Magno Garcimarrero
El huracán con el nombre de Janet llegó el 28 de septiembre de 1955, fue para México, el peor del siglo XX, si bien las montañas de la sierra de Chiconquiaco lo atajaron, los estragos fueron cuantiosos al momento; además los escurrimientos del tremendal de agua que dejó, hicieron crecer los ríos que bajaron matando gente y cabezas de ganado, derrumbando construcciones, desgajando cerros, anegando pueblos, derribando puentes, volteando vados y sembrando el desamparo en los damnificados de siempre.
En los ranchos dedicados al beneficio de café y caña en la zona misanteca, subió tanto el agua que se regaba por las ventanas de las bodegas y las casas. Los ríos normalmente mansos que pasaban con un rumor de agua bendita, con la fuerza del Janet roncaban como un hato de demonios sueltos.
Todos los pobladores sin distinción de edades o género, se aprestaron a los trabajos de restauración, una vez que había llegado la calma.
En Jalapa llovió sin parar veintidós días. Comenzó con una granizada nocturna que dejó las calles y baldíos blanqueados con más de dos cuartas de hielo de bolas del tamaño de un puño.
La lluvia hacía brillar la piedra de las calzadas que entonces, todavía no habían sido arrasadas por el concreto de la obra pública oficial.
Y es que el Janet era el tercer meteoro que había pegado en ese mes en el litoral y en la llanura costera de la región; antes tronaron el Gladys y el Hilda, menos cruentos que el tercero, pero la suma de esa trinca infernal fue devastadora.
No recuerdo que nadie le echara la culpa del huracán al presidente Adolfo Ruiz Cortines.
Hasta ahora, sólo se sabía de otro huracán peor que el Janet: cuenta el historiador Manuel B. Trens, que la noche del viernes dos de septiembre de 1552 la Vera Cruz erigida a orillas del río Huitzilapan, (de los colibríes) sufrió el embate de un huracán tan destructor, que hizo que la ciudad fuera abandonada.
Una vez que pasó el susto, los jarochos de entonces tramitaron y lograron el concilio y autorización del rey, para erigir la ciudad de Veracruz donde está ahora, frente a San Juan de Ulúa, dejando el viejo enclave con el nombre de La Antigua Vera Cruz, hoy conocida simplemente como La Antigua.
No se sabe si entonces, alguien le echó la culpa del huracán al virrey Antonio de Mendoza.
M.G.
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