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Los expresidentes atribulados


A mis amigos David Martín del Campo y Gabriel García Márquez (el de aquí)

Salvo excepciones, a veces no honrosas, nunca en la historia posrevolucionaria se habían advertido tantas diferencias entre sucesorios y sucesores como ahora se da el caso con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El próximo 1 de julio dará a conocer un preinforme al pueblo previa concentración popular en el zócalo de la Ciudad de México que, dicho sea de paso, es lo que más le agrada y más ahora que hará vida familiar en el histórico inmueble denominado Palacio Nacional, donde pernoctaron Maximiliano y Juárez entre otros tantos personajes.

Desde su triunfo en las elecciones hasta la toma de posesión fue, en general, hacia sus homólogos recientes, cauto, a sabiendas que no eran ni Fox ni Calderón ni Zedillo ni Salinas sus cuates, es más con algunos hasta gordos se caen mutuamente.

Con Enrique Peña Nieto –a quien ya recomiendan tomar unas clases de baile y de paso sesiones para combatir el insomnio por un tal Lozoya- siempre se mostró en la transición, afable, hasta caminaron  juntos por donde ahora será su residencia.

Sin embargo, el 1 de diciembre de 2018 por la tarde, todo comenzó a cambiar de tajo.

De entrada, echó abajo el nuevo aeropuerto internacional de la capital, con razones de peso y pesos sobradas; hizo la residencia oficial de Los Pinos museo y casa abierta; la reforma educativa fue cambiada totalmente al igual que la energética, abatió prospera y con el respaldo de las fuerzas armadas creó la guardia nacional.

Comenzaron desde entonces descalificaciones a su inmediato antecesor y a los previos al grado que puso fin al llamado neoliberalismo, aunque es público y notorio que el tal sistema posee sus reglas en este mundo globalizado. Ya veremos.

A Peña y a sus secretarios y a su gobierno no los baja de corruptos, de mediocres, de ladrones, un sinfín de calificativos, aunque lo real es que hasta ahora ningún pez de los llamados gordos ha caído aún.

Si Peña cometió delitos es hora de que eso vaya a la Fiscalía y a tribunales.

Decir que no se quieren venganzas y que eso no es cristiano, no resuelve absolutamente nada; tampoco preguntar al pueblo pues en última instancia se eligen gobernantes para hacer de verdad el estado de derecho y dedicarse al desarrollo.

Si algo hay de cierto en todo esto es en la mediocridad de la mayor parte de los gobernantes referidos, aunque es hora que el actual ponga frente a las leyes a quienes presuntamente las trasgredieron.

Tareas hay más que de sobra, así que se esperan urgentemente acciones.

Atraques:

  1. En las conferencias matutinas de López Obrador los secretarios o funcionarios que abordan temas del día tiemblan ante la mirada que desde atrás los ve fijamente.
  2. Emilio Lozoya Austin está bien escondido y quizá se acuerde como traía a su Consejo de Administración y a los senadores cuando quería que le aprobaran sus cambios, ni los veía y menos los oía, es decir, le valían gorro y medio.
  3. Las bravatas de Trump no se pueden pasar por alto, México le vale, salvo que afecte los intereses que le convengan; control migratorio y enorme flexibilidad al contrabando de mercancías, drogas y armas son temas bilaterales de este matrimonio obligado.
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