A mi hermano José, que tanto quiero
Este año se fue la esperada concordia entre gobernantes y gobernados aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador se diga firme al considerar que un 70 por ciento de la población está de acuerdo con su forma de gobernar.
El 30 por ciento restante, que lo han de conformar la clase política opositora, muchos empresarios, universidades y otros sectores marginados –sindicatos entre ellos- y otros ni enterados, han visto muy limitados sus márgenes propios de acción porque todo está cambiando.
Razones de desconfianza al ejecutivo federal no le faltan.
Ya huelga decir que cada cajón que abre de la burocracia –excepto las fuerzas armadas por convicción e interés elemental- algo encuentra, incluidos los otros dos poderes que forman la estructura republicana; si se va a los estados, ni se diga y hasta en los municipios más apartados se cuecen las habas.
Se ve a todas luces que no supera sus resabios: se siente el más atacado y el más amado por ese ente nebuloso llamado pueblo bueno que a cada rato invoca, si acaso el amor cabe en estas lides.
En el inter y a medio año de elecciones intermedias, traen a la sociedad –a través de redes sociales y medios convencionales- con la atención al máximo.
- La pandemia que sigue y sigue con las suyas entre verde, naranja y rojo. La esperanza si el antídoto sirve y llegue, antes de afinar el qué, quién, cómo y cuándo le entran a la campaña masiva.
- La falta de empleo, porque hay un principio matemático que dice que las penas con pan son menos.
- La delincuencia llamada común y la organizada (los de las combis ya agrupan los dos campos). Y agregar a la lista robos, feminicidios, homicidios, entre otras conocidas bien y de sobra.
- Las elecciones del 2021 que son referéndum de Morena y que ya le avisaron que la política es caprichosa haiga sido como haiga sido en Hidalgo y Coahuila.
- La alianza PRI, PRD y PAN en la contienda electoral, que ni a piñata llegan.
- Los pleitos con el INE y el simpatías de Lorenzo Córdova que sí hace corto circuito con el de Palacio Nacional.
- Las mañaneras, gran estrategia de comunicación, aunque somníferas.
- La Guía Ética para la Transformación de México del gobierno federal para que nos portemos harto bien, aunque hay principios que confunden ética y moral que no es lo mesmo.
- Salvador Cienfuegos, exsecretario de la Defensa Nacional, que se salvó de pasar las fiestas decembrinas ahora sí que fuera de casa.
- Genaro García Luna, se queja que ni Calderón su exjefe lo incluye en su lista de regalos navideños.
- Los Emilios Lozoya y Zebadúa, que hablan y hablan y ya veremos ahora que Rosario Robles le entra a los criterios de oportunidad para siquiera ver por tele las posadas.
La lista seguirá.
Escritor y periodista