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Eutanasia, el privilegio de escoger la muerte

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“No tiene sentido pervivir en malas condiciones cuando la vida se ha agotado y es imposible reactivarla”: Arnoldo Kraus

Una muerte bella honra toda una vida, decía Francesco Petrarca, y es con esta cita que comienza el libro La morada infinita, pensar la vida, entender la muerte, de Arnoldo Kraus, académico e investigador de la Facultad de Medicina y quien tiene varias obras sobre la eutanasia.

Arnoldo Kraus expone en su libro que pelear por la salud tiene sentido mientras sea factible mejorar o sanar; en cambio, pelear contra la muerte a cualquier precio es absurdo. “No tiene sentido pervivir en malas condiciones cuando la vida se ha agotado y es imposible reactivarla”.

En entrevista, el especialista señala que “la eutanasia, sin entrar en definiciones, implica que el paciente haya pensado, platicado consigo mismo, con su familia o sus seres queridos, y decida hasta dónde quiere llegar, despedirse con dignidad y estar acompañado de su gente en el tramo final de su vida. Esto a sabiendas que lo que le toca seguir viviendo sean malos o muy malos momentos en los que desaparezca su dignidad y su autonomía, la capacidad de gozar la vida, dolores físicos muy difíciles de controlar, o anímicos porque sabe que morirá; incluso, quizá la soledad impuesta por la familia que muchas veces prefiere no acompañar a las personas en sus últimos días porque no entendemos el fenómeno de la muerte”.

El papel del médico

Lamentablemente, comenta Arnoldo Kraus, en la actualidad la medicina ha dejado de ser lo que era: la relación entre el médico y el paciente se ha modificado y, a la postre, deteriorado. “Esto quiere decir que los vínculos humanos, empáticos y de acompañamiento han disminuido en forma considerable y, en ocasiones, han desaparecido. La clínica ha dejado de ser importante; clínica en latín significa ‘al pie de la cama’, que es como se debe ejercer la medicina, al lado del enfermo preguntándole cómo está, no sólo en cuanto al dolor y molestias, sino al entorno familiar, amistoso, económico y social.

“Anteriormente había un conocimiento profundo de lo que le sucedía al paciente en la vida y no sólo en relación con la enfermedad, pero esto se ha transformado porque la tecnología ha ido remplazando y a veces terminando la relación del galeno con el enfermo, que significaba escuchar, mirar, palpar y dedicar tiempo. La tecnología se ha interpuesto entre médicos y enfermos y cada vez sepulta más este vínculo. Los médicos de edad que forman a los jóvenes le dedican poco tiempo a exaltar y explicar la relación humana entre un médico y el enfermo.”

El investigador señala en su libro que los detractores de la eutanasia “militan contra la autonomía. No le conceden al individuo autoridad sobre sí mismo. Los galenos deben orientar. No tienen derecho de ejercer su poder sobre los enfermos. Contar con la capacidad de autolegislarse de acuerdo con la razón, es un principio fundamental de la vida y pilar en la evolución de la ética médica. Hacia el final de la vida, la autonomía cobra gran importancia”.

Una cuestión de clases sociales

Optar por la eutanasia “es un privilegio, claro que lo es –apunta Arnoldo Kraus y añade–, hay que decirlo: marca diferencias entre clases ricas y pobres; lamentablemente, las clases pobres muchas veces no tienen esta capacidad de elegir. La eutanasia es cuestión de clases sociales, la gente depauperada no tiene posibilidades de pensar en ella; o se muere antes y rápido, o no tiene acceso a toda la parafernalia tecnológica médica que hace que la vida se alargue innecesariamente. Es en este prolongar que algunas personas piensan, ‘ya no quiero vivir así’, y desde ese punto de vista se convierte en un privilegio decir que ya no quieren sufrir más; que no quieren que su gente sufra y quieran despedirse con la frente en alto”.Pelear por la salud resulta lógico mientras sea factible.

Acompañar a morir es un acto de amor

“El problema de la muerte no es del que se fue, sino de quienes estamos vivos. No es un acto egoísta. Cuando se amó a una persona y ella siente que ha cumplido su vida, y eso se precipita o se adelanta por procesos terminales, ya sea por cáncer, enfermedades pulmonares graves o alguna otra, tiene derecho a pedir que se le acompañe. Acompañar a morir es un privilegio, es un acto de amor despedirse de la persona que se quiere y permitirle que se vaya cuando todavía tiene alguna capacidad de gozar la vida, de estar con la gente, e irse con la frente en alto.

“He escuchado de algunos enfermos con problemas de salud muy avanzados que lo que está haciendo la medicina actualmente no es prolongar la vida, sino la muerte. Es un acto de civilidad tomar la decisión de morir vía eutanasia con la ayuda de un médico”, termina Arnoldo Kraus.

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