Por Gabriel García-Márquez
Se viste de luto Coatzacoalcos al despedir a uno de sus más distinguidos ciudadanos, el Químico Manuel Eduardo Perera Escamilla. Nacido el 6 de mayo de 1949 (75 años a la fecha) en Progreso, Yucatán, Perera Escamilla dejó una huella indeleble en el campo de la química clínica y en la vida de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo.
Un hombre de familia y dedicado a su profesión, Manuel Eduardo Perera Escamilla llegó a Coatzacoalcos en 1955 junto a su familia, siendo hijo de Manuel Perera Moreno y Socorro Escamilla de Perera. Creció en un ambiente de valores firmes y cariño familiar, compartiendo su vida con sus hermanos Guadalupe, Fernando, Ángela y Jorge Perrera Escamilla, y con su esposa Aurora Mantilla de Perera.
Padre de tres hijos: Manuel, Ángel y Karina, quienes le dieron cuatro nietos, llenando de alegría su hogar. Perera Escamilla siempre valoró el tiempo con su familia y, a pesar de sus múltiples compromisos profesionales, nunca dejó de brindarles su apoyo incondicional.
UN PIONERO EN LA QUÍMICA CLINICA
Graduado como Químico Clínico de la Universidad Veracruzana, Perera Escamilla dedicó su vida al avance de la química clínica en la región. Fundó el “Laboratorio Perera Escamilla” en Minatitlán hace 54 años, convirtiéndolo en un referente de excelencia y profesionalismo.
Posteriormente se trasladaría a Coatzacoalcos, donde su laboratorio se distinguió por la precisión en sus análisis y por la ética con
la que el químico Perera Escamilla dirigió sus operaciones. Para él, su trabajo no era solo una profesión, sino una verdadera pasión que lo mantenía ocupado y feliz.
ERA UN BOHEMIO AMANTE DE LA MÚSICA Y LA AMISTAD
Más allá de su carrera profesional, Perera Escamilla era un hombre de sensibilidad artística. Amante de la música instrumental, disfrutaba especialmente de las melodías de Ray Conniff y Herb Alpert, que acompañaban sus momentos e relajación y reflexión. Era un bohemio en el mejor sentido de la palabra, apreciando las cosas simples y los placeres que la vida le ofrecía.
Cultivó amistades invaluables, pues fue un hombre de grandes amigos, entre los que destacaron el Dr. Gilberto Porras, el Dr. Pedro Carrillo, y el Dr. José Luis Gutiérrez, entre muchos otros que sería largo mencionar. Con ellos compartió innumerables momentos, conversaciones profundas y la camaradería que solo una amistad verdadera puede ofrecer. Estos lazos de amistad fueron un pilar en su vida, brindándole apoyo y compañía a lo largo de los años.
UN LEGADO DE AMOR Y DEDICACIÓN
A solo unos días de su retiro, que tenía previsto para el 30 de agosto de 2024, Manuel Eduardo Perera Escamilla se disponía a disfrutar de una nueva etapa en su vida, enfocada en su familia y en los placeres sencillos que siempre valoró. Su repentino fallecimiento deja un vacío enorme en la comunidad, pero su legado de dedicación, amor por su trabajo y cariño por sus seres queridos perdurará en la memoria de todos los que lo conocieron.
El Químico Perera Escamilla, un hombre que nunca dejó de trabajar, será recordado no solo por sus logros profesionales, sino también por su calidad humana, su calidez como amigo, y su devoción como esposo y padre.
Que descanse en paz.
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