De cara al proceso electoral del año que viene el presidente Andrés Manuel López Obrador sabe que ha hecho cambios atrevidos en un sociedad en términos generales conservadora, lo cual le ha traído un obvio y gran número de detractores como se aprecia en las redes sociales, aunque también es cierto que por una u otra razón se queda corto –incluso por tiempo- en lograr una modernización integral del estado en el mundo global que se vive.
Por supuesto que le interesa garantizar una sucesión a modo de su partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y de mucho le servirán los próximos resultados en el Estado de México y en Coahuila –entidades disímbolas- y que pretende obtener de paso mayoría en el Congreso de la Unión para seguir modificando inercias que vienen desde el siglo pasado, entre ellas la alta corrupción como es sabido y que no se controla del todo.
Pero López Obrador tampoco come lumbre, por más que lleve la agenda pública él y nadie más que él en sus mañaneras, espacio que aprovecha tanto en sus afectos y en sus crecientes desafectos.
En lo interno ha sido en extremo cauteloso ante una reforma fiscal de fondo que tanto se requiere en el país.
Tan indispensable de tal forma que el gobierno pueda disponer de más recursos destinados no sólo a los servicios básicos –salud, educación, seguridad, medio ambiente, programas sociales- sino a lo que tanta falta hace como es la infraestructura.
En efecto, datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) revelan el bajo porcentaje de recaudación relativo al Producto Interno Bruto (PIB), si se compara con otras naciones desarrolladas y no tanto:
“En el 2019, la recaudación de impuestos en México representó 16.5% del PIB, con lo que ocupó el último lugar de los 35 países que fueron analizados”.
Dinamarca, 46.3; Francia, 45.4; Alemania, 38.8; EU, 24.5; Colombia, 19.7.
Este desequilibrio –pese a que se ha eficientado el cobro de impuestos- mantiene al país en índices bajos de crecimiento, baste señalar que en estas fechas sólo 40 por ciento de caminos que hay a lo largo y ancho del territorio están pavimentados, sean vecinales, carreteras estatales, federales y autopistas.
De trenes y puertos, ni hablar.
Así que por ahí hay un pendiente fuerte en el futuro próximo gobierno.
El ejecutivo federal también ha sido cauto con el sector económico del país, si bien no la lleva bien con muchos, sí con algunos y lejos está de incursionar en esa reforma fiscal por excesivo cuidado en no tocar intereses que pudieran acarrear un proceso inflacionario o fuga de capitales (ésta la hay aunque controlable), tal y las que fueron registradas desde Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y sucesores.
Y tampoco ha incursionado en otros aspectos de alta sensibilidad: su relación con la iglesia católica, ni se mete ni deja que se metan en abierto. O derechos como el aborto; eutanasia; muerte asistida; legalización de las drogas.
El gran pendiente del próximo gobierno federal es disminuir confrontaciones que las hay y dirigir políticas de estado hacia una modernización y desarrollo, incluidos los temas sociales y por supuesto la reforma fiscal que nadie le entra desde hace muchos sexenios.
Atraques:
1. Otra buena noticia en materia de ferrocarriles es el proyecto en curso del gobierno federal para conectar Ixtepec, Oaxaca, hasta Tapachula, Chiapas, 473 kilómetros, que estaban abandonadas. De ahí una conexión a Guatemala, que hace lo propio. La Secretaría de Marina está a cargo de este proyecto –muy avanzado- que incluye muchos puentes. Conectará también con el transístmico, de Salina Cruz a Coatzacoalcos.
2. La migración desde México a Estados Unidos vuelve y vuelve llena de complicaciones sociales, judiciales, humanas, de uno y otro lado. De aquí salen connacionales y extranjeros hacia mejores expectativas de ingreso y vida; de allá los necesitan pero bajo sus reglas y antojo. Sin reglas claras, nada más no. Y urgen planes de crecimiento en las naciones vecinas expulsoras, Venezuela incluida.
3. Los tres poderes de la Unión necesitan perfeccionarse y responder a las expectativas de la sociedad. De paso gobernadores de los estados, alcaldes y directivos de órganos autónomos. Vaya que se cuecen habas en todos lados.
Escritor y periodista