Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Mary Somerville (1780-1872) pasó de ser una niña a la que se le negó la instrucción académica y científica, de correr por los campos, de gastar y gastar velas para leer por las noches y convertirse en autodidacta a ser considerada la mujer de ciencia más importante de su época, ser respetada por sus colegas británicos y franceses y vender miles de ejemplares de sus libros.
La edición 2022 de La Noche de las Estrellas, el evento astronómico más importante de México, la recordará a 150 años de su fallecimiento. El encuentro además rendirá homenaje a otras grandes personalidades de la ciencia.
Somerville, mujer de mente extraordinaria, con “voz suave y agradable”, además de interesarse por aprender las matemáticas de su época, también fue la primera en firmar la petición de sufragio femenino realizada por el economista John Stuart Mill, ante el Parlamento británico.
Antes de su primer matrimonio, a los 24 años, sólo su tío Thomas Somerville fomentaba sus ganas de aprender. De su padre sólo obtuvo desdén: “uno de estos días veremos a Mary con camisa de fuerza”, dijo, y gracias a su madre aprendió a leer la Biblia, una de las pocas instrucciones que se les permitían a las mujeres en esa época.
A pesar de ello y de que asistió al colegio sólo a partir de que cumplió 10 años, pudo adentrarse en el mundo de las matemáticas, la física, la astronomía y la geografía, entre otras disciplinas, de tal forma que logró transmitir este conocimiento al público no especializado.
Inicios de una autodidacta
Mary Fairfax Somerville, nació el 26 de diciembre de 1780 en el poblado de Jedburgh, Escocia. Durante su infancia no tuvo instrucción académica alguna, pues en su casa sólo le dieron lecciones de cocina, costura, música y pintura.
Elizabeth Patterson, en su texto sobre Mary Somerville, señala que “Mary creció en la libertad de una abundante vida al aire libre, que fomentó una constitución robusta y un interés permanente y amor por las plantas y los animales, pero con tan poca educación formal que su padre, al regresar a casa del mar cuando ella tenía casi nueve años, ‘se sorprendió al encontrar… a un salvaje tan salvaje’”.
Somerville vivió durante una época cuando las mujeres no podían asistir a las universidades ni pertenecer a las academias científicas más renombradas, además de que no se les consideraba aptas para entender los conocimientos científicos. A pesar de ello, empezó a interesarse por el álgebra.
Esto ocurrió cuando acompañó a su madre a una reunión de damas en donde conoció a la señorita Ogilvie, quien la invitó a su casa y le mostró una revista que contenía patrones de costura. Sin embargo, no sería esto lo que más llamó la atención de la joven Mary, sino que en ella había acertijos matemáticos. Como diría Robin Arianrhod en su libro Seducidas por la lógica: “la inspiración le llegó en forma de revista”.
Los símbolos que ahí vio llamaron su atención. Entonces supo que a eso se le conocía como álgebra y se dio a la tarea de buscar libros para aprender sobre ella, sin embargo, no fue tarea fácil. Tuvo que pedirle al tutor de su hermano que le trajera un libro en donde pudiera conocer de ella.
Estaba decidida a aprender, “pero cuando sus padres le quitaban las velas para impedirle leer de noche, Mary se aprendía los libros de memoria y resolvía mentalmente los problemas”, destaca Margaret Alic en su libro El legado de Hipatia.
Ampliando sus conocimientos
A los 24 años se casó por primera vez, sin embargo, su esposo nunca entendió la naturaleza inquieta que tenía Mary por el conocimiento. Tres años después quedó viuda. Con una pequeña herencia y dos hijos por cuidar, Mary siguió fomentando su curiosidad por el mundo que la rodeaba.
Por esa época ganó una medalla de plata por resolver ecuaciones en el Mathematical repository, de William Wallace, quien era profesor de matemáticas en la Universidad de Edimburgo y también sería su mentor. Incluso, por recomendación de éste y de forma autodidacta, empezó a estudiar aspectos de trigonometría.
Además, se adentró a leer los Principia de Newton, se interesó cada vez más por la ciencia en general, la astronomía y las matemáticas. Poco a poco fue siendo reconocida y logró llegar a algunos círculos científicos e intelectuales de la época.
