Una revisión exhaustiva de la investigación sobre el sueño que abarca cinco décadas subraya la importancia de obtener tus Zzzzzs. La pérdida de sueño socava el funcionamiento emocional y aumenta el riesgo de ansiedad y depresión de una persona, encontró el estudio. También afecta las emociones positivas como la alegría, la felicidad y la satisfacción.
“En nuestra sociedad, en gran parte privada de sueño, cuantificar los efectos de la pérdida de sueño en las emociones es fundamental para promover la salud psicológica”, dijo la autora principal, Cara Palma, directora del Laboratorio de Sueño y Desarrollo de la Universidad Estatal de Montana, en Bozeman.
“Este estudio proporciona una fuerte evidencia de que los períodos de vigilia prolongada, la duración más corta del sueño y los despertares nocturnos influyen negativamente en el funcionamiento emocional humano”.
En el estudio, el equipo de Palma analizó datos de 154 estudios que incluyeron a más de 5,700 personas. En todos los estudios, el sueño de los participantes se interrumpió durante una noche o más. Algunos mantuvieron a los participantes despiertos durante un período prolongado. Algunos permitieron cantidades de sueño menos de lo normal, y otros despertaron a los participantes periódicamente durante toda la noche. Cada uno también observó una medida emocional, como el estado de ánimo autoinformado o las medidas de ansiedad y depresión.
Los tres tipos de pérdida de sueño afectaron las emociones positivas y aumentaron los síntomas de ansiedad, como la preocupación y la frecuencia cardíaca rápida. “Esto ocurrió incluso después de periodos cortos de pérdida de sueño, como quedarse despierto una o dos horas más tarde de lo habitual o tras perder apenas unas pocas horas de sueño”, comentó Palmer en un comunicado de prensa de la Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association).
“También encontramos que la pérdida de sueño aumentaba los síntomas de ansiedad y mitigaba la excitación en respuesta a los estímulos emocionales”.
Los investigadores dijeron que los hallazgos sobre los síntomas de depresión y las emociones, como la tristeza, la preocupación y el estrés, eran inconsistentes y más pequeños. Una limitación del estudio es que la mayoría de los participantes eran jóvenes, con una edad promedio de 23 años. Los estudios futuros deben buscar más información sobre cómo la privación del sueño afecta a las personas en distintas etapas de la vida, señalaron los investigadores. Otras vías de investigación podrían incluir examinar por qué algunas personas son más vulnerables que otras a los efectos de la pérdida de sueño y los efectos de la pérdida de sueño en diferentes culturas. La mayor parte de la investigación de la revisión actual se llevó a cabo en los EE. UU. y Europa.
Más de un 30 por ciento de los adultos y hasta un 90 por ciento de los adolescentes no duermen lo suficiente, dijo Palmer. “Las implicaciones de esta investigación para la salud individual y pública son considerables en una sociedad en gran medida privada de sueño”, dijo. “Las industrias y los sectores propensos a la pérdida de sueño, como los socorristas, los pilotos y los conductores de camiones, deben desarrollar y adoptar políticas que prioricen el sueño para mitigar los riesgos para la función diurna y el bienestar”.
Los hallazgos se publicaron en la edición del 21 de diciembre de la revista Psychological Bulletin.