La vida detenida/ 5
Mauricio Carrera
Dos mujeres en el elevador. Aire extranjero, aunque indefinible. Dejaron la juventud y ahora les sobra anatomía y maquillaje. Una de ellas me observa. Al bajar la vista, se detiene en los libros que llevo. Son regalo de una poeta.
-A mí también me gusta leer -dice.
En efecto, cierto acento foráneo. Tal vez mexicanas de Texas, California o Florida.
-Me gusta la literatura mexicana.
-Ah, ¿si?
La otra mujer guarda silencio, acostumbrada a que sea su amiga quien abra la boca. Parece apenada, o tal vez harta. Todos tenemos una amiga así. Van al piso cinco y yo al tres.
-¿Quiere saber quién es mi autor favorito?
Me adelanto a adivinar, los caballitos de batalla de siempre: Carlos Fuentes. O Fernando del Paso, por Noticias del imperio. O acaso una autora chicana. O la Boullosa.
-¿Quién? –pregunto, más que curioso, cortés.
-Carlos Cuauhtémoc Sánchez…
Se abre la puerta. No es mi piso y no importa, ahí me bajo.
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