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El patriarcado ha devastado al planeta: Enrique Graue

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Se debe visibilizar y promover el liderazgo, la perspectiva y las aportaciones de la mujer en todos los ámbitos.

“El patriarcado y sus sistemas han devastado al planeta y hoy un nuevo pacto social se hace imprescindible para el bienestar de las futuras generaciones y para poder dar cabal cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, subrayó.

De ahí la importancia de visibilizar y promover el liderazgo, la perspectiva y los resultados que aportan las mujeres en diferentes órganos de gobierno, organismos internacionales, empresas, academia, así como el desarrollo comunitario, añadió al inaugurar en línea el ciclo de conferencias Después del 2030: Mujeres Líderes por un Mundo Sustentable, organizado por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (COUS).

Graue Wiechers consideró indispensable discutir, desde todos los sectores, las acciones pertinentes para trazar nuevas rutas y rediseñar las condiciones políticas y sociales con una perspectiva distinta a la determinada por un sistema patriarcal excluyente.

Llamó a educar en equidad, y anotó que, en América Latina, las mujeres enfrentan una falta de acceso a la educación en todos los niveles, hecho que origina tanto desventajas sociales como vulnerabilidad, limitando muchas de sus potencialidades para contribuir a construir un futuro sostenible.

Dijo que la actual crisis sanitaria ha acentuado este problema, al que se suma una división sexual del trabajo y una organización social del cuidado desiguales, que definitivamente atentan contra los derechos y la autonomía de las mujeres.

Recordó que en la UNAM se trabaja para cambiar estas condiciones y las dinámicas que generan. “Se hicieron cambios al Estatuto General; se creó la Coordinación para la Igualdad de Género y se aprobaron programas de estudio con enfoque feminista, entre otras acciones que requieren permanente impulso y difusión”.

Los problemas ambientales y sociales causados por las desigualdades de género, la violencia y un desarrollo desmedido pueden y deben ser solucionados, insistió.

Pero estas soluciones sólo serán viables si compartimos y estimulamos, especialmente con las nuevas generaciones, el liderazgo de las mujeres en la adopción de decisiones claves.

“Si logramos transmitir la necesidad de una plena realización de derechos y de la autonomía de todas ellas, en especial el derecho a la igualdad de participación, tendremos cada vez más y mejores herramientas para poder conseguir un futuro sustentable”, remató.

Alberto Ken Oyama Nakagawa, secretario de Desarrollo Institucional, destacó que el ciclo de conferencias es organizado por la COUS, entidad creada en 2018 con el objetivo de promover la integración de la sustentabilidad como eje transversal de las actividades y espacios de esta casa de estudios, y potenciar las contribuciones de todos los universitarios en la transición hacia la sostenibilidad en los ámbitos local, nacional y regional.

“El fin último es transitar hacia una Universidad sustentable y coadyuvar con ello al desarrollo de una sociedad justa e igualitaria”, finalizó.

Alicia Bárcena. Foto: Erik Hubbard.

En AL, década pérdida

En Latinoamérica y el Caribe enfrentamos una década perdida en materia del PIB per cápita, así como un retroceso de 20 años en pobreza extrema y de 12 años en pobreza, indicó Alicia Bárcena Ibarra, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Enfrentamos en la región una década perdida que se refleja en 208 millones de personas en situación de pobreza; 78 millones en pobreza extrema; 4.9 por ciento de aumento en la desigualdad, y un desencanto hacia el modelo económico, “esa cultura del privilegio que se va hacia las élites, herencia de nuestros vestigios coloniales que naturaliza la inequidad, las jerarquías sociales, el patriarcado y la discriminación”, añadió la también doctora honoris causa por la UNAM.

Al participar en la serie de conferencias magistrales Después de 2030: Mujeres Líderes por un Futuro Sustentable, organizado por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad, aseveró que la pandemia mostró que la tarea de los cuidados es algo fundamental. Somos cuidadoras por naturaleza, cuidamos y somos capaces de hacerlo con las personas, el planeta; sin embargo, es una tarea no reconocida económicamente ni, en ocasiones, socialmente.

Recordó que antes de la pandemia la región y el mundo entero ya tenían bajo crecimiento económico, con una creciente desigualdad y fragmentación de acceso a la salud.

