Inicio CULTURA Diario/ 23

Diario/ 23

208
0

Mauricio Carrera

El tiempo verdadero del amor es el de la vigilia. Mi ternura es despierto, arriesgarse a amar a pesar del anunciado desastre, es con los ojos abiertos. Ahí está el sosiego de la caricia y el desamparo de los celos, la cortesía de darse y la inquietud de extrañar y sentir el desamparo. Solo al dormir volvemos a ser nosotros mismos, ese ser contento pero relegado, cuando el cuerpo reposa del arduo trabajo (diría Lacan) de dar lo que no tenemos a quien no es.

Artículo anteriorEl árbol de las resorteras
Artículo siguiente«Saber mandar, obedeciendo, señor presidente»: Muñoz Ledo
Es un sitio digital abierto a todas las ideas, emociones, libertades, política, literatura, arte y cultura. 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí