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Hispanoamérica es hija de los primeros españoles que pusieron el pie en este continente: Concepción Company Company  

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  • Se presentó el libro Hablar y vivir en América, coordinado por Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional.  
  • Acompañada de Antonio Rubial, Marina Garone y Veka Duncán, el volumen es resultado de unas jornadas internacionales organizadas por la colegiada en septiembre de 2018.  
  • “Los historiadores de la lengua estamos más interesados en ver cómo podría haber sido la vida cotidiana de la gente, para aprender mejor quiénes somos ahora”, destacó la especialista.  

En el 2018, la doctora Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional, convocó a un grupo de especialistas, en diversas disciplinas, con el propósito de reflexionar alrededor de un tema: “Hablar y vivir en América. Siglos XVI-XIX”. Resultado de aquellas jornadas es una publicación convertida en un viaje para la construcción de la lengua española  

“Tenemos un hermoso hijo azul, azul profundo como el mar. Me interesaba ver las múltiples facetas que construyeron a la lengua española, desde las etapas más tempranas, a finales del siglo XV y principios del XVI, hasta bien entrado el XIX”, destacó la colegiada durante la presentación de Hablar y vivir en América, celebrada de manera presencial en El Colegio Nacional y transmitida a través de sus redes sociales.  

Coeditado por El Colegio Nacional y el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, y cuenta con el auspicio de Arte & Cultura, Centro “Ricardo Salinas Pliego”, el volumen es producto del interés de Company Company por reflexionar sobre cómo la lengua española configura a la actual Hispanoamérica, convencida de que lo que hoy en día conocemos como Hispanoamérica es hija de los primeros españoles que pusieron el pie en este continente “y se mezclaron con pueblos aborígenes y con otras etnias arribadas vía barco”.  

Uno de los aspectos centrales de las jornadas, explicó Company Company, fue abordar el tema desde las múltiples facetas de la vida cotidiana: “los historiadores buscan los grandes parteaguas, pero los historiadores de la lengua estamos más interesados en ver cómo podría haber sido la vida cotidiana de la gente, para aprender mejor quiénes somos ahora”.  

Al ofrecer un rápido repaso de lo que contiene el libro, Concepción Company Company enfatizó la importancia de los viajes en barco como el espacio donde se crea una verdadera Babel, puesto que se podría hablar en alemán o en catalán: la milicia no era española necesariamente y el almirante daba ordenes en flamenco o en alemán, mientras el grumete hablaba en castellano, con lo que “los barcos fueron gestores de múltiples contactos”.  

En los capítulos que conforman el libro se habla desde los productos que subían a las embarcaciones, que venían de distintas regiones ibéricas, que a una tripulación de diferentes lenguas y hasta esclavos de distintas zonas africanas, con lo que el barco parece una ciudad, “se gesta una estructura social y ahí aprendemos que ‘náusea’ es un término marítimo, que ‘oportuno’ es un término marítimo; ‘ranchito’ y ‘zafarrancho’ son términos marítimos”.  

Company Company contó que en aquel tiempo no había camarotes, los pasajeros ponían sus baúles en la bodega para mantener una cierta intimidad: “hacían su ranchito”, en términos náuticos, y cuando el barco se desnivelaba o cuando llegaban piratas había zafarranchos, porque se necesitaba romper el rancho.  

“En otro capítulo aprendemos que los besos y los abrazos, como el modo normal de cortesía para despedirse, es una modernidad, la sociedad no se daba abrazos y mucho menos besos —sí se los daban en la vida real, por supuesto, pero no lo expresaban así en público—, entonces es un invento de la vida cotidiana: somos hijos del ayer: un suspiro en la historia de la lengua”, resaltó la colegiada.  

En otro de los capítulos se habla de cómo en el siglo XVI, un individuo llegaba a estar en contacto con dos tipos de texto: un testamento, si lo hizo, y alguna carta, muchas veces dictada, mientras en el siglo XXI, cualquier persona, desde que amanece hasta que anochece pasa por espectaculares, por anuncios, por publicidad; oye radio o ve televisión. Tiene que leer mensajes y está en contacto cotidiano con unos 17 a 20 tipos de textos. Vivimos “un proceso democratizador de alfabetización muy amplio”.  

Durante la presentación del volumen, Antonio Rubial habló acerca de la importancia que tiene la vida cotidiana no sólo para los seres humanos, sino para la investigación de lo que somos: nos da seguridad, mantiene identidades, “pero también en la vida cotidiana se generan rupturas, las transgresiones de la norma o las rebeldías: la vida cotidiana está determinada tanto por necesidades fisiológicas o psicológicas, como el género, la edad, la enfermedad o la muerte, y se ve condicionado también por los cambios climáticos, por el tránsito de las estaciones, por el paso del día a la noche”.  

