Conversaron en la Casa de las Humanidades el escritor Felipe Garrido y el físico Fernando Flores Camacho.
La lectura es una capacidad, una habilidad que debería constituir un derecho universal, coincidieron el narrador y ensayista Felipe Garrido y el físico Fernando Flores Camacho, académico del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología de la UNAM.
Al participar en el Ciclo de Nuevos Diálogos: ciencias/humanidades/interdisciplina, en la mesa Leer: por placer o por deber, Felipe Garrido resaltó que la formación de lectores es la mayor necesidad educativa del país, y a eso debería estar destinada la educación básica, ciclo que sí ha alcanzado a cubrir la clara mayoría de habitantes en México.
Sin embargo, siempre ha estado mal enfocada porque está más dirigida hacia la alfabetización que a instruirnos como lectores, y eso es insuficiente. “Tenemos el derecho a que nos formen como lectores”, indicó el también promotor de la lectura en México.
En la Casa de la Humanidades señaló que encierran a niñas y niños durante 15 años en la escuela; y después, al llegar al nivel superior, no entienden lo que leen, puesto que no han sido formados como lectores, no saben leer, y ese es un mal generalizado en el país.
Como una respuesta a esta deficiencia del sistema nacional educativo desde José Vasconcelos han surgido varios programas nacionales y estatales que pretenden fomentar la lectura, y con cada nuevo gobierno aparecen nuevos esquemas de ese tipo.
Indicó que un lector es alguien que ya descubrió lo que debe hacer con el texto, es decir, entenderlo; y también es capaz de escribir con claridad y corrección. En cambio, cuando una persona sólo está alfabetizada no se preocupa mucho de ello, sino por repetir las palabras que está viendo; pero si un individuo ha sido formado como lector se interesa por comprender el texto.
Ni la lectura ni la escritura podrán ser nunca procesos estáticos, sino elementos transitorios, transformados continuamente, conforme uno lee, escribe y vive más”
Asimismo, aseguró, “la escritura, aunque de alguna manera ha sido relegada, es tan importante como la lectura, por lo que ambas deberían ir juntas. En la práctica el sistema educativo del país no ha conseguido formar como lectores a los millones de alumnos que han pasado por sus aulas. Si tuviéramos en la educación básica las reformas necesarias para que su principal objetivo fuera formar lectores, habríamos dado un enorme paso en beneficio de la educación. El día que un niño descubre que no entiende algo debería celebrarse”.
Consideró que al hablar exteriorizamos lo que traemos dentro: las ideas, las historias e imaginaciones las hacemos públicas, y cuando las escribimos no sólo las externamos, las sacamos, las concretamos en una serie de signos que conservan nuestro pensamiento, conocimiento o sentimientos. Esa es una operación intelectual de la mayor importancia.
En coincidencia, Fernando Flores Camacho afirmó que la lectura y la escritura van juntas. “No podemos pensar que son procesos cognitivos totalmente distintos. En la lectura buscamos el proceso interpretativo, comprensivo, y en la escritura construir algo para que sea interpretativo y constructivo para los otros”.
Advirtió que entre más recursos cognitivos tenga un individuo, mayores posibilidades tendrá de darles una significación que sea una interpretación con la que pueda establecer puentes “entre lo que nos representamos y la realidad que está expresada, sea física, en un dibujo o en un texto”.
Resaltó que hay países donde los niños leen, escriben, argumentan y tienen debates en la escuela. Ello está relacionado con ese proceso de ser, a la larga, buenos lectores, con el bagaje cognitivo suficiente para entender, comprender y preguntarse las cosas que no se entienden cuando se lee y aventurarse a hacer hipótesis.
Por último, puntualizó que “ni la lectura ni la escritura podrán ser nunca procesos estáticos, sino elementos transitorios, transformados continuamente, conforme uno lee, escribe y vive más”.