Columna: Sentido Común /
Cuando parecía que nos habíamos librado de las llamadas de extorsión, de nueva cuenta vuelven a la cargada las llamadas de números desconocidos o provenientes de claves lada de otros estados. En reuniones de café o con los compañeros de trabajo y los amigos vuelve a ser tema de conversación la llamada intimidatoria que comienza con la presentación de quien se dice abogado o representante de tal o cual grupo delincuencial pidiendo una cooperación para poner en orden la zona.
Hay quien ya no le teme a este tipo de llamadas, pero todavía son muchos quienes se enganchan en la llamada y acaban por creer que su familia está en peligro y que tienen que depositar una cantidad de dinero o de lo contrario se desquitarán con sus familiares más cercanos.
Lo mejor es siempre colgar de inmediato, no hacerse el valiente y mucho menos caer en el engaño con la historia que nos van a contar y que hace que nos pongamos tan nerviosos que salimos corriendo hacia la casa, mirando por todos lados antes de entrar, para seguir observando desde la ventana a cuanto coche se estaciona enfrente con el temor de que sea el maleante que acaba de llamar.
Tantas historias hemos escuchado de quienes han caído en el engaño y han ido a hacer el depósito exigido o a dejar el paquetito con los billetes que dizque pondrán a salvo a la familia.
Por principio no hay que recibir llamadas de números desconocidos y mucho menos de números no registrados, porque lo más seguro es que sean llamadas de extorsión.
Por otro lado, si bien nos va estaremos atendiendo por enésima vez al empleado del Call Center de Banamex o de HSB que no se cansa de llamar una y otra vez para ofrecer su maravillosa tarjeta de crédito. ¿Qué no les queda claro que no necesitamos la tarjeta, que no deseamos embarcarnos de nuevo con una deuda impagable? ¿No tienen una base de datos donde se registren las negativas a recibir su fabuloso plástico?
Primero nos llaman mañana y tarde para convencernos de contratar su tarjeta de crédito, pero luego nos llaman mañana, tarde y noche, todos los días de la semana, incluso los días festivos, para cobrarnos una deuda adquirida a la fuerza, porque con los intereses que cobran, aun cuando se realicen los pagos mínimos, la deuda crece como una bola de nieve que nunca para de crecer.
Así que todos estamos expuestos a las llamadas de extorsión, por un lado, de las bandas delincuenciales y por otro de los bancos que pretenden a toda costa apoderarse de nuestra tranquilidad, De nosotros depende que logren su objetivo.
En ambos casos, lo recomendable es no engancharse, de preferencia no contestar, pero si por distracción o debilidad caemos en la tentación de tomar la llamada, hay que colgar de inmediato antes de que sea demasiado tarde.
Es poeta, redactor y fotógrafo originario de Puebla, radicado en Coatzacoalcos, Veracruz. Ha escrito varios libros de poesía y narrativa como Archivo de Sueños, Corazón de Metal y El Lugar Común, así como el poema Viajar es Regresar.