la devastación, han comenzado las
reuniones para planificar la reconstrucción.
En medio de la tragedia, desgraciadamente, se han manifestado las diferencias políticas; se critica la desaparición del Fonden, incluso se han divulgado en las redes informaciones falsas para desacreditar la labor gubernamental, al tiempo que otros críticos sugieren que el dinero de las campañas políticas o los fideicomisos de la Suprema Corte, se destinen a la reconstrucción de Acapulco.
Hay muchas visiones, algunas de corto alcance, en torno a la reconstrucción. Alejandro Domínguez Aveleyra, presidente de la Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas de Acapulco ha señalado que para este sector la reconstrucción podría llevar entre 12 y 18 meses, es decir, hasta 2025 o más, en tanto que Seyed Rezvani, director general del grupo hotelero Mundo Imperial, afirmó que el huracán no causó daños a la estructuras de los hoteles de ese grupo, ya que las afectaciones se limitaron a fachadas, recubrimientos, mobiliario y ventanas, por lo que los hoteles podrán volver a funcionar en 60 días.
El secretario de Turismo, Miguel Torruco, informó que la próxima semana el gobierno mexicano dará a conocer cuánto costará la reconstrucción de Acapulco, mientras que Francisco Solares, presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) señaló que esta tarea llevará no menos de cinco años.
El presidente del Comité de Convenios de la Asociación Mexicana de Seguros y Fianzas (AMASFAC), Fernando de la Torre, indicó en entrevista para El Financiero que el monto a pagar por las aseguradoras no superará los 2 mil 675 millones de dólares que dejó el huracán Wilma en Cancún, debido a la baja
penetración de los seguros en Acapulco.
Autoridades federales y empresarios de Acapulco, encabezados por representantes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y del Servicio de Administración Tributaria (SAT), sostuvieron una reunión privada, este lunes, en la base naval de Icacos para establecer los mecanismos financieros y
los apoyos que brindarán para la reconstrucción del puerto.
Sin embargo, coincido con lo señalado por Jorge Fernández Menéndez y Luis Carlos Ugalde, articulistas de Excélsior y El Financiero, se debe establecer, además, un programa de largo plazo, que el Estado mexicano está en condiciones de realizar: se debería reconstruir Acapulco desde otras bases.
Parte importante de la crisis que vive el puerto, su depauperización, indicó Fernández, se debe a que creció sin ninguna planificación urbana y a pocos metros de zonas turísticas crecen viviendas sin planeación ni servicios, apiñadas en cerros que desgajan en cada tormenta. Hay que aprovechar la tragedia para planificar Acapulco, no sólo la zona turística, sino también la habitacional, redistribuyendo la población y ofreciéndole viviendas dignas y servicios, como ocurre en otros desarrollos turísticos del país.
Ugalde, a su vez, señaló que la tragedia humana que enfrenta Guerrero puede ser una oportunidad para desterrar la captura del crimen y de las clientelas políticas que han sometido el desarrollo de Acapulco.
Una vez pasada la emergencia, tanto los gobiernos federal como locales, así como las empresas turísticas, los restauranteros, los inversionistas inmobiliarios, las organizaciones sociales, organismos internacionales y supervisores de transparencia y rendición de cuentas podrían hacer una gran alianza para trazar una ruta de reconstrucción y relanzamiento de Acapulco, por ejemplo, con una visión de diez años. RDM
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