- Claudio Lomnitz, miembro de El Colegio Nacional, dictó la conferencia El ethos de la soberanía y el espíritu de la criminalidad, del ciclo Nuevo Estado, nuevas soberanías.
- “Para funcionar en la práctica, el mundo del crimen organizado recae no sólo en relaciones patrón-cliente, sino también en lazos que podríamos calificar de oportunistas”, destacó el antropólogo social.
- Durante la conferencia, el colegiado resaltó que el análisis de las clases sociales que operan en la economía ilícita debe incluir a muchos individuos que no pertenecen a una organización criminal, sino por asociación.
En el mundo de la criminalidad se manejan distintos “clases” o “castas” que, en algunas ocasiones, dificultan verificar la pertenencia, o no, a un cártel de la droga, reconoció Claudio Lomnitz, miembro de El Colegio Nacional, al dictar la conferencia El ethos de la soberanía y el espíritu de la criminalidad, como parte del ciclo Nuevo Estado, nuevas soberanías, que se transmitió a través de las redes sociales de la institución.
Al reflexionar sobre “las articulaciones de clase en la economía criminal”, el historiador ofreció una radiografía de “castas” que opera en la sociedad, en especial de la gobernada desde el polo de la soberanía negativa, con dos ejes: el primero separa “a los malos” de entre “la buena sociedad”; el segundo marca una separación tajante entre un sector compuesto por una casta superior y sus allegados, “y una clase ínfima destinada al final a ser carne de cañón”.
“Esta estructura de clase interna en las economías ilícitas es de importancia crítica para el estudio del ethos de la criminalidad. El término ethos, recordémoslo, se refiere al espíritu de las creencias y aspiraciones de una comunidad o cultura, y es que, para funcionar en la práctica, el mundo del crimen organizado recae no sólo en relaciones patrón-cliente, sino también en lazos que podríamos calificar de oportunistas, así como también en la obediencia impuesta coercitivamente”.
Como lo ha hecho en conferencias anteriores, el colegiado ejemplificó sus dichos con historiales reales, como casos judiciales del narcotráfico procesados en cortes estadounidenses; así, por ejemplo, está el caso de Margarito Molina y Francisco Esparza, hallados culpables de conspirar para secuestrar y asesinar a un adicto en 2011, quien —“como sucede con un buen número de drogadictos”— no era un vendedor confiable y, en cierto momento, le perdió al cartel ocho mil dólares de la venta de heroína.
“Molina respondió esta pérdida exigiéndole a Philips que se mudara a vivir a su casa, donde trabajaría en calidad prácticamente de cautivo, hasta que repusiera el dinero perdido, pero llegó de un pistolero que les explicó que la gente del cártel en México estaba harta y necesitaba pagar el dinero que le debía a la organización de inmediato; entonces trató de fugarse y, aun cuando terminaron por ubicarlo, se convirtió en un testigo protegido del gobierno”, relató Claudio Lomnitz durante su conferencia.
Un ejemplo que deja entrever la cuestión de la membresía y las clases sociales al interior del crimen organizado, pues aunque los tres personajes del caso están involucrados en la venta de drogas, que le pertenecían al cártel de Sinaloa, y los tres obedecían las órdenes que provenían de esa organización, no queda claro si alguno de los tres llegó a ser un miembro activo del cártel.
El tema es que los miembros están organizados en una jerarquía, que incluye líderes, capitanes y lugartenientes: los miembros mayores de estas familias dan las órdenes y los jóvenes o los asociados llevan a cabo la actividad criminal violenta. Este es un caso de narcotráfico que concierne al cártel de Sinaloa, pero en ninguno de los tres participantes parecía ser miembro del grupo, más allá de que debían, directa o indirectamente, obedecer órdenes o lineamientos que provenían de esa organización.
El outsourcing de los cárteles
“El análisis de las clases sociales que operan en la economía ilícita debe, necesariamente, incluir a muchos individuos que no pertenecen a una organización criminal, sino por asociación”, compartió el catedrático de la Universidad de Columbia, quien recordó el ejemplo del outsourcing de los cárteles, cuando estalló una guerra entre dos facciones del cártel del Golfo, en Tamaulipas.
