Inicio POLÍTICA #Crónica | Entre traiciones, portazo y llanto, Senado aprueba Reforma Judicial

#Crónica | Entre traiciones, portazo y llanto, Senado aprueba Reforma Judicial

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La Reforma Judicial, considerada un regalo para el presidente Andrés Manuel López Obrador, pasó la prueba en el Senado. Falta la aprobación en al menos 17 congresos locales para ser un hecho.

Un día insólito. Así transcurrió la discusión de la Reforma Judicial en el Senado de la República. Fue la jornada en que la izquierda corrió a tropel, abandonó el salón de sesiones de la Cámara alta, acorralada por una protesta social que irrumpió la sesión rompiendo puertas y tomó la tribuna con la exigencia de ser escuchados.

El bloque oficialista buscó una sede alterna para sesionar y sacar, a toda costa y bajo resguardo policiaco, la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador para el Poder Judicial.

Fue también el día en que la oposición se vio acorralada ante la estrategia de Morena y sus aliados de conseguir la anhelada mayoría calificada y sus esfuerzos de resistencia se debilitaron ante la caída de un senador panista que anunció su voto a favor y la ausencia de un emecista.

Traición, la palabra que marcó la discusión

La palabra clave fue «traición», usada como adjetivo, como sustantivo y como verbo.

Esa traición, en el aire desde hace días, se fue materializando con el salto de dos ahora experredistas, Sabino Herrera y Araceli Ocampo, a la bancada de Morena. Pero también le tocó al PAN. Las horas previas al inicio de la discusión pusieron la mira en el senador Miguel Ángel Yunes Márquez, quien perdió contacto con su bancada.

Durante la sesión de primera lectura, Yunes Márquez solicitó licencia por cuestiones de salud y su papá, Miguel Ángel Yunes Linares, asumió el cargo. Esto desató una confrontación entre panistas.

El líder del PAN, Marko Cortés Mendoza usó su primera intervención de la 66 Legislatura para lamentar, lleno de sentimiento, lo que acababa de suceder. “¡Vaya tristeza…vaya decepción¡”, dijo casi al borde del llanto. “Estás a tiempo todavía de pasar a ser un héroe de la patria y no un traidor”, recordó al senador Yunes Márquez, quien horas más tarde retomó su escaño y anunció su voto a favor.

En los pocos minutos que tomó su sitio, Yunes Linares se defendió ante las acusaciones del líder panista. “Ni corrupto ni traidor, traidor tú”, respondió entre gritos de “¡traidor, traidor, Judas!”.

En la presidencia del Senado, a cargo de Gerardo Fernández Noroña, se propició el debate y los legisladores desde la tribuna hasta sus lugares vieron a los panistas acusarse de traición, de apropiarse de candidaturas y señalarse mutuamente.

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Los senadores Adán Augusto López y Manuel Velasco arroparon a Miguel Ángel Yunes Linares. (Foto: Luis Cortes/Reuters)

Yunes Linares aseguró que le aportó un millón de votos a la Coalición, arropado por morenistas, petistas y verdes, que lo recibieron como héroe, entre abrazos y anécdotas. Le dieron un escaño temporal lejos del PAN. Hasta allá fueron Adán Augusto López y Manuel Velasco, líder de los senadores verdes, quien todo el tiempo lo tuvo a su cuidado.

La extraña ‘desaparición’ de un senador

El voto de Yunes ya ni siquiera era necesario, pues había un senador menos en el pleno, el emecista Daniel Barreda, quien se ausentó durante toda la jornada ante la detención de su padre en Campeche.

Con 127 senadores presentes, bastaban sólo 85 votos que Morena y sus aliados conjuntaban, pero este bloque decidió ir por el 86, el de Yunes, y que los cambios a la Constitución quedaran fuera de toda duda.

No obstante, si Barreda de MC no se presentó fue por «una operación de presión y persecución del gobierno de la morenista Layda Sansores», acusó el líder emecista, Clemente Castañeda. Sin el senador propietario, Eliseo Fernández, declarado inelegible por orden judicial, a 17 días de la elección, Movimiento Ciudadano y la oposición perdieron un voto.

En varias ocasiones, Clemente Castañeda se apoderó de la tribuna para hacer la denuncia y forzar la liberación. “Yo estoy listo, agarramos unos calzones y unos calcetines y nos vamos a Campeche” le dijo al morenista Fernández Noroña, quien reiteró está obligado a velar por el fuero de los legisladores.