“El diario acontecer también se ve profundamente afectado por los cambios económicos, políticos, tecnológicos e, incluso, por la imposición de nuevas ideologías, como pasó con los indígenas americanos durante la conquista; un tema esencial para entender la vida cotidiana son los espacios donde esto transcurre, ya sea el espacio privado, el espacio público, el espacio doméstico, el espacio laboral, lo mundano o lo sagrado, lo religioso o lo festivo”, aseveró el catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.  

En ese sentido, el lenguaje termina por ser un aspecto fundamental: no solamente el lenguaje hablado, porque se abarca gestos o imágenes; el lenguaje es algo muy complejo y, además, se da con la presencia, “es algo que únicamente se puede dar frente a otro ser humano, con otra presencia tangible física, con un cuerpo que está enfrente de nosotros o varios cuerpos frente a nosotros que están recibiendo los mensajes”.  

“Junto con la lengua, el otro gran elemento de la vida cotidiana es la religión. La religión juega un papel determinante no sólo en la materialidad, sino también es simbólico y tangible: la religión es parte fundamental de lo que vamos a llamar la vida cotidiana en América en la época colonial”, en palabras de Antonio Rubial, historiador especializado en la época virreinal.  

“La lengua y la religión se ven forzadas a hacer adecuaciones rechazos o simbiosis con legados europeos llegado a América: con la imposición de sus valores, como la lengua castellana y su religión cristiana, llegaron también los efectos de una revolución que comenzó desde el siglo XII en el mundo occidental, una revolución fundamental para la cultura en la que todos participamos”.  

Una lectura obligada  

Para Marina Garone, investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, donde fundó y coordina el Seminario Interdisciplinario de Bibliología, Hablar y vivir en América se convierte en una especie de caracola en donde suenan las palabras de todas las personas que participaron en su escritura, porque esas palabras sobre el siglo XVI, XVII o XVIII “no las oímos por voces, sino las escuchamos por registros, registros escritos: todos los autores fueron a bibliotecas, archivos y, además, a distintos soportes”.  

“Hoy tenemos toda la cadena de las vidas de estas personas que hablaron y nos transmitieron ideas, y sabemos cómo se pelearon, cómo se amaron, cómo hicieron negocios: y no está hecho para eruditos, está hecho para todos ustedes, está hecho con un montón de guiños, a pesar de que se vincula con los modos de escribir y hacer libros desde el siglo XVI”.  

Marina Garone, especialista en la historia del libro, hizo el ejercicio de pesar el volumen, poco más de un kilo, lo que no significa que sea un tabique, sino lo “que debía pesar, porque el papel que se eligió se escogió para que no se trasluciera en las páginas ni el texto ni las imágenes, porque tiene una curaduría espectacular”, destacó.  

Se trata de “un libro de arte para divulgación”, a lo que habría que sumar la enorme cantidad de acervos de los que se tomaron las imágenes, desde la Biblioteca Nacional de México, el Archivo General de la Nación o bibliotecas internacionales, como la Biblioteca Nacional de España.  

Veka Duncan, quien también fungió como moderadora de la presentación de Hablar y vivir en América, aseguró que el volumen también nos demuestra que, incluso en la Ciudad de México, donde no nos sentimos completamente lacustres, somos gente de mar y utilizamos al menos 500 palabras marítimas al día de hoy, “realmente es maravilloso descubrir que, por ejemplo, cuando doña Florinda (en El Chavo del 8) usa la palabra ‘chusma’, está utilizando una palabra surgida en los barcos”.  

“También lo son otros insultos que usamos hoy de manera muy cotidiana; asimismo, uno descubre que las quejas por las tardanzas del servicio postal mexicano tampoco es cosa de nuestro siglo: en particular me pareció muy interesante enterarme que en cuando en un mensaje de WhatsApp puso un sticker de gato diciendo ‘con todo respeto’ estoy utilizando una forma de saludo que está en nuestra habla desde el virreinato”.  

Por ello, la historiadora de arte y divulgadora cultural se dice convencida de que el libro debe ser una lectura obligada: pocas veces se nos habla del origen de nuestra lengua y en esta obra encontramos un mestizaje de la lengua, a través del intercambio, aun cuando también hubo aportaciones de América para el mundo”.  

“Parafraseando algo que decía la doctora Company: la historia no es para saber del pasado, sino para entendernos mejor en el presente”, destacó Veka Duncan durante la presentación del libro Hablar y vivir en América, la cual se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.  

Sigue las transmisiones en vivo a través de las plataformas digitales de   

El Colegio Nacional: Página web: www.colnal.mx,   

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