Por Gabriel Gamar
Cuando ibas a nacer quería que fueras niño
en silencio pensaba en qué nombre ponerte,
cuando alguien preguntaba ¿Quieres niña o niño?
mintiendo contestaba «me da lo mismo».
El día que vi tu cuerpo en el ultrasonido,
una emoción extraña recorrió mis sentidos,
la indiscreción del doctor nos reveló tu sexo
y no oculté mi alegría por la grata noticia.
Con paciencia esperé el día de tu nacimiento
que ocurrió finalmente un día de noviembre,
¡Es un varoncito! Exclamaron de pronto
y con gran emoción nos soltamos llorando.
Te veías tan frágil
que me daba miedo tomarte en mis manos,
cuando iba a pensar que te vería tan pronto
andando en bicicleta o montando a caballo,
practicando karate o tirando penaltis.
Eres inteligente, de eso no hay duda,
travieso, enojón y discutes por todo;
pero eres sentimental y tierno,
enamorado y cariñoso.
Te gusta la música alegre,
los caballos y las motos,
jugar dominó y ajedrez
y usar pantalones rotos.
Te gustan los amigos grandes
y rechazas los pequeños,
te gustan las navajas buenas
y andar con botas vaqueras.
Cuando ibas a nacer eras todo un enigma,
hoy ya vas a la primaria y pronto a la universidad,
ojalá me alcance el tiempo para ir a tu examen final.
Pero en tanto eso sucede,
ven abrázame, dame un beso,
¿Cómo te fue hoy?
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