A los 32 años se casó con su primo William Somerville, hijo de aquel tío de Mary quien fomentó su interés por el conocimiento. Su nuevo esposo era médico y, al igual que ella, tenía un gran aprecio por el aprendizaje. Junto con él se mudó a Londres en donde convivieron con distintos científicos e intelectuales. “Estaba en una situación perfecta para escribir sobre ciencia”, dice Margarit Alic.
Fue amiga de los hermanos Herschel (famosos astrónomos de la época). Junto con ellos pudo adentrarse más a la astronomía. Además, al convivir con algunos físicos de la época, perfeccionó sus conocimientos sobre ésta. Junto con su esposo, anduvieron entre los círculos intelectuales científicos de Londres, París y Suiza.
Traduciendo a Laplace
Uno de los primeros trabajos de divulgación científica que haría Mary Somerville llegó en 1827, cuando le encargaron la traducción de la Mecánica celeste de Laplace, en donde éste calculaba e interpretaba los movimientos de cuerpos celestes como los cometas, los planetas y satélites, usando la teoría gravitacional de Newton.
Margarit Alic destaca que “era un trabajo largo y extremadamente complejo”, incluso se decía que en la Gran Bretaña de esa época había apenas “una docena de matemáticos capaces siquiera de leerlo”. Sin embargo, Mary Somerville lo logró, lo interpretó, lo divulgó y con ello obtuvo aun mayor reconocimiento entre los grupos científicos de la época. La versión que ella hizo fue llamada El mecanismo de los cielos.
A pesar de haber logrado una excelente traducción del libro de Laplace, no fue aceptado por la Royal Society, por considerársele demasiado “largo y complicado”, así que el esposo de Mary lo llevó con el editor John Murray, el libro fue impreso, se convirtió en un texto obligado para aprender matemáticas y astronomía, y vendió millones de ejemplares.
“Su prolongada Preliminary Dissertation incluía las matemáticas básicas necesarias para comprender las ideas de Laplace, así como una historia del tema y una explicación del trabajo de Laplace, con los dibujos, diagramas, derivaciones y comprobaciones matemáticas de la propia Mary”, explica Alic.
“[…] también brindaba material de fondo adicional, como la teoría general de la caída de cuerpos derivada de los experimentos de Galileo, pero expresada en términos de las leyes del movimiento de Newton, utilizando el cálculo leibniziano. Aunque no era su intención consciente, esta característica hizo que el libro de Mary fuera adecuado para un libro de texto universitario avanzado, y se sintió enormemente halagada cuando los profesores Peacock y Whewell introdujeron El mecanismo de los cielos como texto para sus clases superiores de astronomía en Cambridge”, explica Robin Arianrhod.
Obra propia
A lo largo de su vida, Mary Somerville publicó tres libros más. Su segundo libro, On the conexión of the physical siences (1834), contó con mayor reconocimiento. Tanto que a lo largo de cuatro décadas se imprimieron 10 ediciones y se tradujo al francés, al alemán y al italiano.
En esta obra de divulgación científica habló sobre las interconexiones que había entre las diferentes áreas científicas, así como temas relacionados con las matemáticas, la astronomía, el magnetismo, la electricidad, el calor, la óptica, etcétera. Gracias a la variedad de temas y a su alta capacidad para comunicar la ciencia, ésta pudo ser una obra cercana al público en general.
Physical Geography (1848), su tercer libro, estuvo a punto de no ser editado, ya que por esa época se publicó el primer tomo de Kosmos, de Alexander von Humboldt, y en ambos la temática era parecida.
En él habló de geología, geografía, sobre la distribución de los animales y los humanos en espacios como la tierra, el mar y el aire. Además, “se permitió por primera vez dar voces a sus opiniones políticas: criticaba la esclavitud y hablaba sobre el conflicto de clases y de la inevitable desigualdad entre la gente”, explica Alic.
Su último libro fue On molecular and microscopic science, que se publicó en 1869, cuando Mary Somerville tenía 89 años. En esta última obra habló sobre descubrimientos que se habían hecho gracias al microscopio.
El 29 de noviembre de 1872, Somerville murió a los 92 años. La mujer autodidacta que inició su carrera científica motivada por un deseo de conocer el mundo que la rodeaba, logró acercar el conocimiento científico a grandes poblaciones, además de ser una de las primeras en convertirse en miembro de honor en la Real Sociedad Astronómica.
La Noche de las Estrellas se llevará a cabo el próximo 3 de diciembre (2022).