El investigador mexicano de origen ucraniano es considerado uno de los grandes promotores de la física en nuestro país y piedra angular del Instituto de Física.
Aunque fue el 20 de abril (1921) cuando nació, Gaceta UNAM hace un modesto homenaje al científico mexicano universal. Marcos Moshinsky es paradigma del científico y académico universal. Su legado ha quedado registrado de innumerables maneras en la memoria histórica del país y de la UNAM, que hoy le rinde homenaje como uno de sus hijos predilectos. Pionero y formador de varias generaciones de físicos, fundador de escuelas y academias, es sin duda uno de los científicos más influyentes en la historia de México. De acuerdo con la opinión de colegas e investigadores de otras latitudes, sería muy difícil encontrar otro ejemplo en que una sola persona haya tenido un impacto tan significativo en el desarrollo científico de toda una nación.
Marcos Moshinsky (20 de abril de 1921, Kiev, Ucrania) no nació en México, mas su legado científico transformó de manera permanente su patria adoptiva. Un legado que mantiene su fuerza hasta nuestros días y fue exaltado a lo largo de 2021 por el Instituto de Física (IF) de la UNAM, además de otorgar todos los años una medalla que lleva su nombre y que busca desde 1993 distinguir las aportaciones notables de científicos nacionales al campo de la física teórica.
Luis Fernando De La Peña Auerbach, investigador emérito del IF, recordó que Moshinsky era un hombre exigente y generoso con todos sus discípulos, siempre dispuesto a otorgar su tiempo:
“Tuve la oportunidad de tratarlo y conocerlo hace más de 60 años cuando ingresé al Instituto de Física. Él llevaba varios años ahí y era en ese momento la personalidad más destacada del Instituto. El investigador no sólo estrella, sino el que había tomado la responsabilidad de buscar la manera de ayudar y colaborar en la formación del Instituto”.
En aquella época había un número muy reducido de investigadores y de personal doctorado. “Él se dio a la tarea de colaborar en la producción de investigadores y una buena parte de los académicos actuales del Instituto fueron formados por él o por sus estudiantes y alumnos. Si hiciéramos un repaso de quiénes están trabajando en el Instituto en la actualidad, una buena parte fue formada directamente por él o trabajaron muchos años de manera cercana con él”, afirmó De La Peña Auerbach.
Moshinsky llegó a los cuatro años a México junto a su familia, aquí cursó sus estudios en la Preparatoria Nacional y en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Posteriormente realizó un doctorado en la Universidad de Princeton bajo la supervisión de Eugene Wigner, Premio Nobel de Física y una de las figuras más destacadas de su campo durante aquellos años. Moshinsky prosiguió con sus estudios posdoctorales durante los años 50 en el Instituto Henri Poincaré, ubicado en París, y en Princeton.
Desde 1942 fue investigador del IF, del que fungió como jefe del Departamento de Física Teórica entre 1968 y 1974; también se desempeñó como coordinador de asesores del Instituto Nacional de Energía Nuclear de 1971 a 1984, año en que fue nombrado Investigador Emérito del IF. A lo largo de su carrera fue autor de más de 300 trabajos originales de investigación, además de ser fundador de la Revista Mexicana de Física y la Escuela Latinoamericana de Física. Asimismo, recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1968, el Premio Príncipe de Asturias 1988, la Medalla Wigner 1998 y el Premio Weizmann en 2004.
Entre sus trabajos más destacados se encuentran: Tables of transformation brackets (1967), Many Body Problems and Related Problems of Theoretical Physics (1967), Group Theory and the Many Body Problems (1967), y The Harmonic Oscillator in Modern Physics from Atoms to Quarks (1969). Además, recibió de la UNAM un doctorado honoris causa en 1996 –distinción que también le fue otorgada por la Universidad Goethe, de Alemania, durante el año 2000– y la Medalla Justo Sierra al Mérito Universitario en 2005.
Sin embargo, para Luis Fernando De La Peña Auerbach su contribución más grande se dio en su decisión de regresar a México tras sus estudios en el extranjero para promover y expandir los estudios de física en nuestro país. “Marcos fue uno de los líderes en ese sentido. Hizo su doctorado en Princeton, uno de los centros más importantes de la física norteamericana, donde trabajó y colaboró con el profesor Eugene Wigner.
Marcos pudo quedarse ahí, naturalmente. Era un discípulo muy reconocido y estimado, su vida habría sido más tranquila probablemente. Él decidió de forma voluntaria vivir y desarrollar su carrera aquí, aunque ni siquiera era mexicano.”
En esos años, las actividades relacionadas con la física eran muy restringidas. Su propósito fue ayudar a que se abriera el campo de la física y, en particular, la física nuclear teórica, que era en la que él estaba más interesado directamente. Logró formar a un número muy considerable de personas. Fue un formador de investigadores.
“Siempre tuvo iniciativas para formar más elementos que ayudaran al desarrollo de la investigación de la física en México. Por ejemplo, fue el creador junto a otros dos físicos de la Escuela Latinoamericana de Física. Un argentino, un brasileño y Marcos, que para entonces ya era mexicano, organizaron y mantuvieron en pie durante muchos años esa escuela, que sigue operando y se reúne alternando sus tres sedes principales (Argentina, Brasil y México) con el objetivo de formar científicos.”
La Escuela Latinoamericana de Física ha sido uno de esos motores de formación de científicos en toda Latinoamérica. “Marcos no sólo destaca por su labor en el país, sino por lo que hizo de manera internacional. Es una de las personalidades más importantes en física que hemos tenido hasta la fecha”, añadió.
Figura vigente
El emérito del IF hizo un llamado a los jóvenes interesados en la física a conocer la figura de Marcos Moshinsky y leer sus trabajos. “No sé cuantos, pero la gente formada por Marcos, no sólo mexicanos sino extranjeros que vinieron a México, se cuenta por docenas. Eso significa haber creado una base científica sólida que para el desarrollo de la física en la actualidad es una necesidad de primer orden, eso lo vemos en este momento muy claramente. La necesidad de investigar más y pensar más en lo que sucedió con las vacunas y lo que sucede hoy con la pandemia”, consideró.
“Ahora somos tantos científicos que nos contamos por centenares, en este momento la actividad se ha distribuido y muchos estamos formando gente. Hace 70 años, cuando Marcos empezó era casi el único, pronto tuvo a su lado jóvenes que ahora son destacados científicos. Buena parte de los científicos más distinguidos en el área de la física en México pasaron por las manos de Moshinsky, son egresados de su ‘escuela’. Es una actividad de las más constructivas posibles.”Fotos: cortesía Instituto de Física.
Como con la física, sucede con otras ciencias, sus resultados trascienden a los países. “Su promoción forma cultura, tecnología y conocimiento en cada nación. Consecuentemente es una actividad de gran trascendencia, de tal manera que formar a gente en física teórica es formar cuadros en una de las actividades fundamentales de la ciencia. La física es una ciencia básica en el sentido de que de ella dependen otras ciencias y avanzar en física es avanzar en el conocimiento de la ciencia. Eso fue lo que impulsó Marcos Moshinsky, formar científicos e investigadores es una cuestión de otra envergadura. Marcos fue durante varias décadas pionero de esa actividad”.
Resumió De La Peña: “Marcos es un ejemplo. La mayoría prefiere hacer ciencia, dedicarse a sus investigaciones y publicar, porque eso se les pide. A Marcos nadie le exigió que formara gente, él lo hizo voluntariamente y de forma espontánea, eso debemos reconocerlo: fue un verdadero impulsor de la actividad científica”.