Sabido de sobra qué hay varias clases de marxismo, desde el que confunde y simplifica aplicándola al mes de marzo, hasta los adoradores de ese inconcebible señor, Groucho, síntesis gloriosa de la filosofía cucha, sin olvidar al tocayo Carlos autor de la obra menos leída y más citada por los teóricos de la política moderna.
Según esa fuente infinita de sabiduría, internet, los idus de marzo en el calendario romano correspondían a los días 15 del mes de Martius. Los idus eran días de buenos augurios que tenían lugar los días 15 de marzo, mayo, julio y octubre, y los días 13 del resto de los meses del año.
Los citamos cada vez que es posible y de hecho sin saber de qué va el asunto. Igual lo aplicamos a buenas cosas por venir que al vaticinio de desastres. Total: lo usamos y ante la ignorancia general, nos adornamos con tan culta cita.
De Marx, el mayor de los célebres hermanos, Groucho, dejó para la eternidad una frase que sintetiza el pragmatismo de los hombres públicos de todo el universo.
Groucho comentó a su interlocutor en una bien recordada cinta al inicio de las películas habladas: esos son mis principios, pero tengo otros si estos no le agradan.
En cuanto a grupos organizados, lo mismo clubes que partidos políticos, este pensador que muchos todavía creen que era un exitoso cómico, fabricante de frases felices, dijo que nunca pertenecería a un club donde admitieran a gente como él.
Lo decía con gracia, con ritmo y seguramente con cierta entonación. Trato de recordar pero sólo viene a la memoria el contenido aunque en este caso el continente es valioso.
Veo por todos lados menciones al tercer Marx, Karl, autor de un mamotreto tan pesado como la Biblia, Guerra y Paz o el mismísimo Don Quijote incluyendo estudios y presentaciones de los inteligentérrimos adoradores de esa obra.
La biblia todo mundo la conoce aunque sólo quienes pertenecen a determinadas feligresías la consultan o hacen lecturas colectivas. Aprenden frases, autores presuntos y hasta páginas y números de versículo, lo que no obsta para que recen sin entender.
De Guerra y Paz, un ladrillo doble que leí más por disciplina que por real interés, pronto llegué a la conclusión que amontonaba más nombres que el directorio telefónico.
Para los ignorantes de la generación vigente: el directorio telefónico se dividía en dos, las páginas blancas registraban los nombres, domicilios y números de todos los particulares que contaban caseramente con este servicio.
La otra sección, amarilla, hacía lo propio con los teléfonos comerciales. Esta parte con menor cantidad de números registrados, era más amplia por los anuncios y toda suerte de reclamos comerciales que eran insertados. Costaban, desde luego.
Era gratuito para los suscriptores al servicio.
Del Capital, la obra seguramente más conocida y citada bajo la firma de Carlos Marx, es posiblemente la menos leída en la historia de la literatura política. En grados estudiantiles se analiza, se comenta y puede asegurarse que con resultados parecidos a los anuncios de cacerolas con Teflon: nada se pega.
En los antes acostumbrados círculos de estudios marxistas, reservados a grupos de tal afiliación política o, en Cuba, como parte integral de la formación de cuadros dirigentes, se tomaba muy en serio el conocimiento de esta obra.
Tanto, que le evadía y con el razonamiento de que para alcanzar la excelsitud del pensamiento marxista, había que empezar con obras no menores, sino más accesibles y de otros autores.
En la transformación región cuatro, es acusación recurrente de que el gobierna es comunista y que nos lleva a una versión ridícula de la Venezuela de Maduro. Se hace el juego de palabras afirmando que López Obrador con sus decisiones y propuestas, ya está “maduro”.
Hay un abismo entre
pejista y antipejistas. En favor de los segundos diré que procuran
razonar, así sea en forma tan fallida y tan absurda como atribuirles
tendencias para las que deberían haber estudiado. Mucho, y nadie los
acusaría en su sano juicio
de medianamente preparados como hemos visto en el cúmulo de errores tapados por caprichos y órdenes voluntariosas.
Los segundos cada día más aburridos emitiendo condenas y usando un limitadísimo idioma en base a los mismos términos y que se circunscriben a una fijación anal, la palabra pendejo y la descalificación “per se” de los antecedentes profesionales del atrevido que cuestionó el oscuro proceso político del país.
Para terminar, debemos aceptar que no
hay inteligencia, información o destrezas burocráticas y que puede
suponerse lo que por el momento quiera el lector, pero marxistas no,
comunistas menos y maduros … allí sí quién sabe.
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com
Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.