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Rogelio y Joel

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Para mis amigos Rogelio Hernández López y Joel Hernández Santiago, ambos en mi más sincero afecto y agradecimiento por su amistad y cordialidad:

Con este mensaje no pretendo comenzar o seguir una guerra de elogios mutuos.

Sea un mínimo agradecimiento porque si no lo notaron, soy personaje, el único periodista actual que ha recibido tales y tan inmerecidos reconocimientos.

Advierto que los dos son, como dicen en el box, gramo por gramo los más destacados miembros actuales del gremio. Demostrable fácilmente.

Por señalar un mérito, Rogelio fue la piedra sobre la que se erigió la investigación del asesinato de Manuel Buendía. Hay una docena de investigaciones sobre otros crímenes, cimentando la fama histórica del reportero detective.

Un día decidió cambiar su destino y de académico ejemplar se dedicó en cuerpo y alma a proteger al periodismo, no a periodista en particular, pugnó por la profesionalización gremial y enfrentó digamos que enfrenta a diario a los destructores de un oficio.

Por cierto, caso extraño, los dos medios nacionales más importantes peleaban por sus servicios pero tenía trazada su nueva ruta que ha seguido con la constancia necesaria.

A Joel lo he seguido desde su época de alumno en Acatlán. Lo he visto evolucionar y convertirse en un profundo practicante del análisis político, sin digiramos, datos falsos o suposiciones sin sustento.

Como creador, de la mano de Miguel López Azuara neceo hasta editar la colección Lecturas mexicanas. Nada de culteranismos de libros clásicos para niños, simple cultura para todos y gran conocimiento de México y su alma.

A su paso por el Senado, creó la colección Los senadores por la que es posible un acercamiento histórico correcto de nuestra evolución como sociedad.

En una verdadera guerra en la que recibió total respaldo del líder Antonio Riva Palacio, rescató de manos del presidente De Lamadrid, los documentos originales de la Diplomacia Insurgente.

Con papel rescatado de diversas fuentes, hizo cien legajos además del papel, con tintas de época. Y no recuerdo cuantos facsimilares.

De nuevo con apoyo del legislador, lograron que el cuerpo legislativo fuera nombrado custodio de los originales que actualmente deben lucir en algún librero particular.

Esos deberían ser méritos suficientes pero en ambos casos hay que resaltar el hecho de que abandonaron la vida fácil, asalariada para jugarse el futuro en la lotería del periodismo.

Sin duda los dos llegaron a donde querían y el resto de los mexicanos ganamos a dos seres excepcionales.

Un agradecimiento desde lo más hondo de mi ser. Al final de esta eterna carrera, me iré con el orgullo, la satisfacción, digamos la felicidad de conocer con tanto anticipo mi obituario.

Pensaba cuál sería la forma apropiada de decirles adiós a todos. Por esa duda me alejé y así me conservaré hasta el final que veo endemoniadamente lejano y, créanlo, eso no me pone contento.

Los vejestorios como los muebles viejos, al rincón para que no estorben. Después de todo ni siquiera hacen juego con el mobiliario reciente. Gracias a mis hijos que aún no nos arrinconan. Y seguro nunca lo harán.

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Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.

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