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Huayacocotla, un bosque mágico en la niebla

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Por Gabriel García-Márquez

Cuando escuchamos hablar de Huayacocotla nos preguntamos ¿y ese lugar dónde estará? Pocos sabemos que es uno de los municipios del estado de Veracruz más alejados de Xalapa, que colinda con el estado de Hidalgo y pertenece a la llamada Huasteca Baja. Sin embargo, aun cuando está muy cerca de ciudades como Pachuca, Tulancingo y la Ciudad de México, curiosamente pertenece al distrito electoral federal 2 con cabecera en Tantoyuca y el distrito electoral local 4 con cabecera en Álamo. La principal actividad económica es el comercio y la agricultura.

Huayacocotla es un lugar boscoso, con una altitud de 2800 metros que cuenta con 110 localidades en su mayoría rurales. Pero ¿Cuál es el atractivo Huayacocotla?

Es un hermoso pueblito, donde el cielo baja a tus pies y puedes experimentar diferentes climas. En un mismo día puede hacer sol en la mañana con calorcito, al mediodía bajar la niebla que limita la visibilidad considerablemente, también puede llover y en la noche tener un cielo muy estrellado. En algunas madrugadas baja tanto la temperatura, que puede haber heladas que hacen que el pasto y los árboles de pongan blancos como si tuvieran nieve.

A unos cuantos pasos de la población, puedes estar rodeado de bosques de pino y ocote, donde literalmente puedes «perderte en tu bosque» y maravillarte con los hermosos paisajes, el canto de las aves y el rumor de los arroyos que se escuchan desde las veredas.

SUS TRADICIONES Y FIESTAS
Es un pueblo que conserva muchas tradiciones. Una de la celebraciones más bellas es el jueves de Corpus Christi, cuando varias familias se unen y hacen altares afuera de sus casas, para que el santísimo las visite mediante una procesión.

Entre febrero y marzo, unos 48 días antes de la Semana Santa, se realiza una peregrinación en bicicleta, antes del miércoles de ceniza, llegan ciclistas de distintas partes de la región.

De domingo a viernes es la fiesta religiosa y de sábado a martes se realiza el carnaval. La fiesta religiosa inicia con el arreo de unos palos muy altos que cortan varios hombres leñadores para el castillo de Padre Jesús, hacen una ceremonia muy bonita pidiendo permiso al bosque para cortarlos y los traen al pueblo jalados por unos bueyes a los que adornan con papel de colores y flores. Los llevan en
procesión hasta la iglesia donde el padre los bendice.

La mayoría de la población muestra su gran devoción durante la Semana Santa, en que participan en procesiones y peregrinaciones año con año, con la participación de personas de fuera que se han venido sumando y decidieron regresar a Huaya, como se le dice de cariño, para festejar al Padre Jesús que fue traído hace muchos años desde Texcatepec a una peregrinación, pero cuando lo quisieron regresar ya no lo pudieron llevar, porque cada vez se fue haciendo más pesado, de manera que se quedó en Huayacocotla, donde es muy reconocido por los fieles tanto locales como los que vienen de otros lugares, que lo consideran muy milagroso; hay peregrinaciones que salen de la Villa de Guadalupe hasta Huaya en un recorrido que dura dos días.

También se rinde culto al Santo Patrono San Lucas, que se festeja el 18 de octubre, a quién le rezan y ofrecen misas para obtener el perdón divino y para que los muertos alcancen el descanso eterno.

Una de las fiestas más concurridas es el tradicional carnaval, donde el pueblo se divide en barrios; se organizan haciendo hermosas comparsas con coloridos y llamativos disfraces. En el carnaval también participan gentes de otras comunidades con disfraces caracterizados por máscaras talladas en madera, chicotes; acompañados por música de «viento», bailan por diferentes lugares del
pueblo.

El centro del Huaya se convierte en una hermosa feria donde los lugareños venden sus productos elaborados de madera, bordados y zapatos. Hay sana convivencia y entretenimiento para todas las edades, algo así como “La Fiesta”, la famosa canción de Joan Manuel Serrat.

“Vamos subiendo la cuesta
Que arriba mi calle
Se vistió de fiesta…”

Los habitantes son sumamente hospitalarios y empáticos, y aun cuando llegues de fuera en uno o dos días te sientes un miembro más de la comunidad por las atenciones que recibes.

LA GASTRONOMÍA
En cuanto a su gastronomía es difícil no romper la dieta, se come delicioso, encuentras tlacoyos, enchiladas rellenas de huevito, ricos tamales, barbacoa, zacahuil, que es el tamal enorme que se sirve en las fiestas, todos los días se hornea pan y galletas conocidas como fruta de horno (muy recomendables); hay bebidas muy locales como “chilaca” que se toma fría en época de calor y en la época de frío preparan deliciosos atoles de calabaza o teja (semilla de girasol) entre otros.

Si de alcohol se trata hay unos vinos de frutos de la región (pera, manzana y zarzamora) que son como una cremita, para después de comer; también encuentras refino (aguardiente) y pulque.

El domingo es el día de plaza donde puedes encontrar estas y otras delicias gastronómicas. Las personas de las comunidades venden productos cultivados por ellos mismos como son: lechugas, calabazas, chile, frijol, tomate (al que le dicen de milpa, que es más pequeño que el Cherry con diferente sabor, además del tomate de cáscara, jitomate, chorizo, carne enchilada, queso artesanal y un sinfín de productos.

En los criaderos de truchas han abierto pequeños restaurantes sencillos en medio del bosque donde te pescan la trucha que quieras y te la preparan al gusto haciendo un bonito paseo.

También hay lugares conocidos como “Parri Huaya”, donde venden cortes de carne, pollos a la parrilla el lugar se le conoce acompañados de enchilada de diferentes grados de picor; mixiotes y pancita. Últimamente han abierto pequeños restaurantes y cafeterías, donde ofrecen pasteles, crepas y cafés preparados, donde se puede ir a echar novio o a conversar.

Por esto y muchas razones más, bien vale la pena darse una escapadita a Huayacocotla, este pueblito escondido en la sierra madre oriental, que aun cuando pertenece a Veracruz, también lo presume Hidalgo y que tiene como mayor atractivo la hospitalidad de su gente, su gastronomía, el aroma de sus bosques y esa neblina caprichosa que te envuelve y te lleva por los caminos de esta especie de mundo raro, en que las nubes se posan en tus manos. Por eso es bonito visitar Huaya en medio de su niebla mágica. (REPORTAJE REALIZADO CON INFORMACIÓN DE VIRGINIA MONROY).

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