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El médico asesino…

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Ese fue el nombre con el que un luchador mexicano paseó sus habilidades por los encordados de este continente.

La aparición de un legítimo criminal, galeno, le haría pasar al olvido…

Dice el conocido lema, que qué lo que natura non da, Salamanca non presta.

La Universidad de Salamanca, España, es origen de muchos de los lemas y  de muchas reglas de comportamiento intelectual.

En su maravillosa y muy añeja biblioteca, se aprecia una bula o disposición contra quienes dispongan o sustraigan libros, en ese sitio, pecado capital.

De sus aulas proviene el derecho al pataleo, que idiotamente lo aplicamos a quienes mueren en la horca.

Tiempos medievales, en las enormes y frías aulas, en el frente era colocada una silla con otra que salía del respaldo.

En una se aposentaba el magister y en la otra el máster dominando con la mirada a los alumnos.

No había bancas sino vigas colocadas en forma alterna, de tal manera que los educandos se apoyaban al frente sin cansar o lastimar la espalda.

En los lados, tribunas con paletas para que los lacayos tomaran los apuntes para sus amos o señores.

Por el extremoso frío y cierta humedad en todo el edificio de piedra, cada determinado tiempo los estudiantes, entumidos o entumecidos, reclamaban su derecho de pataleo.

Todavía se conservan las huellas donde los jóvenes se apiñaban y se ponían a patalear para activar la circulación.

En la puerta de ingreso, sobre el dintel hay un escudo labrado en piedra.

Entre las figuras hay una rana que, creo recordar, me contaron que los condenados a muerte que descubrían al batracio recibían el perdón

Si este dato es incorrecto, ojalá y alguien lo precise.

De todas formas los turistas pasan largo tiempo hasta que alguno, alborozado, dice haber desentrañado el misterio.

Salamanca es uno de los centros de enseñanza superior más afamado y más pretendido por los estudiantes extranjeros.

Tiene una intensa vida social e intelectual; cerca en la plaza Mayor pululan los cafetines, siempre al tope de jóvenes.

Pienso en cierta persona que al primer año le pidieron que regresara a su país. Natura non dio.

Imagino que igual destino habría tenido el tal López Gatell, de haber sido alumno en esa Universidad.

Pesa en la conciencia de los mexicanos la muerte de cientos de miles de personas que pudieron superar al bicho, a condición de recibir la vacuna.

Hombre sin moral, pero a la vez imbécil (no como insulto sino como diagnóstico) a esa notable tara, suma la anencefalia al pretender una posición como gobernante.

Vean si el desastrado piensa. Así, a lo tarugo, dice que sólo un ciudadano entre 500, no votará por él. Un botarate sin duda, no podría aportar los métodos por los que llegó a tal conclusión.

Para certificar su incapacidad para saberse habitante de este universo, de este país, con sonrisa babeante comenta que no le preocupan los muertos, porque muertos están y ellos no votan.

Cabra una mínima duda de ese médico que se le escapó a Natura y la Universidad fue impotente para darle algo.

No nos alarmemos, conocemos los grandes pensadores y hombres de ciencia que han egresado de nuestro amado centro de estudios, entre ellos cuatro Nobel.

Pero también sabemos de la enorme cola de la deshonestidad con la ministró Esquivel, el propio mandatario, los porros criminales que trafican con drogas y el colmo, por risible, la Cheimbaun reclamando un premio Nobel obtenido creo que a los 16 años y su valiente aportación a la lucha social, manifestando a los tres años.

Gatell, le facilitamos un tema para que lo medite. Es cierto que los muertos no votan, pero lo harán sus familiares.

Lo dicho, los médicos balinés, incapaces, mal preparados y que seguramente compraron sus documentos para titularse, se arriman al fogón de sus iguales.

Dios los hace, pero Salamanca a ninguno de ellos les prestó…

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Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.

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