- La postura y el balance es producto de la integración multisensorial, de información visual y auditiva, aseguró el doctor en Ciencias Biomédicas Luis Lemus, al participar en la conferencia Las neurociencias de la visión, la audición y el equilibrio.
- La sesión formó parte del ciclo Olores, sabores y dolores: una visión neurobiológica, coordinada por Pablo Rudomin, miembro de El Colegio Nacional, y Ranier Gutiérrez, del CINVESTAV.
- En la mesa, transmitida en vivo el 11 de julio por las plataformas digitales de la dependencia, el investigador de la UNAM explicó el funcionamiento del oído y su papel en el equilibrio del cuerpo humano.
“Esta estructura fascinante, que está dentro del cráneo y se llama oído, tiene dos subestructuras, una encargada de la percepción del equilibrio y la otra encargada de la audición, están conectadas y; sin embargo, son entidades separadas”, afirmó Luis Lemus, doctor en Ciencias Biomédicas, al participar en el ciclo Olores, sabores y dolores: una visión neurobiológica, coordinada por Pablo Rudomin, miembro de El Colegio Nacional, y Ranier Gutiérrez, del CINVESTAV-IPN.
En la mesa, titulada Las neurociencias de la visión, la audición y el equilibrio y transmitida en vivo el 11 de julio por las plataformas digitales de la dependencia, el investigador del Departamento de Neurociencia Cognitiva, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, comentó que se ha dedicado a trazar lo que ocurre en el cerebro, paso a paso, desde la corteza auditiva primaria. “Lo que estamos buscando en el laboratorio es tratar de entender cómo es que esa información que llega desde los oídos y es transformada en señales eléctricas, después se integra en circuitos que representan sonidos que nosotros utilizamos para nuestro conducto, por ejemplo, las palabras”.
Explicó que el sistema auditivo se encuentra dentro del cráneo y si se ve de frente está por debajo de los ojos, pero, si se observa de lado, la ubicación es directamente entrando por la nariz. “Son dos partes, el caracol que está encargado de la audición y el sistema vestibular, encargado del equilibrio”. De acuerdo con el experto, el sistema vestibular se conforma de cinco elementos, utrículo, sáculo y tres canales semicirculares, que concluyen en ampollas. “En la región que se llama vestíbulo están dos porciones encargadas de la percepción del movimiento, en cuanto a la aceleración horizontal o vertical”.
Agregó que, en esta área, se encuentra lo que se conoce como ventana oval, se trata de una capa de hueso muy delgada que guarda un sistema de membranas que recubre el llamado caracol, parte del oído interno responsable de la audición. Este laberinto membranoso contiene a su vez un líquido llamado endolinfa, característico por contener potasio en mayor medida.
“A diferencia de otros sistemas en el cerebro, lo que ocurre con el potasio es que cuando entra a unas células ciliadas (encargadas de amplificar las vibraciones sonoras) se despolarizan, es decir, cambian su concentración de iones y eso produce eventos eléctricos en las neuronas. Es gracias a la diferencia que existe en este ion de potasio que ocurre el fenómeno de la audición y del equilibrio. Es muy importante notar que sólo es una pequeña porción la que comunica ambos sistemas”, puntualizó.
En palabras del especialista, en relación a los canales semicirculares, se sabe que tienen una relación de 45 grados y con estos tres se realiza el fenómeno del balance. Funciona de la siguiente manera, “hay una membrana que parece gelatina y que tiene cristales que son de carbonato de calcio y se llaman otolitos (rocas del oído), entonces, cuando cambiamos la posición de la cabeza, ya sea hacia abajo o hacia arriba, horizontal o vertical, la gravedad hace que esas piedras se muevan y eso jala a toda esta gelatina. Estas células ciliadas se activan en una dirección, pero no en la otra y este es el truco que realiza este sistema”.
Sostuvo que la gravedad es la que permite este fenómeno gracias a las piedritas del oído. “Vamos a imaginar que uno tiene un movimiento dinámico de la cabeza hacia la izquierda, habrá células que se van a activar y habrá otras que se inhiban, esa es una señal de la dirección. La sumatoria de todo este movimiento de los cilios nos dirían si estamos teniendo un movimiento dinámico hacia delante, hacia atrás o inclinado”.
Comentó que este es un sistema muy elegante, porque encontró en la naturaleza y con la evolución la forma de decir, a través de una pequeña capa de células y utilizando la gravedad de unas piedras en el oído, hacia donde sucede el movimiento dinámico de la cabeza. Explicó que la postura y el balance es producto de la integración multisensorial, de información visual, que es telerreceptora de información que está a la distancia y permite anticipar eventos o evitar obstáculos, y de información auditiva.
“Si nos ponemos en un pie y cerramos los ojos, nos damos cuenta de que no sólo es el sistema del oído, porque al cerrar los ojos perdemos el equilibrio, es difícil mantenerse en un sólo pie si quitamos la información visual, no sólo el equilibrio consta de lo visual, también de la propiocepción, que se refiere a los organelos de la piel, los músculos y articulaciones que dan información de la posición del cuerpo”. Agregó que, al unir el sistema visual, vestibular y propioceptivo, el cuerpo tiene un mecanismo de reacción con el cual es capaz de regresar a la posición inicial.
Por otra parte, el sistema auditivo se encarga de transformar estas señales sonoras en cosas que pueda interpretar el cerebro, es decir en información eléctrica. De acuerdo con el científico, el sonido son ondas de propagación y existe una compresión del origen de éste que viaja por el oído en tres dimensiones. “Primero nuestro órgano receptor, la oreja, que tiene tres ejes, uno alargado, otro horizontal y otro de profundidad, lo que hace es recibir las ondas sonoras y rebotarlas hacia el interior del canal acústico. Gracias a esa forma nos ayuda a saber de dónde viene el sonido y con las dos orejas se forma un sistema de triangulación sofisticado”.
Explicó que, después de que las ondas sonoras entran al oído, llegan al canal acústico y se topan con una membrana, que es el tímpano. “El problema que tenemos de percibir los sonidos ya no es mecánico, ya es el del cerebro quien no entiende lo que escuchamos, porque al final lo que hace el oído es descomponer y mandar esos sonidos hasta el cerebro”.
Afirmó que lo que ocurre después es que la información se reconstruye y llega separada como en un piano. “Lo interesante es que las neuronas únicas, que representan frecuencias, se conectan con neuronas únicas que están en el cinturón, de manera que una sola neurona ya tiene información compleja, es como si recibiera un acorde”.
Pablo Rudomin, experto en el reconocimiento del sonido de las palabras, recordó que en un experimento, se les tomó resonancia magnética estructural a unos changos y se les registró la actividad eléctrica de las neuronas ante los sonidos. “El resultado que obtuvimos de una sola neurona que fue expuesta a distintos sonidos, fue que esta única neurona se acelera al inicio del sonido y lo hace distinto a cada sonido, es decir, escucha y sabe qué hacer. Esto es sorprendente, porque los sonidos no tienen relación física entre sí, quiere decir que esta área, no es sensorial, no está siguiendo al estímulo, sino que sigue lo que sabe del estímulo y tiene que hacer un catálogo de reconocimiento”.
Sin duda, el estudio de toda la mecánica acústica que permite el reconocimiento de palabras y la evaluación de los sonidos para generar conductas, permite entender procesos tan complejos como el lenguaje, finalizó Luis Lemus.
La mesa Las neurociencias de la visión, la audición y el equilibrio, del ciclo Olores, sabores y dolores: una visión neurobiológica, coordinado por Pablo Rudomin, miembro de El Colegio Nacional, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.
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