- El poeta y traductor Luis Vicente de Aguinaga participó en el curso Poesía y traducción, que coordina Vicente Quirarte, miembro de El Colegio Nacional.
- El colegiado resaltó el trabajo de De Aguinaga como poeta y como traductor del francés, a través de autores como Hector de Saint-Denys Garneau y Franc Ducros.
- Luis Vicente de Aguinaga afirmó que cuando un texto se traduce muchas veces, se enriquece la cultura crítica.
Antes que traicionar un texto original, la traducción permite “repetir modificando” y acondicionar un escrito a “las coordenadas culturales y emocionales” de quienes leerán la nueva versión, afirmó el poeta, ensayista y traductor Luis Vicente de Aguinaga, al participar en el curso “Poesía y traducción”, que coordina Vicente Quirarte, miembro de El Colegio Nacional.
Luis Vicente de Aguinaga, ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2004 por su poemario Reducido a polvo (2004), afirmó que a pesar del juego de palabras que se da “en italiano”, entre las palabras traición y traducir, jamás se ha sentido un “traidor” trasladando al español a autores como el poeta quebequés Hector de Saint-Denys Garneau.
“Debo decir que, al menos yo, nunca me he visto como ninguna especie de traidor al traducir. Es decir, yo no definiría esto que pasa en una traducción en términos de traición. La tradición de la cultura crítica no se limita a los libros, sino a veces también a los dichos o a ciertas ideas que alguna vez se expresaron con espontaneidad, pero que se han convertido en lugares comunes y llegado cierto momento es apropiado desmontar, desmantelar”, señaló.
Desde su perspectiva, una de las singularidades de la traducción es que funciona más o menos como habríamos creído que funciona la tradición literaria en la época de la oralidad, cuando los textos eran repetidos una y otra vez, y había lugar para síntesis, para expansiones, para transformaciones de distinto género.
«Con las traducciones podemos acumular 12, o podemos acumular 20, y no pasa nada con esa acumulación. No pasa nada malo. Lo que ocurre, en todo caso, es de orden del enriquecimiento de la cultura crítica”.
La traducción, enfatizó, “nos permite repetir modificando: el que traduce busca acondicionar un texto, pero no planteándose qué dijo ese texto originalmente, sino cómo sería dicho en las coordenadas culturales y emocionales de quien lo está traduciendo en ese momento. Cuando digo emocionales me refiero no sólo a los estados de ánimo del traductor, sino a las expectativas que ese traductor tiene respecto a los lectores”.
De Aguinaga sostuvo que muchas veces “lo que ocurre es que los textos llegan a nosotros a través de una desviación, no llegan directamente de su lengua o de su época, sino que llegan a través de una o varias mediaciones, y esas mediaciones, a veces, nos dejan el sentimiento de alejarnos del significado original del texto, pero hay que entender que ese alejamiento es un enriquecimiento si lo sabemos apreciar y situar en el contexto correcto”.
Tan antiguo como la poesía
Luis Vicente de Aguinaga, recordó el colegiado Vicente Quirarte, publicó en 2003 la traducción del libro Pequeño fin del mundo (Petite fin du monde), de Hector de Saint-Denys Garneau; cuatro años después, la traducción de casi toda la obra poética de Saint-Denys con el título Todos y cada uno. Poemas (Tous et chacun. Poèmes) y, además, es autor de 14 poemarios.
De Aguinaga afirmó entonces que la traducción es un tema importante para la cultura literaria, no sólo de un país como México sino de prácticamente todas las sociedades modernas. “Y muy específicamente de la traducción de poesía, que es un tema tan sustancioso y antiguo como la poesía, porque ésta es contemporánea desde su origen, de la convivencia y de la continuidad no sólo de sociedades diferentes, sino de tradiciones literarias y de lenguas diferentes también”, señaló.
El también autor del poemario Desviación vertical disociada (2022) confesó que su trabajo como traductor se reduce a dos libros, “que podemos ampliar a tres, porque los libros que he traducido del poeta quebequense Saint-Denys no son dos libros por así decirlo, sino que el primero era apenas un pequeño adelanto de lo que vino a ser el segundo, que se tituló Todos y cada uno que escribió su obra totalmente en el transcurso de los años 30 del siglo XX”.
También tradujo el poemario Desapariciones, del poeta francés Franc Ducros. Luis Vicente de Aguinaga resaltó que su perfil como traductor, si se puede hablar de tal cosa, consiste más bien en la traducción de poemas dispersos, “porque yo mismo me encargo de dispersarlos. Es decir, traduzco poemas sueltos a veces en inglés, a veces en francés, que yo he convertido, acogiéndome a un estilo de traducción variopinto”.
“Quiero aclarar que me parecería presuntuoso, en mi caso, hablar de una técnica o de un concepto desarrollado de traducción; más bien encaro cada poema que me parece interesante traducir siempre desde la perspectiva que ese mismo poema me impone, o al menos así es como quiero pensarlo”.
Entre los poemas sueltos que le ha interesado traducir se encuentran versos de Jacques Dupin y Charles Baudelaire. Siempre en “versiones del francés, idioma del que he traducido libros que se han publicado, (aunque) estos últimos años he traducido a un ritmo muy lento, y con un afán más artesanal que industrial, poemas de distintos poetas, más bien estadounidenses, de los que ya podré hablar después”.
A Saint-Denys, recordó De Aguinaga, llegó “como llega uno muchas veces a los libros, por recomendación. Además, quien me lo estaba recomendando era un editor que no tenía un conocimiento directo de la poesía de Garneau, sino el testimonio de colegas que le habían hecho sentir la necesidad de traducirlo al español, no porque Garneau nunca hubiera sido traducido al español, sino que había sido traducido muy escasamente”.
Del poeta quebequense sólo existían en español “un poema por aquí, dos poemas por allá, y no existía una traducción más ambiciosa, en cuanto a la cantidad de obra traducida. Así fue como llegué a Garneau, quiero decir, un minuto antes de que este editor me hablara de él, yo no tenía ningún conocimiento, ni siquiera del nombre de este poeta. Y me llamó la atención que me dijo, ‘según entendí, Garneau es para los quebequenses algo parecido a lo que López Velarde es para los mexicanos’. Entonces yo dije: ah, pues, algo debe estar bien ahí”.
La cátedra de Luis Vicente de Aguinaga en el curso Poesía y traducción, que coordina Vicente Quirarte, miembro de El Colegio Nacional, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.
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