El mensaje es claro y urgente para António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ante las temperaturas récord que se registraron durante julio de 2023: “Las consecuencias son claras y trágicas: niños arrastrados por las lluvias monzónicas; familias que huyen de las llamas; trabajadores que se derrumban en un calor abrasador. La única sorpresa es la velocidad del cambio. El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y es apenas el comienzo. La era del calentamiento global ha terminado. La era de la ebullición global ha llegado”.
Guterres realizó estas afirmaciones en el pleno de la ONU el pasado 27 de julio, donde aprovechó para hacer un llamado a todos los países miembros para poner en marcha lo antes posible estrategias y decisiones que ayuden a paliar los efectos en el futuro próximo de esta alza de temperaturas, ya que, argumentó, es claro que este cambio drástico y repentino es causado por la actividad humana.
“Para los científicos, es inequívoco: los humanos tienen la culpa. El aire es irrespirable. El calor es insoportable. Y el nivel de ganancias de los combustibles fósiles, al igual que la inacción climática, es inaceptable… No más vacilaciones. No más excusas. No más esperar a que otros se muevan primero. Simplemente no hay más tiempo para eso”, subrayó.
A pesar de las evidencias ha sido imposible conciliar los intereses económicos con la necesidad de acciones urgentes para el combate del cambio climático
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Servicio Copernicus de la Comisión Europea registraron que el pasado mes de julio fue el más caluroso jamás registrado; además, el planeta experimentó el lapso de tres semanas más caluroso, los tres días más calientes y las temperaturas oceánicas más altas que se hayan documentado en esta época del año.
Las recientes olas de calor dejaron, de acuerdo con la Universidad de Reading, en Inglaterra, 61,000 muertos en Europa. Mientras que en la zona norte de China, en la provincia de Sinkiang, se registró una temperatura de 52º C, la más alta en la historia de dicho país, de acuerdo con datos del Servicio Copernicus reportados por la BBC.
En Estados Unidos, informó el Servicio Meteorológico Nacional, los estados de Texas, Florida, Arizona y Nevada el termómetro alcanzó los 43º C –Las Vegas llegó a los 47º C–, y el Valle de la Muerte en California, conocido por ser uno de los sitios más calientes del mundo, 54º C, sólo dos grados por debajo del récord histórico de 56º C.
Nuestro país no fue la excepción. Desde el 19 de marzo se han registrado 249 fallecimientos por causas relacionadas con el incremento de temperaturas, el 92.4 % por golpe de calor y el 7.6 % por deshidratación, de acuerdo con números de la Secretaría de Salud. Los estados más afectados han sido Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Sonora, Coahuila, Oaxaca, Baja California, Tabasco y Quintana Roo.
Para la OMM esos datos son un “anticipo del futuro”. La organización internacional estima –en un comunicado difundido por la ONU– que hay un 98 % de probabilidad de que al menos uno de los próximos cinco años sea el más cálido jamás registrado, y un 66 % de superar temporalmente la marca de 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales durante al menos un año del lustro por venir. Esto es actualmente considerado un límite peligroso para la vida humana de ser rebasado, como se asentó en el Protocolo de Kyoto, el primer tratado mundial adoptado para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero firmado en 1997.
António Guterres aseguró, a pesar del panorama, que todavía estamos a tiempo de revertir el proceso de calentamiento para así evitar los peores efectos del cambio climático: “todos los actores tienen que unirse para acelerar una transición justa y equitativa de los combustibles fósiles a las energías renovables, a medida que detenemos la expansión del petróleo y el gas, y la financiación y concesión de licencias” relacionadas con fuentes de energías limpias. “No más simulaciones.
No más engaños. Y no más distorsión abusiva de las leyes antimonopolio para sabotear las alianzas netas cero… Precisamos que los gobiernos, la sociedad civil, las empresas y otros trabajen unidos”, recalcó el secretario general de la ONU y añadió: “Los países en primera línea, que han hecho menos para causar la crisis y tienen menos recursos para enfrentarla, deben contar con el apoyo que necesitan para hacerlo”, ya que sólo así, subrayó, se podrán “salvar millones de vidas de la carnicería climática”.
Son necesarios, en palabras de Guterres, 100,000 millones de dólares al año para reponer plenamente el Fondo Verde para el Clima y así proteger a las naciones en posiciones de riesgo a futuro.
Y enfatizó: “Todavía podemos detener lo peor. Pero para hacerlo tenemos que convertir un año de calor ardiente en uno de ambición ardiente. Y acelerar la acción climática, ahora”.
Las consecuencias son claras.
Debemos prepararnos
Es momento de entender que “el clima ha cambiado” y que debemos prepararnos para ello en el corto y largo plazos, afirmó Graciela Binimelis de Raga, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.
“Lo que viene diciendo la comunidad científica agrupada en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) desde hace tiempo es que estos eventos, que eran menos frecuentes, bajo este nuevo clima ocurrirán cada vez más en relación con lo que estábamos acostumbrados”, apuntó la académica y agregó:
“Si una ola de calor como la que tuvimos en el norte de México y sur de Estados Unidos, se presentaba una vez cada 50 años, ahora podemos esperar que lo haga una vez cada 10 años o, incluso, si seguimos aumentando la temperatura promedio del planeta, será cada vez más frecuente. Ése es el mensaje: el clima ha cambiado.”
Para la especialista es importante reforzar este concepto, ya que muchas veces el público general confunde el clima con el estado del tiempo: “el clima es la integración de por lo menos 30 años de datos, cómo comparamos los eventos que vemos ahora en julio de 2023 con 30 años de julios; puede ser desde 1990 o desde 1850, y al comparar dichos periodos es que determinamos que ha habido un cambio en el clima, en la frecuencia de ocurrencia y en la intensidad de los eventos”.
¿Por qué no hay consenso?
Si bien Graciela Binimelis de Raga no concuerda, desde una perspectiva científica, con el término “era de la ebullición”, referido por el secretario general de la ONU durante su discurso, entiende la necesidad política de usar estas palabras, ya que a pesar de las evidencias ha sido imposible conciliar los intereses económicos con la necesidad de acciones urgentes para el combate del cambio climático.
“Hay intereses creados muy poderosos que no quieren terminar con la era de los combustibles fósiles”, señaló la investigadora al ser cuestionada sobre la falta de acción y consenso. Y sigue: “básicamente, esa es la única respuesta a la cual podemos llegar porque la evidencia está clara desde hace décadas”.
La universitaria opinó que hay “una ausencia de empatía total por parte de los ejecutivos de las grandes compañías petroleras mundiales para con el sufrimiento de cientos de millones de personas en el planeta. Es realmente egoísmo, codicia”.
Asimismo, hizo una invitación al público a luchar contra la desinformación –“hay mucha información fraudulenta”–, a cambiar sus hábitos de consumo –“que los políticos se den cuenta de que como consumidores estamos poniendo atención”– y a exigir a los actores políticos:
“En este momento creo que lo más efectivo sería la protesta, para que los gobernantes realmente cumplan con lo que prometen, porque el Acuerdo de París, por ejemplo, no tiene acciones punitivas, es voluntario. Por lo tanto, las sociedades deben exigir a sus representantes cumplir con los compromisos asumidos, porque es en beneficio de sus propias poblaciones”, concluyó la especialista.