La economía mexicana manda señales de alerta muy preocupantes, dos noticias dan mucho en qué pensar. Una es la venta de las acciones que el Grupo Femsa posee en la empresa cervecera trasnacional Heineken, argumentando que ya solamente se dedicarán a encauzar sus esfuerzos a la cadena Oxxo y por supuesto en Coca Cola, que son los negocios que les resultan más rentables. Pero lo realmente preocupante es el
cierre definitivo de Aeromar, una empresa aeronáutica mexicana fundada en 1987, que a últimas fechas se ha visto envuelta en una serie de problemas financieros que les han orillado a retirarse del mercado, por lo que tendrán que enfrentar todo tipo de obligaciones tanto con los trabajadores, como con el gobierno federal y el SAT, así como con sus proveedores y arrendadores.
De manera que Aeromar sigue el camino hacia el precipicio, tal como le sucedió a Mexicana de Aviación y a Interjet, por mencionar a algunas líneas aéreas nacionales.
El presidente de la República ha declarado enfáticamente, que el cese de operaciones de Aeromar se debe nada más a la mala administración de la empresa y a que los propietarios se marcharon del país y la descapitalizaron.
En parte tiene razón, sin embargo, lo preocupante es que esta quiebra se da justo en un momento en que el propio presidente de la República está promoviendo una iniciativa para permitir el cabotaje aéreo, que son los servicios de transporte aéreo prestados por las aerolíneas extranjeras dentro del territorio nacional, que hoy están prohibidos en México.
El artículo 15 y 27 de la ley de Aviación Civil no permite el cabotaje aéreo en el territorio nacional, pudiendo revocar las concesiones a quien viole esta disposición.
La intención que tiene el presidente con esta iniciativa de permitir el cabotaje en México es abaratar los precios de los pasajes a los usuarios; sin embargo no están tomando en cuenta el daño que podrían ocasionar a la industria aérea nacional, desplazando a más de un millón de empleados, como lo calcula la asociación de pilotos.
Por un lado hace falta que se realicen estudios técnicos para valorar la viabilidad de abrir el espacio aéreo a las aerolíneas extranjeras y por otro que esta apertura pondría en grave riesgo a las aerolíneas nacionales que podrían caer en la quiebra.
Basta poner como ejemplo los cierres de Mexicana de Aviación, Interjet y ahora de Aeromar, que aún cuando no se han enfrentado al cabotaje, no han podido sostenerse por problemas económicos y de costos.
EL RIESGO DEL CABOTAJE
Al autorizar el cabotaje estaría en riesgo principalmente Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobus, pues tendrían que enfrentarse a una competencia desleal, porque los costos de los boletos de las extranjeras serían más baratos y no podrían competir con ellas.
Las tres aerolíneas más importantes de México cuentan con 360 aviones, mientras que las aerolíneas extranjeras tienen más de mil. Si el objetivo final es aumentar el tráfico aéreo en el AIFA y abaratar los boletos para los usuarios, esta no pareciera ser la mejor opción, toda vez que dará pie a una guerra de precios que después rebotará y afectará las fuentes de empleo.
Esto sin hablar del riesgo en que se pone a la soberanía nacional, con la política de cielos abiertos, que al final no mejora las tarifas
y mucho menos los servicios.
Por el momento el gobierno debería de preocuparse por mejorar los servicios aeroportuarios de las terminales que están operando de manera deficiente y obsoleta, abriendo nuevas rutas a las capitales de los estados hacia donde no hay vuelos.
Mientras tanto en esta región del sur nos tendremos que conformar con tener vuelos de Aeroméxico, por cierto muy caros y no nos queda más opción que buscar mejores precios en Villahermosa donde la oferta es mayor o viajar en autobús.
Es poeta, redactor y fotógrafo originario de Puebla, radicado en Coatzacoalcos, Veracruz. Ha escrito varios libros de poesía y narrativa como Archivo de Sueños, Corazón de Metal y El Lugar Común, así como el poema Viajar es Regresar.