Sala de espera
Por. Gerardo Galarza
@ggalarzamx/ Mujer es más
En menos de diez días los mexicanos conocerán ya las dos principales candidaturas para ocupar la Presidencia de la República a partir de octubre del 2024. Quizás sean sólo esas dos, aunque todavía no se descarta una más, de Movimiento Ciudadano, cuyo único objetivo sería intentar sabotear a la del frente amplio opositor para así apoyar la candidatura del oficialismo.
No, no hay ningún adelanto, madruguete se les llamaba en el priato, en los tiempos político-electorales: casi como siempre nueve meses antes de la elección presidencial, que ahora será en junio. Tampoco será la primera vez que hubiera candidato presidencial en septiembre: lo fue José López Portillo y otro tempranero, Carlos Salinas de Gortari, a inicios de octubre, está dentro del parámetro de los nueve meses, entonces la elección era en julio.
Tampoco las actividades de los “precandidatos” deberían ser sorpresa para los mexicanos. En los tiempos del PRI, como ahora, desde el momento en que se daba a conocer el gabinete presidencial comenzaba la especulación en el “juego que todos jugamos”: la sucesión.
Nada nuevo bajo el sol, como dice el Eclesiastés. La incipiente democracia mexicana, a la que se quiere destruir desde el gobierno federal, todavía no ha dado para saldar las prácticas y tiempos del priismo de siempre.
El quinto año de gobierno de los presidentes priistas era el del destape del tapado, vía el dedazo presidencial hoy llamado “encuesta”. Y en cuanto el destape ocurría el poder del presidente en funciones comenzaba a declinar para, decían los “teóricos”, trasladarlo a su sucesor, -decidido por él por lo que creía que lo controlaba- quien a su vez comenzaba su deslinde con su destapador… como ocurrirá también esta vez desde la campaña electoral, y totalmente si el candidato opositor llegase a ganar la elección. Es la regla del poder político nacional.
Por eso el quinto año de gobierno era el de las inauguraciones de las faraónicas obras del sexenio en turno y también de recorrer la República, estado por estado, en un apoyo nada disimulado al candidato oficial; así ocurrirá nuevamente, aunque hora la única obra que quede por inaugurar es el Tren Maya; el tren Ciudad de México-Toluca fue iniciado y avanzado por Enrique Peña Nieto.
Contra la aseveración del Eclesiastés, en la política electoral de México hoy si hay algo nuevo bajo el sol; imperfecto, claro, como todo lo que inicia, con tropezones, incertidumbre, errores como en todo proyecto político sin experiencia previa: el frente amplio opositor.
Una novedad, aunque no se crea. Sí, sí, en la historia ha habido alianzas entre partidos, también sumisión de partidos a la candidatura del PRI, como ocurrirá ante la candidatura de Morena; elecciones internas en algunos partidos, casi siempre reservadas a sus dirigentes, consejos o asambleas nacionales y, en los mejor de los casos, a lo militantes de ese partido.
Por vez primera habrá unas elecciones primarias abiertas para militantes de los partidos que se integraron a ese frente y a los ciudadanos que decidieron inscribirse en el padrón votantes (casi 2 millones de personas).
Y lo mejor de todo: la iniciativa vino de organizaciones civiles y de ciudadanos ante la prácticamente inexistencia de los partidos de oposición, por más que presuman militantes y estructuras: ni el PAN, PRI y PRD por sí solos podrían siquiera competir en el proceso electoral presidencial, bueno, ni juntos. La fortaleza del frente oposición es la de los ciudadanos. Esa es toda la novedad.
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