Por Gabriel Gamar
La vida no me rinde
me hacen falta horas,
momentos para soñar
y realizar mis sueños;
instantes de soledad
para rumiar mis anhelos.
¡Cuántas horas desperdiciadas!
¡Cuántos sueños despreciados!
¡Cuántos sentimientos escondidos
en una vida derrochada!
Despierto con un día deficitario
y desde la madrugada ya me hace falta tiempo;
para ocupar el día todo lo hago a medias:
me estiro a medias,
me baño a medias,
desayuno a medias
y salgo huyendo de la casa
hacia una oficina a medias;
y cuando se llega el momento
he de comer a medias.
Al final de la jornada regreso a casa
donde soy un padre a medias.
La vida no me rinde,
aunque el reloj se detenga,
por eso hemos inventado
esta ilusión de la vida eterna.
Correo: gabriel_gamar@yahoo.com.mx
Es un sitio digital abierto a todas las ideas, emociones, libertades, política, literatura, arte y cultura.