Así, en el transcurso de los enfrentamientos entre estas dos facciones, el cártel perdió cantidades importantes de drogas, presumiblemente porque los contrabandistas que transportaban esas drogas aprovecharon la guerra fraccional para venderlas ellos mismos, embolsarse las ganancias del cártel y huir, si bien, en cuanto se empezó apaciguar el conflicto entre ambas facciones, el cártel del Golfo se movió rápidamente para recuperar sus cargamentos perdidos.
“Pero no parece haber tenido los recursos humanos necesarios para realizar los rescates directamente; lo que hizo entonces fue contratar a una mafia carcelaria del sur de Texas —que se llamaba a sí misma el Partido Revolucionario Mexicano— para ubicar y recuperar un cargamento perdido de marihuana: la mafia carcelaria tomó el encargo y usó su relación con las pandillas barriales que operaban en el condado de Hidalgo, Texas, para encontrar el cargamento perdido, cosa que lograron con aparente facilidad”.
El problema fue que, a la hora de recuperar la carga del almacén donde estaba oculta, los pandilleros se agarraron a tiros con sus custodios, apareció la policía y los asustó a todos; ante ello, los pandilleros revelaron el arreglo que tenían con el cártel del Golfo: “en este caso, un cartel mexicano subcontrató a una mafia carcelera texana que, a su vez, le encargó el trabajo a una pandilla callejera que ya controlaba desde la cárcel.
“Así, el operativo para recuperar un cargamento de marihuana perdido involucró a tres organizaciones distintas, cada una de otra índole. Desde la mirada de Lomnitz, estas breves consideraciones respecto de algunas de las diferentes maneras de estar asociado a una organización criminal son también relevantes para el análisis desde el campo religioso, “simplemente porque muestra que una buena parte de los actores involucrados no pertenecen a una organización criminal compleja, con sus secretos y su ritualidad característica, sino que opera con asociados, ya sea a título individual o grupal”.
Luego de dar a conocer la aparición del libro El tejido social rasgado —que aparecerá bajo el sello de Ediciones ERA—, donde se reúnen sus seis conferencias del primer ciclo que impartió como miembro de El Colegio Nacional, Claudio Lomnitz aseveró que las economías ilícitas transnacionales se suelen organizar socialmente de manera vertical, con una base amplia de empleados y de asociados de diverso tipo, “esta base amplia lidia de manera cotidiana con la precariedad y la posibilidad de caída a un abismo, aun cuando las características específicas de esta caída al abismo que enfrentan los actores que ingresan a esta serie de actividades, “no son idénticas entre sí”.
“Para los productores campesinos, por ejemplo, se trata de llegar con bien al fin del año; es decir, de acceder a un ingreso suplementario que les permita seguir viviendo de la tierra y en su tierra. Para miembros caídos de la clase media se trata de conseguir diariamente la droga que ya requieren absolutamente para poder seguir viviendo, mientras que para un sinnúmero de niños y jóvenes se trata de conseguir protección ante un entorno tan violento que resulta más asustador estar solo que pertenecer a una pandilla”.
De acuerdo con el antropólogo social, aún los grandes jerarcas de la economía criminal viven siempre con el abismo muy cerca de sí, como sucedió con un jefe de la plaza de Mazatlán: en 2015, el conflicto entre su jefe inmediato, Dámaso López alias “El licenciado” y los hijos del Chapo lo llevó a la cárcel.
En un video subido recientemente en YouTube explicó que, a pesar de que a veces podía ganar 15 millones de pesos en un mes, el negocio no valía la pena, “la gente no vive a gusto, aunque tenga mucha lana, no puedes pasear con tu familia, llevarlos a un restaurante, cada tres días tenía que cambiar de casa, no dormía a gusto”, citó Lomnitz al narcotraficante.
“Sobrevivió la guerra entre facciones estando en la cárcel, viviendo en condiciones de absoluto privilegio y con mucho poder y dinero, pero se perdió los últimos años “de salud de su padre, la graduación de sus hijas y otros eventos familiares y personales que ya no podrá recuperar”. La conferencia El ethos de la soberanía y el espíritu de la criminalidad, impartida por Claudio Lomnitz, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.
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