Gabriel Gamar
En días que se arrastran entre el tedio
La tristeza se cuela en cada esquina,
El reloj se vuelve un eco lento y frío
Donde el tiempo se alarga en las cortinas.
Las horas se estiran como sombras largas
Los minutos pesan como losa en el alma,
El corazón suspira en las mañanas
Cada segundo se estanca en la calma.
En la quietud grisácea de este instante
Los días se deslizan, lentos y oscuros,
Como lágrimas que caen sin consuelo
En un mar de silencios y apuros.
Pero en cada pausa, en cada suspiro
Se teje la esperanza, un hilo fino,
Que entre el tedio y la tristeza se adentra
Y abre caminos nuevos en el destino.
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