Gabriel Gamar
El río llega temblando a su encuentro con el mar
Pero no de miedo, sino de emoción al estar en altamar,
Sus aguas como un espejo de cielos y sol
Llevan historias de tierra y pasión.
Sus aguas vienen de muy lejos
Del monte, del valle y del campo en arrebol,
Hacia los brazos salados de inmensidad
A navegar en un océano que no tiene final.
Cada curva, cada piedra en su andar
Le enseñó a fluir, a no temer al destino
Y ahora, en su encuentro con el vasto mar,
Se funden sus voces en un canto divino.
Temblando de júbilo, no de temor
El río abraza a la mar sin vacilar,
Porque en cada gota, en cada rumor
Vive la esencia de un viaje sin final.
El río llegó temblando a su encuentro con el mar,
No era de miedo, sino de un fervor sin par
Sus aguas corrían con ansias y rubor
Como un amante que al fin halla su amor.
Las olas lo recibieron con un suave vaivén
En un baile eterno, un abrazo sin fin,
El río y el mar en un acto de amor
Unieron sus almas en un beso inmortal.
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