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¡Va por ti, hermanito Froy!

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Por Jorge Meléndez Preciado

Andará organizando algo común y extraño, sin duda. Eso hizo durante los 81 años de vida. Lo mismo enseñar a sus alumnos a investigar y saber lo que era la teleología, lo cual asombraba a sus pares en el oficio de informar, que organizar a los estudiantes para descubrir la poesía (Los amorosos de Jaime Sabines como acto fundamental) que entender: La rumba es cultura o que  el toreo tiene una base fundamental, el saber efectuar bien, muy bien, la estocada final al toro: “Por eso se les llama a quien  ejerce ese oficio matador”. También jugar un día a la semana dominó con sus amigos de la secundaria,  estar  orgulloso de su amplia familia y ser un católico que iba a misa los domingos y reunir a sus compañeros de religión transformadores con los marxistas de la época, lo que trajo en el PCM que en los años 80 se aceptara: ¡vaya atraso de décadas! que Camilo Torres y la Teología de la Liberación eran en serio!

Froylán M (ario) López Narváez fue un periodista reconocido ampliamente pos sus pares. Tanto que Julio Scherer lo llevó a Excélsior y le otorgó colaboraciones varios días de la semana, además de que escribir en Diorama de la Cultura, (el suplemento cultural) y encargarle hasta la televisión que hacía ese diario en canales como el Once, del IPN. Un trabajo arduo que hacía con gozo.

“Su hermanito”, como le decía a Scherer, lo fue mucho años, hasta que salió de Proceso, donde estaba encargado de la sección de articulistas. Este adiós de “su casa” fue  por los pleitos infinitos que hubo en la sucesión de la mejor revista mexicana en muchas décadas, la cual, decía, dejo de ver pero la repasaba cuando yo aparecía con ella en el programa que hicimos durante 10 años en Radio Educación los viernes, el cual tituló: Que no te grillen. Donde inició como productor su hijo Hugo, un auténtico intelectual en música, cine, literatura, a quien llamaba, Chugo, el cual murió de cáncer y devastó al firme y bromista Froy, como yo le llamaba.

Lo hicieron  asesor, comentarista y punta de lanza contra la derecha y lo atrasado de la izquierda en muchas televisoras el Once, el 22, TV UNAM y otras.

Estuvimos en programas diferentes en Radio Fórmula y al salir a la misma hora me hizo ir a conocer a su pareja del 2000 a la fecha Griselda Chandomild, a quien motejó como Istmy, debido a su origen de  Oaxaca.

Relación muy larga la mía con Froy, desde antes de la fundación de la Unión de Periodistas Democráticos (UPD), la única que con Sucesos para Todos, condenó el golpe a Excélsior por parte de Luis Echeverría.

Después Vicente Leñero hizo Los periodistas relatando el terrible abuso y hace poco lo rememoró Proceso sin darles su lugar a los que defendimos la libertad de expresión en aquel entonces. Así es el periodismo.

Hizo una serie en canal 11 que tituló: Mujeres, mujeres, mujeres, cuando el feminismo iniciaba a ser la herramienta para la liberación de ellas.

Organizamos, en el primer Festival de Oposición,  una mesa redonda denominada “Marxistas y Cristianos por el socialismo”, y el invitó a Sergio Méndez Arceo, Enrique Maza y López Narváez, mientras  el PCM envió a Gilberto Rincón Gallardo y Samuel Meléndrez, moderados por la gran: Raquel Tibol.

El Bar León, a donde llevaba a sus alumnos distinguidos, quienes hacían unos trabajos que parecían tesis de doctorado; el Salón Los Ángeles, de su compadre, Miguel Nieto- donde en ocasiones festejaba su cumpleaños con cientos de personas-; El Salón 21, del mencionado Miguel en asociación con Willie Colón y Marcial Dávila y hasta El California, que estaba cerca de la colonia Portales, donde vivió muchos años, eran su desfogue lo mismo bailando que tocando el güiro y las tumbadoras.

Hombre alegre, exigente, mundano en el mejor sentido del término, humano y adorador de su familia, López Narváez modificó la vida cultural, periodística y social de México, con sus atavismos, como todos.

Su hijo Fernando y Salomé Mendoza, lo apoyaban en su programa de radio insólito: Mi otro yo, pues entrevistaba a políticos, músicos, periodistas e intelectuales y los sorprendía con preguntas como: recita un poema, qué libro es el que más te gusta y por qué, has leído de bioética, sabes por qué le dicen un natural a una suerte en el toreo, canta la estrofa de una canción preferida (un psicoanálisis exprés) que los asistentes salían desconcertados y encantados.

Así de complejo y sencillo fue mi gran cuate y segundo papá, Froylán M. López Narváez. ¡Va por ti, hermanito!

jamelendez44@gmail.com

@jamelendez44

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