Por Gabriel Gamar
Ante la luz y un reflejo
llegarás al escenario,
teniendo por teatro un armario
y de espectador un espejo.
Permanecerás inmóvil un instante,
estarás ahí en escena
creando un personaje de arena
que jamás podrá abrazarte.
Tus manos intentarán atrapar el aire
tus brazos ensayarán volar
y en ese deseo eterno de ser libre,
en ese intento de escapar
moverás tu cuerpo cadencioso
al son de la voz vibrante
de una caja musical.
Tus brazos lograrán volar
después danzará tu cuerpo,
mientras tus manos inquietas
podrán al viento atrapar.
Tomarás las manos de mar
del personaje de arena,
que al fondo del espejo espera
para ayudarte a escapar.
Y así, con tu movimiento,
muñeca de fantasía,
volarás hecha mariposa
danzando al compás de Mozart
una bella sinfonía.
Así muñeca, tú danzarás
volviendo alas tus brazos
y tus piernas dos pegasos
y tus sueños realidad.
Más tarde tu danzar-volar
cambiará de noche a día
y pasará a ser muerte y vida
con la suave melodía
de esa caja musical.
Tomarás las manos de mar
del personaje de arena
que al fondo del espejo espera
y él te ayudará a escapar;
muñeca de fantasía,
muñeca, la melodía…
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