Por Gabriel Gamar
En ocasiones me he sentido solo
y me veo caminando como un niño perdido,
recorriendo mi casa como un vagabundo,
buscando en los rincones alguna ilusión.
Entonces me acerco a un cajón de recuerdos,
los tomo en mis manos y los miro uno a uno
sintiendo en el cuerpo otra vez la emoción
que produce en el alma un recuerdo bien vivido.
Cuando he terminado de disfrutar mis recuerdos,
cierro de nuevo con llave el cajón,
entonces me asomo a mi archivo de sueños
y los miro, los pienso y los siento,
escojo alguno de mis preferidos
y me lo llevo a vivir conmigo.
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