Que cuando el pobre tiene para carne, es vigilia. Así mis risueños y cada día más inútiles ojos.
Les cuento: un día Paco Ignacio Taibo Señor entre Señores, dedicó un Gato Culto a Carlos, hijo de Carlos y aunque Pérez de primer apellido, pues es un maravilloso retoño de mi árbol genealógico.
Comenzaba a trabajar y seguramente haciendo un sacrificio monetario, un día llegó con una monstruosidad que colocó frente a mí hoy solitario lecho.
No me atreví a decirle que mis pobres ojos estaban en vigilia. La pantalla, que de eso se trata, cubre el ancho de una cama más grande que una matrimonial.
Allí ha estado, impávida varios años. Se enciende para no acentuar la soledad.
Pero es una enorme plasta brumosa en la que distingo la calva del Comandante Montalvano, los visajes del policía Catafrella, los bigotes y la cara enojada de la capitana Benson y así otros personajes
En días pasados me brincó el corazón: comencé a mirar los vivos colores del artefacto. Sin embargo sigue la vigilia.
Al centro de mi ojo más o menos útil, la funesta rodaja translúcida que no permite definir las figuras y alrededor, dando vueltas sin parar, un luminoso collar que impide la lectura.
Años, muchos, sim el deleite de la literatura. Intente ocupar una lectora, Marifer, cuya dulzura y cadencia, destruye toda imaginación.
Muy pequeño aprendí a construir escenarios, voces e intenciones de los personajes de cada novela. Es obvio que cada lector hay perspectivas diferentes.
Imaginen a Pedro Páramo con la voz cantarina de Marifer, es como ver la película que el populacho terminó por titularla Píter Paramount.
Y para Píter es suficiente el diestro detective peralvillense. De sonido no digo nada estoy casi totalmente choreque.
Pero ahí la llevó, malvados ya verán…
U oirán, según el caso.
Mucho agradeceré se abstengan de condolencias o felicitaciones.
Así es el abarrote y ni modo. Los saludo…
Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.