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Tatiana Averinovna Proskouriakoff, pionera de la arqueología maya

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Artista de mente brillante, arquitecta convertida en epigrafista, arqueóloga y etnóloga autodidacta, esta mujer desafió la idea de que las inscripciones en los antiguos monumentos mayas contenían solo información calendárica y astronómica. A través de su trabajo pionero, Tatiana Proskouriakoff demostró que aquellos jeroglíficos eran registros de sucesos históricos y personajes reales. Su obra fue la base sobre la que los arqueólogos mayistas construyeron la historia política de esa civilización.

Tatiana Averinovna Proskouriakoff nació el 23 de enero 1909 en la ciudad siberiana de Tomsk, Rusia. Su madre, Alia Nekrassova, doctora en medicina, fue una de las primeras mujeres que obtuvieron esa graduación en Rusia. Su padre, Avenir Proskouriakoff, era ingeniero químico. La familia emigró a Estados Unidos en 1916, cuando Tania (como le gustaba que la llamaran) tenía 7 años; allí, su padre supervisaría las exportaciones de armas desde ese país hacia Rusia. Un año más tarde, en 1917, se desató la Revolución rusa y los Proskouriakoff decidieron quedarse. Obtuvieron la nacionalidad estadounidense en 1923.

Tatiana estudió arquitectura, una carrera entonces dominada por hombres, y se graduó en 1931 por el Pennsylvania State College. La crisis de 1929 había azotado al sector de la construcción y reducido casi a cero las posibilidades de que Tatiana pudiera incorporarse al mercado laboral como arquitecta; durante un tiempo, se ganó la vida como dependienta en unos grandes almacenes.

Primer contacto fortuito

Posteriormente consiguió empleo temporal como dibujante de patrones de punto de cruz. Algunos de los motivos que tenía que dibujar a pequeña escala estaban en el Museo Universitario de Filadelfia, al que acudía para ejercer su labor de copista. Allí entabló amistad con un conservador para el que realizó dibujos artísticos de manera gratuita. El arqueólogo Linton Satterthwaite, entonces director de investigación del museo y mayista, se quedó sorprendido por la calidad del trabajo de Proskouriakoff, y la introdujo en la disciplina en calidad de aficionada entusiasta, pero no remunerada.

Linton Satterthwaite invitó a Tatiana a unirse a su expedición de 1936 a Piedras Negras, Guatemala; sería la única mujer en un proyecto de campo dominado por hombres. A Tatiana le encomendaron recopilar datos y realizar dibujos arquitectónicos del lugar ya que, mientras excavaban las ruinas de la selva, los arqueólogos trataban de comprender cómo encajaban todas aquellas estructuras en ella, y entre sí. Al año siguiente, Tania volvió a participar en otra expedición al mismo lugar; al regreso de aquel segundo viaje, Satterthwaite pidió a Proskouriakoff que realizara un dibujo de reconstrucción de la llamada Acrópolis de Piedras Negras, con el objetivo de entender cómo podía haber sido en sus años de esplendor. Ella lo hizo en sus ratos libres, y aquellos bocetos representaron el siguiente paso en su carrera.

Ejercicio profesional de la arqueología

Entre 1937 y 1938, el mayista consagrado Sylvanus Morley, que ya había trabajado para el Instituto Carnegie para la Ciencia, en Washington, supo de los dibujos de reconstrucción de Tatiana. Quedó muy impresionado por su capacidad demostrada de mirar una estructura en ruinas, imaginar cómo pudo ser antes e ilustrarla con precisión artística y rigor académico. Morley, que era un arqueólogo notable y también una persona con habilidades políticas y comerciales, pronto se daría cuenta del valor que tenían los dibujos de Proskouriakoff para acercar sus proyectos científicos al gran público y a los mecenas.

Portada de la edición de 1976. El dibujo, de Tatiana Proskouriakoff, es de la estructura 1 en Xpuhil.

