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Secuestro como arma de presión en Mitontic

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Ricardo Del Muro/ Austral

Un grupo de pobladores del municipio de Mitontic, Chiapas, irrumpieron en la casa de la presidenta municipal, Maruca Méndez, y secuestró a sus dos hijos para presionar al Ayuntamiento para que devuelva cinco millones de pesos, presuntamente robados, y los aplique en obras públicas.

A través de un video difundido en redes sociales y que fue grabado por los habitantes de la comunidad de Oxinam, se observa a los dos jóvenes que están atados y con los ojos vendados en una cancha de básquetbol, junto al tesorero municipal del Ayuntamiento, Erasto Velasco Velázquez, quien fue secuestrado desde el pasado 9 de agosto.

Hace unos días, Velasco denunció que había sido asaltado cuando llevaba los recursos a la comunidad; trascendió que el funcionario había rechazado que lo acompañaran elementos de la policía estatal en el momento del retiro de una sucursal bancaria.

En el video se observa que tras un violento interrogatorio, los secuestrados confesaron que los cinco millones no fueron robados, sino que presuntamente lo tienen las autoridades municipales.

La alcaldesa Maruca Méndez denunció el este lunes el secuestro de sus dos hijos, Fernando José y Luis Armando López Méndez, de 24 y 21 años, y solicitó la intervención de las fiscalías, estatal y general de la República, para que los rescaten, ya que han sido amenazados de muerte.

No es la primera vez que el secuestro es utilizado como arma de presión política por algún grupo en pugna, tal ha sido el caso de Altamirano, pero en el caso de Mitontic, uno de los municipios indígenas más pobres de Chiapas, el conflicto municipal adquiere otras características, ya que Maruca Méndez es la presidenta, pero, debido a los usos y costumbres, el que realmente ejerce el poder en el municipio es su esposo Fernando López.

Esto no justifica el secuestro de los hijos de la presidenta municipal, pero evidentemente se trata de un ataque a la pareja que gobierna ese municipio indígena, en un conflicto por el botín de los recursos presupuestales.

Hace dos años, en octubre de 2021, el Observatorio de Participación y Empoderamiento de las Mujeres denunció la usurpación de funciones de parte de Fernando López, ya que la elegida para presidir el Ayuntamiento había sido su esposa, además de que la Auditoría Superior del Estado señaló la falta de comprobación de 9 millones 408 mil pesos, con un pliego de 12 observaciones no atendidas por el cabildo y promoción de responsabilidad sancionatoria contra 22 servidores públicos.

El caso de Mitontic es un fenómeno común en los municipios indígenas de Chiapas. Maruca Méndez ganó la presidencia municipal como candidata del partido Fuerza por México, pero las autoridades tradicionales entregaron el bastón de mando a su esposo, Fernando López.

Una contradicción legal, que generalmente es tolerada por las autoridades, debido a dos preceptos constitucionales: uno que exige la paridad de género y otro que estipula la autodeterminación de los pueblos indígenas.

Desde 2001, la Constitución mexicana estipula el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas. En los municipios indígenas la población puede decidir “sus formas específicas de organización social e implementar sus propios sistemas normativos para la regulación y resolución de conflictos internos”. Por tradición, eso ha significado un sistema de liderazgo patriarcal cerrado para las mujeres.

Después, en 2014, se agregó un principio de paridad de género a la Constitución, que exigía que todas las elecciones tuvieran una candidata mujer. La ley entró en vigencia con las elecciones de 2015.

Entonces, en los municipios indígenas surgió una nueva costumbre: elegir a un hombre por medio de un referéndum a mano alzada y después elegir a una mujer como su prestanombres. Algo que se hizo con la complicidad o indiferencia de los partidos políticos. Así surgieron las juanitas y con el tiempo, también aparecieron los “cacicazgos de pareja”, como fue el caso de María Gloria Sánchez y Norberto Sántiz en Oxchuc.

Así, los partidos políticos ponen en las boletas locales un número suficiente de mujeres para cumplir con la cuota de género, pero las candidatas tienen siempre un pariente en el cabildo indígena, esposos, hermanos, papás, cuñados, dispuestos a ejercer, en su nombre, el poder, por decisión de los mayores. Usos y costumbres que, seguramente, se repetirán en las elecciones de 2024. RDM

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