Iniciamos la semana con la novedad de que ya nada más podrás fumar en el baño de tu casa o en tu azotea, si es que no te denuncia algún vecino, porque acaba de entrar en vigor el reglamento de la Ley General para el Control del Tabaco, que prohíbe tajantemente fumar en todos los espacios públicos incluidos en una lista interminable: patios, terrazas, balcones, parques de diversiones, áreas de juegos o lugares donde permanezcan o se congreguen niños y adolescentes; parques de desarrollo urbano, deportivos, playas, centros de espectáculos y entretenimiento; canchas, estadios, arenas, plazas comerciales y mercados; hoteles, hospitales centros de salud, clínicas médicas, sitios o lugares de culto religioso, lugares de consumo o servicio de alimentos o bebidas, paraderos de transporte. Así o más larga quieres la lista.
Los negocios o establecimientos no podrán mostrar de manera visible al público los cigarros, no se permitirá la venta en mostradores, estantes o exhibidores donde el consumidor los pueda ver y tomar directamente. El vendedor tendrá que hacer un inventario con los precios, pero no podrá poner los logotipos o marcas.
Se prohíbe la publicidad de los productos de tabaco en radio, televisión, redes sociales, reuniones, comunicaciones personales e incluso mensajes por correo.
Las sanciones a los establecimientos por violar estas disposiciones son amonestación con apercibimiento, multa (de hasta cien veces el salario mínimo), clausura temporal o definitiva, parcial o total, arresto hasta por 36 horas.
La represión en su máxima expresión, cuando se está promoviendo la venta y consumo de cannabis, ahora resulta que se prohíbe casi el consumo de tabaco. Que contradicción.
De manera que de ahora en adelante será una especie de mercado negro, lo que en vez de ayudar se convertirá en algo prohibido que atraerá la curiosidad de los menores y adolescentes.
Los más afectados serán los comercios y los vendedores ambulantes, entre los que están personas que viven en extrema pobreza y que tratan de ganarse unos cuantos pesos para comer vendiendo cigarrillos por pieza en las calles. Ahora resulta que estas personas se convertirán en una especie de traficantes.
Supuestamente el objetivo de esta ley es proteger la salud de la población y evitar los efectos nocivos del tabaco, además de proteger los derechos de los no fumadores. En efecto, el consumo de tabaco trae graves problemas de salud pública, por lo que se pretende evitar costos de atención médica en el sector salud, la aplicación de las sanciones y multas no evitarán que los fumadores continúen fumando, porque se trata de un vicio ya adquirido y no es de esta manera como lograrán erradicar su consumo.
En realidad, ya se había avanzado mucho en el control de los sitios libres de tabaco y en los sitios cerrados no estaba permitido fumar, incluso en las viviendas los fumadores se salen a la calle a fumar para no molestar a los no fumadores, lo mismo que en los restaurantes, ya había una cultura de respeto hacia los no fumadores, por lo que estas medidas son excesivas, ahora sí que se pasaron de la raya.
Muchos negocios, bares o restaurantes se verán muy afectados, porque quienes gustan de salir un rato a distraerse fumándose un cigarrillo, preferirán quedarse en casa donde nadie los fiscalice y ahí se tomarán una michelada o un tequilita sin correr el riesgo de ser detenidos o multados.
Aun cuando se dice que este gobierno no es prohibicionista, los hechos demuestran todo lo contrario y seguramente en las oficinas de gobierno, en lo oscurito se estarán fumando un cigarro tras otro sin que nadie les moleste.
Es poeta, redactor y fotógrafo originario de Puebla, radicado en Coatzacoalcos, Veracruz. Ha escrito varios libros de poesía y narrativa como Archivo de Sueños, Corazón de Metal y El Lugar Común, así como el poema Viajar es Regresar.