Lorenzo Córdova Vianello, presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), desde su fundación -hace 12 años- se va el entrante martes 4 de abril entre múltiples desencuentros.
Es un funcionario público que para muchos ha sido y es actor principal en la aún perfectible democracia nacional.
Otros lo califican de ser parte de una élite de poder plagada de acuerdos políticos secretos, de ser un gran manipulador y de construir una burocracia dorada y opaca que tiene a su cargo 16 mil trabajadores.
La salida de Córdova ocurre precisamente cuando la reforma electoral, el llamado plan B aprobado por el Congreso de la Unión y que ya está en vigor luego de su publicación en el Diario Oficial de la Federación (DOF), la semana anterior, ya está en vigor.
Estaban más que vistas las diferencias marcadas entre el titular del poder ejecutivo federal y el del INE, como se dice en Jalisco, desdendenantes.
López Obrador nunca vio bien ni a Lorenzo Córdova ni a varios de los consejeros, nombrados todos por los partidos políticos y que se presta y prestaba a la manipulación de intereses.
El asunto de las diferencia aún no acaba.
Veremos una andanada de amparos ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación contra la reforma electoral vigente porque la consideran un retroceso en la autonomía de quienes organizan y califican las elecciones.
Mucho se ha dicho ya de esas profundas diferencias.
Desde la aprobación por parte de la Cámara de Diputados del presupuesto del INE este 2023, se sostuvo que afecta sus actividades electorales de Coahuila y Estado de México, y el federal del año entrante, los primeros en junio y el segundo a partir de septiembre.
Ahora nos queda esperar no únicamente la salida de Lorenzo Córdova, sino de la importancia que cobra cada vez más la Suprema Corte en el equilibrio de poderes, sea cual sean sus veredictos y que sean precisamente en favor del urgente estado de derecho y un INE eficiente y fuera de despilfarros.
Atraques
1. La llegada de Tesla a construir una planta automotriz en Nuevo León ratifica esencialmente la proximidad geográfica estratégica hacia Estados Unidos. No hay que olvidar que en esa entidad hay 94 parques industriales; 100 universidades, institutos y centros de investigación; personal altamente calificado y condiciones óptimas de operación.
2. Como bien señala el excelente periodista Edgar González Martínez en su columna Los Capitales, que se publicó en índice Político el pasado 3 de marzo, las posibilidades de esa cercanía se potencializan: “De acuerdo con el “Nearshoring Data Monitor de Santander”, México podría alcanzar un crecimiento adicional de hasta 8% en su Producto Interno Bruto (PIB) en los siguientes seis años impulsado por la relocalización de inversiones. Es decir, de acuerdo con Santander, México podría pasar de representar un actual 14% de las exportaciones de Estados Unidos de Norteamérica al 20% para el año 2030, lo que abre una oportunidad sin precedentes que requiere de un soporte bancario de gran alcance”.
3. Muchos cambios en el país siguen siendo ya impostergables. Ni se diga de seguridad, infraestructura, salud. En educación corren que llevan prisa y no está de más que las autoridades federales y estatales mejoren las condiciones de muchas escuelas, sino que vean la asistencia de maestras y maestros en algunos planteles preescolares y primarias. Mucha tela de donde cortar. Ejemplos, uff.
Escritor y periodista