Castañeda lideró la lucha por el senador Barreda y pidió receso para atender su caso. Solo alargó la discusión, pues su petición fue desechada por el voto mayoritario del bloque oficialista.

Surgió la confrontación con Morena. Desde su escaño, el líder de ese partido, Adán Augusto López, dijo haber hablado con el senador de MC, mientras que desde la presidencia del Senado, Fernández Noroña, aseguró haber encontrado por teléfono al ausente. “Está libre y en la Ciudad de México”, garantizó, cuando a los emecistas no les contestaba.

Ya hacia el fin del día, se dio a conocer que Barreda se lanzó a Campeche para acompañar a su padre, quien sí fue retenido en esa entidad. »Les pido que nos dejen ir a descansar. Mi papá tenía un tema personal y tuve que venir a acompañarlo. Mi padre fue retenido y lo trajeron para acá. Yo vine con mi padre», contó al salir de los juzgados previamente de que se diera la votación en lo general.

La interrupción «inédita» en el Senado

El obsequio a López Obrador quedó manchado por la protesta social. No fue la primera vez que irrumpe en el Senado, pero sí fue un inédito portazo que sacó a los legisladores de su casa legislativa y los hizo sesionar en el exilio, en la Casona de Xicoténcatl.

Cuando ya habían llorado en la tribuna y demandado «hacer las maletas con calzones» para ir al rescate del senador naranja Barreda, en una segunda sesión convocada para acelerar la Reforma Judicial, los senadores se vieron interrumpidos por el “portazo” de trabajadores judiciales que entraron a la fuerza a la sede legislativa.

Hombres y mujeres, trabajadores del Poder Judicial, “armados” con matracas, megáfonos, banderas de México, cornetas de las fiestas patrias, lograron forzar las rejas del búnker en que estaba convertido el Senado, y dieron «portazo» al estilo de la izquierda.

A patadas y empujones forzaron una puerta de vidrio –a falta de barretas y ganzúas, herramientas propias de las irrupciones– y a tropel, tras más de una hora de intentos, ingresaron al pleno del Senado, junto con la prensa, todos bañados en espuma de extintores, usados por personal de resguardo para repelerlos.

“¡Esta represión, es de López Obrador¡”, gritaron al recibir el maltrato, “¡sin violencia, sin violencia¡”, calmaron los ánimos.

Ya para cuando ingresaron al salón de plenos, aquellos que acostumbraban tomar tribunas salieron corriendo, superados en número por los inconformes, unas 300 personas, se fueron a sesionar a otra sede bajo resguardo policiaco.

Al menos cuatro personas resultaron lastimadas, tres caídas, uno, presumiblemente asesor de Morena, a punto del infarto, pero la protesta siguió.

Signo de los nuevos tiempos, sólo se quedaron a recibirlos panistas y emecistas, quienes siendo actualmente oposición acusaron persecución desde el poder. Volteados los papeles, el morenista Fernández Noroña, aquel que tomó tribunas, denunció desde la nueva sede que fueron víctimas de una irrupción violenta y exigió respeto y debate de altura.

Las horas de discusión en la nueva sede no fueron distintas. Adentro los senadores se enfrentaban en tribuna a favor y en contra de la reforma al Poder Judicial. El nombre del senador Barreda seguía saltando con la esperanza de que lo esperaran y la oposición lograra sumar un voto más, aunque Morena y sus aliados ya habían cumplido con la misión y contaban con la mayoría calificada.

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Legisladores se fueron a la sede alterna tras la toma del Senado. (Foto: Cuartoscuro)

La oposición tomó la tribuna, mientras manifestantes seguían afuera del recinto exigiendo ser escuchados y esperando un milagro. Pasadas las ocho horas de debate, se fueron escuchando uno a uno los votos de los senadores presentes.

Al final no fue necesaria la interpretación aritmética con la que jugaba Morena, junto con sus aliados y el voto de Yunes Márquez, sumó 86 votos a favor para su aprobación en lo general. La oposición, sin el voto del panista y con el emecista ausente, se quedó con 41 votos.

Así, Morena pudo dar al presidente López Obrador su regalo de despedida, de cierre de su sexenio, la Reforma Judicial, pues aunque falta el aval de por lo menos 17 congresos locales, el camino está allanado, pues cuentan con esa mayoría.

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