A pesar de que la Institución Carnegie aún no había establecido ninguna vinculación formal con ella, Morley consiguió que Proskouriakoff viajara en 1938 a realizar dibujos de reconstrucción a Copán, Honduras, y Chichen-Itzá, México. Todos los dibujos de reconstrucción de grandes monumentos, plazas, edificios, y otros sitios importantes del área maya que Tatiana realizó en aquella época se compilarían en An Album of Maya Architecture, cuya publicación se demoró hasta 1946 por la guerra. En la literatura y en los estudios actuales sobre los mayas se siguen utilizando algunas de las reconstrucciones que Tatiana Proskouriakoff realizó de aquellas ciudades.

En 1940, el talento y duro trabajo de Tania se vieron recompensados con un trabajo remunerado a tiempo completo en la Institución Carnegie, donde también fue reconocida por primera vez como topógrafa, excavadora, y miembro del equipo de arqueología, no solo dibujante e ilustradora, lo que representó un avance en su carrera profesional. Allí se emplearía hasta 1958.

Una mirada innovadora a la iconografía maya

Poco a poco, el trabajo de Proskouriakoff como epigrafista y arqueóloga comenzó a superar al de la artista de dibujos.

Desde 1938 trabajó en un sistema de datación de los monumentos mayas, interés surgido, al parecer, de una discusión con Morley sobre la fecha de construcción de un monumento: Morley tenía un sistema de datación basado en consideraciones estéticas, que Proskouriakoff no consideraba del todo adecuado. Por eso, ella misma creó un nuevo método de datación, basado en la morfología y el estilo escultórico de las construcciones. Se contaba ya con unas cuantas piezas con fechas inscritas, y por tanto de datación inequívoca. Tatiana realizó un análisis profundo y ordenado de estas piezas, que le permitió fechar por comparación las que carecieran de inscripciones. Así surgió un método mucho mejor que los empleados hasta entonces, que se publicó en 1950 en la obra A study of classic Maya sculpture.

Primera página del libro.

Desde 1943, Tatiana se desempeñó también en la interpretación de los glifos de Piedras Negras y Yaxchilan, trabajo que contribuiría al proceso de desciframiento de la escritura maya. Proskouriakoff trabajó sobre la hipótesis de que los treinta y cinco monumentos de Piedras Negras estaban distribuidos de manera preconcebida, y no aleatoria. Diversos indicios la llevaron a imaginar que las estelas se podían clasificar en siete grupos, cada uno de los cuales podría representar la vida de un hombre, seguramente un gobernante. Sobre esta hipótesis, los glifos que se repetían en los siete grupos de monumentos empezaban a tener significado: indicaban sucesos de la vida, como nacimientos, matrimonios, fallecimientos, entronizaciones, victorias en combate… y también los nombres de hombres y mujeres que pasaban por ellos. Donde hasta entonces se veían dioses o sacerdotes, surgieron de forma lógica padres, madres e hijos de siete generaciones. También indicios que le permitieron a ella y a investigadores posteriores descubrir los sistemas de sucesión de los gobernantes, o los nombres de las dinastías. Este descubrimiento como epigrafista la hizo merecedora de la medalla Alfred Kidder Vincent de la Sociedad para la Arqueología Americana 1962.

En 1958 desapareció el departamento en el que trabajaba en Carnegie, y Tatiana Proskouriakoff, que para entonces era ya una reputada mayista, fue contratada como curadora de arte maya en el Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, donde permaneció hasta su jubilación en 1977.

En 1971 fue reconocida como Mujer del Año en la Pennsylvania State University; en 1977 recibió un Doctorado Honoris Causa por la Tulane University; en 1984 fue galardonada con la Orden del Quetzal, máxima distinción honorífica que otorga el gobierno de Guatemala.

Tatiana murió el 30 de agosto de 1985, EE. UU., a los 76 años. Dejó inconclusa su obra Maya History, que Rosemary Austin, de la Universidad de Texas, editaría y publicaría en 1993. Las contribuciones de esta obra al conocimiento de la cultura maya –arqueología, desciframiento de su escritura y comprensión de la historia política– cambiaron radicalmente nuestra comprensión de los mayas antiguos.

Desde 1998, las cenizas de Tatiana Averinovna Proskouriakoff, mujer que se demostró incansable en su lucha contra lo establecido, descansan enterradas en la Acrópolis de Piedras Negras.

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