Asimismo, dijo, la crisis sanitaria global acentuó y reveló problemas estructurales serios que ponen en riesgo la estabilidad del sistema económico y social, y también puso en evidencia que carecemos de un sistema primario de salud en la región, el acceso inequitativo a las vacunas y la poca generosidad de los países desarrollados para compartirlas.

En su conferencia magistral, Construir la Sociedad del Cuidado para una Recuperación Transformadora con Igualdad y Sostenibilidad, realizada en el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo y el Día Internacional de la Diversidad Biológica, Alicia Bárcena mencionó que la pandemia por Covid-19 nos hace repensar el desarrollo de la infraestructura de la vida, el sistema de seguridad social, vivienda, empleo, la extensión de beneficios sociales y tareas del cuidado.

Puntualizó que la división sexual del trabajo ha exacerbado el no remunerado y la carga de los cuidados en hogares, una de cada cuatro mujeres de entre 15 y 24 años no estudian ni trabajan porque no pueden; 75 por ciento de esas jóvenes se dedican a cuidar a sus hermanos, padres, abuelos, etcétera.

En ese sentido, planteó que debemos ser una sociedad –no sólo las mujeres– que se cuida y que sabe cuidar. La pandemia ha profundizado estos problemas estructurales de desigualdad, informalidad y pobreza, llevamos siete años de crecimiento profundo de estas inequidades, y magnificó la injusta división sexual del trabajo y organización social del cuidado.

“Tenemos un retroceso de una década en relación a la inclusión laboral de las mujeres y un impacto desigual en los jóvenes, sobre todo en trabajadores informales. Lo que urge es un pacto social y político para avanzar hacia un estado de bienestar con sistemas de protección social universales.”

Resaltó que en un año de pandemia el PIB de la región cayó 7.1 por ciento, cerraron 2.7 millones de empresas con una gran desocupación, en particular entre las mujeres, con agudas brechas laborales de género.

Nudos estructurales

Habló de la existencia de nudos estructurales principales de inequidad que atentan contra la autonomía de ellas: una gran desigualdad socioeconómica y pobreza, concentración del poder, sobrerrepresentación de éstas en hogares pobres con mayor desempleo, y el aumento de la violencia familiar y en el ciberespacio.

También, agregó, el sector femenino está más expuesto a la pérdida de empleos; en Latinoamérica 57 por ciento de ellas lo ha perdido, la mayoría laboraba en sectores de alto riesgo, con informalidad, bajos ingresos; mientras que en el Caribe 45 por ciento carece de protección social. En tanto que en la región en general 73.2 por ciento de los trabajadores del sector salud y 70.5 por ciento del sector educativo son mujeres y no ganan lo mismo que los hombres con tareas similares, la diferencia salarial es de casi 30 por ciento.

Consideró que la sobrecarga en cuidados ha sido dramática y el índice de pobreza femenina mucho mayor, es decir de 209 millones de pobres, 118 son mujeres, 39 por ciento no tiene ingresos propios, lo que les impide el acceso a Internet.

Comentó que sólo 67 por ciento de los habitantes de Latinoamérica y el Caribe y 60 por ciento de los hogares tiene Internet; 46 millones de hogares carecen de conexión; sólo 21.2 por ciento de los empleados pueden teletrabajar, mientras que 46 por ciento de los niños y niñas de entre cinco y 12 viven en hogares que no tienen ningún tipo de conexión, “es decir, perdieron un año de educación”.

Igualmente, propuso, para lograr la autonomía económica de las mujeres, que es la más importante –después vendrían la física (sobre su cuerpo), política, salud sexual y reproductiva, y aquellas contra la violencia)–, hay que ir hacia una sociedad del cuidado con efectos multiplicadores, con políticas de empleo claras, con un motor emancipador para su autonomía y un cambio de paradigma al respecto, políticas fiscales e industriales, con un enfoque transversal.

El sector femenino tiene un rezago en materia educativa muy fuerte, sobre todo en disciplinas científicas y tecnológicas, y es ahí donde debemos dar más apoyo.

Debemos ser una sociedad –no sólo las mujeres– que se cuida y que sabe cuidar.

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