La Aldea
Por RENÉ DEL VALLE BOSAS
Para nadie es un secreto la alta aceptación que le dan las encuestas a Andrés Manuel López Obrador y que derivado de ello actúa como lo hace.
No por nada mantiene las mañaneras e insiste en que podría extenderlas a los sábados y domingos.
Por eso también se atrevió a lanzar al ruedo a sus corcholatas que hoy buscan hacer presencia en el país para el momento en que alguno de los tres prospectos tenga que contender por la sucesión presidencial.
Con la confianza de ese respaldo ciudadano es que hace lo anterior y muchas cosas más, como criticar, enfrentar y descalificar a propietarios de grandes e influyentes medios de comunicación.
Él dice que lo hace porque tiene autoridad moral y porque lo atacan, pero existe la percepción de que en cada actitud reactiva y en cada declaración descalificadora existe resentimiento.
No es lo mismo aclararle a un medio, a un reportero o a un columnista que está mal en lo que informa, decirle que miente y demostrárselo con hechos, que tildarlo de vendido, chayotero o pasquín, sin desmentir la información.
Algo similar pasa con el caso Ovidio, detenido en Culiacán Sinaloa. El Ejército y la Presidencia se han afanado en explicar y justificar la detención del hijo del “Chapo”.
“Coincide” que este lunes López Obradaor se reúne con el presidente Biden en la CDMX y días antes detienen a Ovidio Guzmán.
Esta “coincidencia” hace ver al presidente como un entreguista con su homólogo de EU, percepción que comparten incluso morenistas y simpatizantes de AMLO.
Y hay quienes aseguran que la extradición de Ovidio está en proceso y que se va a concretar más temprano que tarde, a pesar de las declaraciones oficiales que han dicho que será procesado en México.
Por lo pronto hoy veremos a los tres presidentes del norte de América, Justin Trudeau de Canadá, Joe Biden de EU y Andrés Manuel de México, reunidos en la CDMX, donde gobierna una de las corcholatas de AMLO, Claudia Sheinbaum.
Claudia, por cierto, atraviesa por un momento que le complica su aspiración presidencial, pues una vez más el metro de la CDMX es escenario de un accidente mortal.
Accidente al que le van a buscar una explicación para tratar de salvar la imagen de doña Claudia.
Pero la realidad y, otra vez, la percepción es que el metro y todo lo que ocurra en la ciudad que gobierna es su responsabilidad.
Con sus salidas constantes a los estados del país, doña Claudia deja entrever que parece andar distraída con su aspiración presidencial a grado que descuida sus obligaciones como Jefa de Gobierno.
Otra vez la percepción. Claro, esto no significa que ya esté descartada de la carrera presidencial, pues su jefe y guía político la tiene bien incluida.
PODER JUDICIAL, OPORTUNIDAD PARA DOÑA LISBETH AURELIA
No es sencilla la tarea que tiene por delante la nueva presidenta del Poder Judicial del Estado de Veracruz, Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre, pero el papel que desempeñaron sus antecesoras la ubica ante una gran oportunidad.
Quienes la conocen opinan que con su llegada se respiran nuevos aires y hay nuevas esperanzas en ese poder.
Con ella, comentan, crecen las esperanzas en el Foro Judicial y esperan que ahora sí los ojos de la justicia volteen a lo estrictamente necesario, que en el Poder Judicial se imparta Justicia para las y los veracruzanos.
Apuntan que lo perdido en los últimos tres años ha sido lamentable. Primero observamos una guerra interna entre las nuevas generaciones de justicieros, el tema era ver quién tenía el poder, quién manejaba lo económico o bien, quién soñaba con manejar el Consejo de la Judicatura, el resultado es evidente.
Primero vimos una Magistrada Presidenta con Juicio Político, doña Sofía Martínez, (en paz descanse). Después, una gris administración a cargo de la Presidenta Isabel Inés Romero, a quien se le olvidó su origen judicial y se dedicó a no hacer nada en favor de las y los veracruzanos.
Hoy la nueva presidenta, con carrera judicial, tiene un gran reto, demostrar que en Veracruz se puede impartir justicia con buenos jueces y magistrados, tal como lo mandata el artículo 17 de la Constitución, en forma pronta y expedita.
Debe entender que no es una tarea que se realiza solo del lado de la política, también lo debe hacer con la experiencia de sus pares, magistrados y magistradas que, como ella, han recorrido el Poder judicial y saben qué le hace falta, saben que el Poder Judicial, como la Corte se debe modernizar, no solo con ciudades judiciales, sino también con tecnología que permita alcanzar a las y los ciudadanos.
Esperemos que estos tres años no sean iguales a los anteriores. La transformación inicia con el cambio de actitudes, no con mantener el estatus.
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